Año 6 • No. 236 • Septiembre 4 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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  En Veracruz y Cuba, el 95 por ciento
de los tipos de suelo del mundo

Juan Carlos Plata
El libro Suelos cañeros de Veracruz y Oaxaca: cambios globales y ambiente, presentado en la FILU 2006–, puede ser la base para una estrategia de manejo eficiente de la agroindustria cañera

Roberto Bravo Garzón, Miguel Osvaldo Ascanio García y Ernesto Rodríguez Luna durante la presentación de libro Suelos cañeros de Veracruz y Oaxaca: cambios globales y ambiente, realizada en el marco de la FILU 2006.

En los menos de 20 mil kilómetros cuadrados que comprenden en conjunto el estado de Veracruz y la isla de Cuba se pueden encontrar el 95 por ciento del total de tipos de suelo que existen en el mundo, aseguró Miguel Osvaldo Ascanio García, durante la presentación del libro Suelos cañeros de Veracruz y Oaxaca: cambios globales y ambiente –del cual es coautor, junto con Alberto Hernández Jiménez–, que se llevó a cabo en al marco de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2006, organizada por la Universidad Veracruzana (UV).

“Esta inusual característica hace absolutamente necesario que se realicen estudios a fondo en este tema, no solamente en lo referente a la caña de azúcar –que es el principal tópico del libro–, sino en general de los suelos, sus características y la manera más adecuada de manejarlos”, sostuvo el coautor de la publicación. Editado por la Editorial de la UV en su colección Textos Universitarios, el libro contiene estudios de las características que tienen los suelos más representativos de los estados de Veracruz y Oaxaca dedicados al cultivo de la caña de azúcar, en cuanto a la génesis, clasificación, caracterización química, algo de mineralogía, algunos aspectos físicos e hidrofísicos y también todo lo relacionado a los problemas de la fertilidad, tanto biológica como química de los suelos.

En su intervención, Ernesto Rodríguez Luna, director del área académica Biológico-Agropecuaria de la UV, resaltó la importancia de la clasificación que el libro hace de los tipos de suelo de las zonas cañeras de Veracruz y Oaxaca, ya que, sostuvo, el principal problema de productividad de esta agro industria proviene de la aplicación errónea de tecnologías que no son benéficas para determinados tipos de suelo.

“La distinción que se hace de los diferentes tipos de suelo me parece que es clave para establecer una estrategia de manejo eficiente. Lamentablemente las grandes soluciones técnicas se aplican indiscriminadamente con diferentes tipos de suelo y los resultados están a la vista. Hay una desigual productividad en los agrosistemas cañeros de la región”, dijo.

Además, Rodríguez Luna señaló que la pregunta fundamental del libro es ¿conocemos bien el funcionamiento de los ecosistemas y su cambio a agroecosistemas, de tal forma que podamos lograr una agricultura sostenible y ante el reto ocasionado por el uso intensivo de la tierra, así como la naturaleza cíclica del clima? “Los autores contestan una parte de esta interrogante al sostener que ‘el suelo es la parte más importante para el ser humano en los ecosistemas y agroecosistemas, ya que a través de su manejo eficiente podemos lograr una agricultura sostenible’”, señaló.

Agroecosistemas cañeros
El director del área académica Biológico-Agropecuaria de la UV, aseguró que los agroecosistemas cañeros son complejos agrícolas naturales que con el tiempo llegan a establecer un equilibrio entre el clima, la planta y los suelos, pero que regularmente constituyen áreas de monocultivo, y si no son manejados eficientemente, logran empobrecer el suelo en uno o varios elementos debido a la extracción selectiva que hacen de los mismos.

“Antes se creía que solamente con el manejo eficiente de la fertilidad se podría resolver el problema; de esa manera se han venido aplicando grandes dosis de fertilizantes, muchas veces sin ninguna orientación científica técnica”, sostuvo. Por su parte, Roberto Bravo Garzón, ex rector de la UV y actual director del Centro Virtual de Investigaciones Interdisciplinarias (CEVIM), destacó las implicaciones ecológicas que tiene el cultivo de la caña de azúcar, y dijo que éstas pueden ser una solución a los problemas que la agroindustria sufre hoy en día.

“Una hectárea de cañaveral puede absorber hasta 13 toneladas de dióxido de carbono al año, lo que sumado a la posibilidad de que se erradique la costumbre de la quema y la requema, podría dar como resultado que la agroindustria cañera nacional obtuviera bonos ecológicos de los países más contaminantes del mundo –todo esto en el marco del Protocolo de Kyoto–, lo que significaría un ingreso extra a la agroindustria cañera”, aseguró.

Miguel Osvaldo Ascanio, coautor del texto, sostuvo que en Veracruz y Cuba se encuentra el 95 por ciento de los tipos de suelos que hay en el mundo.