Año 7 • No. 283 • Octubre 1 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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Cada vez más estrechos
los lazos de México y Cuba
Luis Magaña Cuéllar
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Invitados por el rector de la Universidad Veracruzana (UV), Pedro Trigo López y Arsenio García Dávila, pasaron poco más de una semana en tierras veracruzanas, atendidos por personal de la universidad de manera expedita y llena de afecto.

Dos cubanos admirados por propios y extraños debido al papel que jugaron a mediados del siglo XX en la lucha que culminó con el derrocamiento de Fulgencio Batista y que permitió la instauración de la primera república socialista en América.

Durante su estancia, fueron objeto de reconocimientos y asistieron como invitados de honor a eventos conmemorativos y culturales diversos. Visitaron, por ejemplo, el Instituto de Relaciones Culturales Mexicano-Cubanas Flores Magón-Mella, con sede en la capital veracruzana y la Unidad de Humanidades donde hablaron de sus experiencias con estudiantes, profesores y otras personas que acudieron a escucharlos.

Fuera del ámbito universitario, también recibieron atenciones de los ayuntamientos de Papantla y Tuxpan. Fue en este recorrido, hacia el norte de nuestra entidad federativa, en el que tuve el privilegio de acompañarlos. Partimos de Xalapa ellos dos, Joaquín –el chofer asignado– y yo, el 19 de septiembre.

Pero, ¿quiénes son ellos? Pedro Trigo, que hoy frisa los 80 años y cuya dicción y lucidez asombran, fue uno de los 165 jóvenes que, comandados por Fidel Castro y Abel Santamaría, atacaron el Cuartel Moncada en Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953.

Muchos murieron en aquella acción, entre ellos Abel, en medio de atroces torturas, y el hermano de Pedro, Julio Trigo, cuyo nombre lleva hoy un renombrado hospital de La Habana; otros, como Fidel y el propio Pedro, fueron apresados y liberados más tarde.

Tres años después, el 25 de noviembre de 1956, Fidel, al mando de 82 jóvenes cargados de incertidumbres, sueños y planes de justicia social, partían a bordo del Granma –embarcación en la que cabían bien no más de 14– del puerto de Tuxpan.

En su patria otros, que se levantarían en armas, los esperaban. De esa expedición formaba parte Arsenio García, quien ganó el grado de comandante por sus méritos en los campos de batalla. Alrededor de un tercio de los 82 eran sobrevivientes del asalto al cuartel Moncada.

Cuando salieron del puerto veracruzano, una lluviosa madrugada y con el mar picado, Arsenio tenía sólo 20 años de edad. Cabe aclarar que él no fue moncadista ni Pedro expedicionario del Granma.

Llegamos a Papantla poco después de la una de la tarde. Hacía calor tolerable, que no agotaba. El alcalde, don Martín Rizo, nos esperaba en sus oficinas del Ayuntamiento; estaban allí también algunos de sus colaboradores, reporteros y personal de la UV, encabezado por el maestro Ariel Rivera.

El primer edil les dio la bienvenida y les entregó las llaves de la ciudad; la directora de Turismo Municipal, Georgina Cortés, se encargó de explicarles las características de los trajes típicos papantecos que lucían tres bellas jóvenes; Marilú Galván pronunció unas sentidas palabras de acogida y Ariel Rivera hizo lo propio a nombre del vicerrector de la región, les obsequió sendas series de litografías de Teodoro Cano, artista papanteco de fama internacional.

Nos despedimos del alcalde. Luego, Ariel Rivera y su pequeña comitiva y la directora de Turismo Municipal nos condujeron al parque ecológico Xánath (flor, en totonaca), a orillas de la ciudad, donde comimos sencillas y sabrosas viandas de la cultura culinaria indígena en recipientes de barro. Luego visitamos El Tajín.

A la caída de la tarde, los amigos cubanos, el chofer y yo emprendimos el camino a Tuxpan. En trayectos como ése conversábamos, al estímulo de preguntas específicas, de la historia de nuestros respectivos pueblos.