Año 6 • No. 236 • Septiembre 4 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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  Controlaron y aprovecharon los recursos de manera sustentable, dijo
Respeto indígena por el agua, ejemplo
para la sociedad actual: Tortolero

Edith Escalón

Alejandro Torero Villaseñor.
Las chinampas que los indígenas construyeron en medio de los lagos del Valle de México y que mostraban el respeto que tenían por el agua y los ecosistemas naturales, deber ser un ejemplo para las sociedades actuales, si lo que buscamos es un modelo creativo y sustentable para convivir con la naturaleza, aseguró el historiador mexicano Alejandro Tortolero Villaseñor.

“Los indígenas cuidaban el equilibrio de los lagos y evitaban su destrucción y desperdicio porque los consideraban valiosos, lo que les permitió controlar, domesticar y aprovechar de manera sustentable los recursos hídricos”, comentó en la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2006, donde ofreció una conferencia como parte del foro Agua, reto planetario en el siglo XXI.

Frente a un auditorio integrado en su mayoría por estudiantes, el académico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) explicó que aun sin conocimientos científicos formales, los indígenas suponían que había una circulación subterránea en los lagos que llevaba el agua hasta los cerros y formaba parte del ciclo hidrológico.

Dijo que esta concepción no era disparatada, pues siglos después se comprobó la teoría y la conexión que los cuerpos de agua tienen entre sí. Aseguró además que los indígenas suponían que los lagos actuaban como esponjas, filtrando el agua a través de los sustratos y resguardando el recurso en mantos freáticos, como también se comprobó siglos después.

Sin embargo, Tortolero señaló que a raíz de la conquista hubo una destrucción ecológica sin paralelo, que luego de quemar bosques para abrir paso a la ganadería, desviar cursos de agua, construir presas e introducir tecnologías agrícolas europeas agresivas que propiciaban la erosión del suelo, terminaron por transformar la cuenca lacustre.

“Los inmensos canales de esta ciudad lacustre eran considerados más como un obstáculo que como una vía de comunicación, pues el subsuelo era muy blando, soportaba mal los edificios de piedra construido con técnicas mal adaptadas al sitio y provocaba inundaciones constantes que, según la concepción hispánica, originaba numerosas enfermedades; así, empezó la desvalorización de las aguas”. Sin embargo, señaló que estos argumentos sólo eran un pretexto para justificar las políticas de drenaje y promover la desecación. De esta forma, los grandes hacendados pudieron apropiarse de las tierras y aprovechar los suelos fértiles en que se convirtieron los antiguos lagos, específicamente el de Texcoco.
“Fue en la visión del progreso porfirista donde se concretó rápidamente la desecación de importantes cuerpos de agua en la región del Valle de México, lo que trajo como consecuencia el desequilibrio ecológico que hoy se manifiesta en graves inundaciones y otros eventos extremos”.