Señaló
que aunque no se ha concluido el diagnóstico que realiza
el INECOL para actualizar los datos, los primeros estudios le
permiten estimar que en los últimos seis años se
perdieron alrededor de 20 km cuadrados de manglares, lo que deja
actualmente menos de 430 km cuadrados. Esto durante la conferencia
que presentó en la Feria Internacional del Libro Universitario
(FILU) 2006, que organiza la Universidad Veracruzana (UV).
“El avance de ciudades como Tuxpan y Boca del Río,
pero sobre todo el desarrollo cada vez más violento de
complejos inmobiliarios cerca o en zonas de manglares es lo que
más presión está causando”, comentó
el investigador, quien ha estudiando durante años el diseño
de los tejidos vegetales que usan las plantas para distribuir
el agua de la raíz a las hojas.
López Portillo aseguró que uno de los grandes problemas
que motivan la deforestación o desecación de estos
ecosistemas es que no existe una firme delimitación de
la zona federal marítima-terrestre: “Tenemos que
llegar a la conclusión que los manglares pertenecen a zona
federal, es lo primero en lo que se tienen que poner de acuerdo
las autoridades municipales, estatales y federales”.
Explicó que si los manglares estuvieran así considerados
le correspondería a la Secretaría de Medio Ambiente
y Recursos Naturales (SEMARNAT) y a la Procuraduría Federal
de Protección Ambiental (PROFEPA) evitar el usufructo y
proteger con menos indolencia las zonas de humedales y manglares.
“De ser así, los municipios estarían conscientes
de que no es su atribución asignar esas áreas para
desarrollos urbanos, y podríamos tener control de los sitios
para entonces procurar su conservación o restauración
con el apoyo científico de instituciones, universidades
y sociedad civil”.
Por otra parte, explicó que los manglares funcionan como
zonas de amortiguamiento entra la zona marítima y terreste,
pues cuando hay grandes inundaciones es precisamente ahí
donde el agua excesiva se acumula y se drena poco a poco, ya que
funcionan como “esponjas” que alimentan los depósitos
subterráneos de agua que guardan la humedad para las épocas
de sequía.
Dijo que acabar con estos ecosistemas sólo eleva los riesgos
de inundaciones como las que padecieron en Estados Unidos a propósito
de los huracanes Katrina y Stan, o provoca situaciones como las
que vivieron localidades veracruzanas del norte y centro del estado
en 1999.
“En las zonas costeras siempre hay que buscar los sitios
altos para vivir, y no en desarrollarse en zonas cerca de las
bocas de lagunas o ríos. Para evitar catástrofes,
tenemos que tener una mayor visión de previsión
y respetar las zonas bajas; creo que ellas nos dicen estratégicamente
hacia donde crecer”, comentó.
Añadió que si las tendencias de cambio climático
global son ciertas, año con año vamos a tener mayores
periodos de inundación, por lo que alentó a la comunidad
científica, académica, a las autoridades y a los
grupos de la sociedad civil a evitar la demagogia y a pensar en
acciones individuales o colectivas que eviten problemas en el
futuro.