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En
la UV, la apuesta es capacitar para un producto sin errores: Zavala
Sedujeron grandes consorcios a editoriales universitarias y se
descuidaron los libros
Alma Espinosa
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Para
mejorar la calidad de los libros, los institutos de cultura no deberían
ser dirigidos por analfabetas funcionales |
Tomás
Granados y Roberto Zavala, durante su participación en la
FILU 2007 |
Algunas editoriales de universidades mexicanas han descuidado el producto
final de su trabajo al aceptar la invitación de grandes consorcios
editoriales, que en muchos casos no revisan los textos porque sus
directivos no saben leer, pero sí tienen varios contactos que
los mantienen en sus puestos.
Así lo aseguró Roberto Zavala Ruiz, escritor, corrector
y editor, durante el foro internacional “El futuro del libro
en la era digital”, en el marco de la Feria Internacional del
Libro Universitario (FILU) 2007 de la Universidad Veracruzana (UV),
quien también urgió a una solución inmediata:
“Debería impedirse que los institutos de cultura sean
dirigidos por analfabetas funcionales, sino por personas que sepan
leer y escribir; asimismo, se requiere que el reducido presupuesto
que se destina a la cultura sea utilizado en actividades como las
organizadas en la UV”, expuso.
A diferencia de casas editoriales comerciales, e incluso de universidades,
la constante capacitación y actualización de todo el
personal involucrado en la realización de un libro ha sido
la clave del éxito y calidad Editorial de la UV, explicó.
Durante su participación en la mesa “La producción
editorial y las nuevas tecnologías”, Roberto Zavala afirmó
que toda editorial que se precie de serlo debe capacitar a su personal
y no sólo a mandos medios, con la finalidad de que el lector
obtenga un producto sin errores y con una gran calidad en la edición.
Al referirse al libro ante los avances tecnológicos, el autor
de El libro y sus orillas dijo que como tal el libro seguirá
existiendo: “Permitirá que uno se duerma con él,
lo acaricie, lo huela y saboree de muchas maneras”, expresó.
Además, dijo que será posible que uno entienda lo que
está leyendo si se dedica el tiempo necesario para la edición
y hace partícipe en esto a más de uno porque así
se garantiza que otros ojos, sensibilidad y cultura detecten las fallas
que de otro modo van a impedir que el lector lea cabalmente lo que
tiene que leer.
En su intervención, Tomás Granados Salinas, editor,
escritor y articulista de periódicos y revistas literarias,
aseguró que la tecnología está lejos de ser una
amenaza para su oficio y para el libro mismo: “Se debe tener
en cuenta que el libro es una tecnología y que no es intrínsecamente
bueno, porque no todos los libros lo son y creo que en este momento
los riesgos inminentes están lejos de la amenaza digital”.
Dijo que los riesgos de subsistencia provienen de que hay pocos lectores,
poco acuerdo gremial y malas políticas estatales. Aunque no
es un remedio para todos estos males, indicó, la ley del libro
–en la que ha colaborado– ayudaría a que esos riesgos
se conjuraran un poco.
En la mesa también participó José Antonio Yánez
de Online Computer Library Center, para comentar que el libro electrónico
sí ha impactado de varias maneras. La más visible es
que está cambiando la lógica, la búsqueda y la
lectura; esto a raíz de que ahora se busca el término,
luego se lee el párrafo, enseguida el capítulo y al
final la parte restante. Concluyó al coincidir con los demás
en que el libro hecho con papel y tinta no desaparecerá ante
la presencia de los libros electrónicos. |
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