Año 7 • No. 283 • Octubre 1 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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En la UV, la apuesta es capacitar para un producto sin errores: Zavala
Sedujeron grandes consorcios a editoriales universitarias y se descuidaron los libros

Alma Espinosa

Para mejorar la calidad de los libros, los institutos de cultura no deberían ser dirigidos por analfabetas funcionales

Tomás Granados y Roberto Zavala, durante su participación en la FILU 2007
Algunas editoriales de universidades mexicanas han descuidado el producto final de su trabajo al aceptar la invitación de grandes consorcios editoriales, que en muchos casos no revisan los textos porque sus directivos no saben leer, pero sí tienen varios contactos que los mantienen en sus puestos.

Así lo aseguró Roberto Zavala Ruiz, escritor, corrector y editor, durante el foro internacional “El futuro del libro en la era digital”, en el marco de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2007 de la Universidad Veracruzana (UV), quien también urgió a una solución inmediata:
“Debería impedirse que los institutos de cultura sean dirigidos por analfabetas funcionales, sino por personas que sepan leer y escribir; asimismo, se requiere que el reducido presupuesto que se destina a la cultura sea utilizado en actividades como las organizadas en la UV”, expuso.

A diferencia de casas editoriales comerciales, e incluso de universidades, la constante capacitación y actualización de todo el personal involucrado en la realización de un libro ha sido la clave del éxito y calidad Editorial de la UV, explicó.
Durante su participación en la mesa “La producción editorial y las nuevas tecnologías”, Roberto Zavala afirmó que toda editorial que se precie de serlo debe capacitar a su personal y no sólo a mandos medios, con la finalidad de que el lector obtenga un producto sin errores y con una gran calidad en la edición.

Al referirse al libro ante los avances tecnológicos, el autor de El libro y sus orillas dijo que como tal el libro seguirá existiendo: “Permitirá que uno se duerma con él, lo acaricie, lo huela y saboree de muchas maneras”, expresó.

Además, dijo que será posible que uno entienda lo que está leyendo si se dedica el tiempo necesario para la edición y hace partícipe en esto a más de uno porque así se garantiza que otros ojos, sensibilidad y cultura detecten las fallas que de otro modo van a impedir que el lector lea cabalmente lo que tiene que leer.

En su intervención, Tomás Granados Salinas, editor, escritor y articulista de periódicos y revistas literarias, aseguró que la tecnología está lejos de ser una amenaza para su oficio y para el libro mismo: “Se debe tener en cuenta que el libro es una tecnología y que no es intrínsecamente bueno, porque no todos los libros lo son y creo que en este momento los riesgos inminentes están lejos de la amenaza digital”.

Dijo que los riesgos de subsistencia provienen de que hay pocos lectores, poco acuerdo gremial y malas políticas estatales. Aunque no es un remedio para todos estos males, indicó, la ley del libro –en la que ha colaborado– ayudaría a que esos riesgos se conjuraran un poco.

En la mesa también participó José Antonio Yánez de Online Computer Library Center, para comentar que el libro electrónico sí ha impactado de varias maneras. La más visible es que está cambiando la lógica, la búsqueda y la lectura; esto a raíz de que ahora se busca el término, luego se lee el párrafo, enseguida el capítulo y al final la parte restante. Concluyó al coincidir con los demás en que el libro hecho con papel y tinta no desaparecerá ante la presencia de los libros electrónicos.