Año 8 • No. 293 • Diciembre 10 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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La formación profesional
de bibliotecarios en México
Diana Eugenia González Ortega
Directora General de Bibliotecas

Primer lugar, Fernando Moreno Díaz; segundo, Ramón Alberto Velásquez Barragán y, tercero, Víctor Manuel Marín González

Menciones honoríficas a Gustavo Álvarez Ramírez, Salvador Alejandri Meza y Eliane Ronzón González

En la segunda década del siglo XX, Venustiano Carranza, jefe del ejército constitucionalista, juega un papel relevante como promotor de un concepto de nación, impulsado desde la visión de la consolidación institucional, mediante la cual se levantaría un estado moderno, fuerte, cimentado sobre instituciones más que sobre personalidades. Visión que se oponía al régimen porfirista, en el que las instituciones habían sido subordinadas y avasalladas por la red de compadrazgos y caciques, señoreados por la figura de Díaz y salvaguardadas por el ejército, los rurales y las guardias blancas.

Para este gobierno era necesario contar con una sociedad educada que entendiera y se relacionara con la estructura de gobierno, y de una administración eficiente que permitiera prever y satisfacer las necesidades de la sociedad, donde las bibliotecas jugaban un papel importante ya que eran consideradas como organismos que fomentan la lectura y el conocimiento igual que los archivos que permiten la reorganización de las instituciones y son guardines de los documentos históricos de México.

En este contexto ubicamos el primer antecedente de formación bibliotecaria en México realizado por Don Agustín Loera y Chávez por medio de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes el 14 de abril de 1915, cuando concibió la creación de una “Academia de Bibliografía” que se realizó en la Biblioteca del pueblo, en el puerto de Veracruz.

Esta academia consistía en un programa de 25 conferencias relacionadas básicamente con la parte teórica de la clasificación de bibliotecas y archivos. Esta academia fue suspendida ya que Don Agustín fue enviado a estudiar la organización de las bibliotecas estadounidenses, con miras a realizar un estudio comparativo con las de México.

A su regreso, Loera y Chávez no desistió de su idea y elaboró un proyecto que presentó al gobierno en el que se proponía crear la Escuela de Bibliotecarios y Archiveros, adscrita a una Oficina Central de Bibliografía, llamada a satisfacer las ingentes necesidades del gobierno, encargarse de la formación de un índice general de los archivos y bibliotecas que dependían de la Secretaría de Instrucción pública, y establecer el departamento escolar denominado biblioteca de los niños.

El plan de estudios se fundamentaba en la práctica, y el proyecto incluía las siguientes asignaturas: Clasificación de bibliotecas y archivos; Organización de bibliotecas y archivos; Catalografía; Traducción del francés; Traducción del inglés; Traducción de latín; Conferencia de Bibliología.

Los requisitos de ingreso eran haber terminado la educación primaria, ser mayor de 15 años y menor de 50 y acreditar la seriedad necesaria para concluir el programa.

De esta manera se inician una serie de negociaciones con las autoridades correspondientes, para dar a los empleados que trabajaban en las diversas bibliotecas y archivos de la época, su primera formación en la organización de bibliotecas y archivos.

Bibliografía
- Díaz Mercado, J. Apuntes históricos sobre Biblioteconomía en México. Boletín de la Escuela Nacional de Bibliotecarios y Archivistas, nov-dic 1953, no. 2

- Escalona, L. comp. (2005) La educación bibliotecológica en México a través de sus instituciones educativas. México, UNAM-CUIB.

- Escobar Barrios, A. (2006) Esbozo histórico, a sesenta años de fundación. México, Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía.

- Morales Campos, E. (1987) Testimonios de la bibliotecología mexicana: educación 1915-1954. México, UNAM.

El rector Ror