En octubre de este año estará en el Festival Cervantino
ofreciendo un concierto con música escrita especialmente para
él por jóvenes compositores menores de 35 años.
Se trata de temas escritos para flauta y medios electrónicos.
Además, tiene en puerta actuaciones en Hong Kong, Australia,
España y Estados Unidos. Ha sido invitado al Pacific Music
Festival de Sapporo en Japón; en México será
director y solista huésped de la Orquesta Filarmónica
de Querétaro y la Filarmónica de la Ciudad de México.
Estudió en el Conservatorio Nacional en México y posteriormente
en el Sweelinck Conservatorium en Ámsterdam, Holanda, donde
obtuvo el grado de “Solista Cum Laude”. Durante sus giras
por Europa, Estados Unidos, Sudamérica e Israel ha impartido
numerosas clases magistrales; en Inglaterra y Estados Unidos ha participado
en proyectos de educación, así como en proyectos de
apoyo a sectores marginados y desprotegidos de la sociedad.
¿En
qué consisten las clases magistrales y el curso que impartirá
este mes?
Es un curso de interpretación musical general y sobre todo
son técnicas de estudio. Es un curso dedicado a ubicar a
los alumnos profesionales de Música. Darles metodologías
y que ubiquen en dónde están parados, cuáles
son los puntos en los que tienen que ser críticos con ellos
mismos con base en su estudio y en lo que quieren en la vida. Mi
intención es muy pragmática sobre lo que quieren y
pueden hacer, y que descubran con qué armas cuentan para
poder desarrollarse como músicos.
Usted
ha cumplido este año tres décadas no sólo de
estar activo, sino de ser un músico exitoso. ¿Ha logrado
todas las metas que se ha propuesto?
No lo he hecho. Uno nunca tiene que creer que ya ha llegado, he
logrado muchas cosas en mi carrera pero me faltan muchas otras.
Por ejemplo, no he logrado llegar a un público más
allá de los amantes de la música clásica. Me
falta mucho por hacer en el país, en América Latina
y el mundo, pero eso se logra poco a poco y con trabajo constante.
Lo más difícil es tener una vigencia en el medio musical
a partir de estar picando piedra. Por ejemplo, consolidarme como
director es algo que aún me falta hacer.
Entonces,
¿no ha dirigido aún lo suficiente?
Junto con tocar, el dirigir es lo que más me apasiona; soy
una persona que tiene una característica especial, no me
considero un líder sino un catalizador de emociones, como
en un momento dado lo hacían los directores del siglo XVIII
o anteriores. El director de orquesta del siglo XX o XXI tiene que
dejar de ser un dictador totalitario y tiene que ser más
un depositario de la confianza y de las virtudes de los músicos
para poder ser quien determine cosas, pero que también pueda
escuchar y entender a los músicos como artistas.
Usted
toca desde los 13 años, incluso sorprendió su virtuosismo
al tocar con la Orquesta de Cámara del Conservatorio en el
Palacio de las Bellas Artes, ¿cuándo es que decide
que quiere ser músico?
En la secundaria fue cuando tuve contacto con la música por
primera vez. Una chica tocaba al piano una sonata de Mozart y cuando
la escuché me cautivó lo que oí. Gracias a
eso decidí que quería ser músico, mi familia
no tenía ningún antecedente musical, pero gracias
a esta chica descubrí lo hermosa que es la música.
¿Horacio
Franco se siente profeta en su tierra?
Sí, me siento profeta en mi tierra y en otras también.
Creo que he logrado mucho en otros lugares pese a que no vivo allá.
Aunque me considero más profeta de mí mismo.
¿Qué
es lo que más le gusta de su profesión?
La comunicación. Detesto viajar, es terrible viajar con presión
de trabajo, es desgastante. Conozco los lugares brevemente y cuando
puedo me quedo más días pero casi nunca tengo la oportunidad
de hacerlo. La última vez que tomé vacaciones fue
hace cinco años en Puerto Vallarta.
Cuando estoy de vacaciones estoy encerrado en mi casa. Es fantástico
estar en comunicación con la gente, como ahora que estoy
dando este curso, eso me gusta mucho.
¿Es
usted un artista político? ¿Se involucra con las causas?
Claro que sí. En cualquier tipo de circunstancia debes tener
un compromiso, no te puedes retraer como persona. Desde que Beethoven
emancipa la música y nos reivindica como gente profesional
y no como sirvientes de los grandes señores ni de las iglesias,
debemos tener una responsabilidad social para mejorar nuestra calidad
de vida y para ver qué es lo que pasa en la sociedad en la
que vivimos.
Usted
es un músico que se preocupa y ocupa de su aspecto personal,
quizá más que muchos músicos, al menos en México,
¿por qué lo hace?
En la vida todo se puede, el tiempo se puede negociar. En ese sentido,
no me representa ningún problema dedicarme a la música
porque crecí con ella y la cuestión del ejercicio
es una cosa que hago por tres cosas: por salud, por vanidad y por
mercadotecnia.
Por salud porque tengo unos antecedentes genéticos muy desagradables,
mi madre con hipertensión murió de un derrame cerebral
masivo, además tenía artritis reumatoide; mi padre
sufrió diabetes fulminante que le quitó la vida porque
tampoco se cuidaba.
Por vanidad, porque quienes pusieron la vanidad como un pecado fue
porque estaban muy frustrados, el verse bien uno mismo es lo que
proyectas como ser humano.
Y por mercadotecnia porque finalmente tengo una imagen que vender
y quiero que ésta sea lo mejor presentable posible. |