Año 8 • No. 317 • Julio 7 de 2008 Xalapa • Veracruz • México
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El prestigiado flautista impartió curso en la Facultad de Música-UV
“Uno nunca tiene que creer que ya ha llegado
a la meta”: Horacio Franco

Gina Sotelo

Gracias a un convenio de colaboración entre la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana (UV) y el Conservatorio Nacional de Música de la Ciudad de México, Horacio Franco visitó Xalapa para impartir a maestros y alumnos clases magistrales y conferencias durante la primera semana de julio.
Franco es uno de los flautistas más sobresalientes de México y el mundo.

Virtuoso ejecutante de la música barroca, su inquietud le ha llevado a explorar géneros que van de lo popular al folklore, pasando por el jazz y próximamente a lo electrónico.

Con su imagen de “pop star” es aclamado por la crítica internacional como uno de los representantes más dignos de su instrumento a nivel mundial. Es gracias a él que la flauta de pico se reivindica como un instrumento profesional y respetado.

Actualmente sigue con la promoción de su disco Primero Bach grabado con el clavecinista Fabián Espinosa, preparando conciertos de corte medieval y explorando en el género jazz.
En octubre de este año estará en el Festival Cervantino ofreciendo un concierto con música escrita especialmente para él por jóvenes compositores menores de 35 años. Se trata de temas escritos para flauta y medios electrónicos.

Además, tiene en puerta actuaciones en Hong Kong, Australia, España y Estados Unidos. Ha sido invitado al Pacific Music Festival de Sapporo en Japón; en México será director y solista huésped de la Orquesta Filarmónica de Querétaro y la Filarmónica de la Ciudad de México.

Estudió en el Conservatorio Nacional en México y posteriormente en el Sweelinck Conservatorium en Ámsterdam, Holanda, donde obtuvo el grado de “Solista Cum Laude”. Durante sus giras por Europa, Estados Unidos, Sudamérica e Israel ha impartido numerosas clases magistrales; en Inglaterra y Estados Unidos ha participado en proyectos de educación, así como en proyectos de apoyo a sectores marginados y desprotegidos de la sociedad.

¿En qué consisten las clases magistrales y el curso que impartirá este mes?
Es un curso de interpretación musical general y sobre todo son técnicas de estudio. Es un curso dedicado a ubicar a los alumnos profesionales de Música. Darles metodologías y que ubiquen en dónde están parados, cuáles son los puntos en los que tienen que ser críticos con ellos mismos con base en su estudio y en lo que quieren en la vida. Mi intención es muy pragmática sobre lo que quieren y pueden hacer, y que descubran con qué armas cuentan para poder desarrollarse como músicos.

Usted ha cumplido este año tres décadas no sólo de estar activo, sino de ser un músico exitoso. ¿Ha logrado todas las metas que se ha propuesto?
No lo he hecho. Uno nunca tiene que creer que ya ha llegado, he logrado muchas cosas en mi carrera pero me faltan muchas otras. Por ejemplo, no he logrado llegar a un público más allá de los amantes de la música clásica. Me falta mucho por hacer en el país, en América Latina y el mundo, pero eso se logra poco a poco y con trabajo constante.

Lo más difícil es tener una vigencia en el medio musical a partir de estar picando piedra. Por ejemplo, consolidarme como director es algo que aún me falta hacer.

Entonces, ¿no ha dirigido aún lo suficiente?
Junto con tocar, el dirigir es lo que más me apasiona; soy una persona que tiene una característica especial, no me considero un líder sino un catalizador de emociones, como en un momento dado lo hacían los directores del siglo XVIII o anteriores. El director de orquesta del siglo XX o XXI tiene que dejar de ser un dictador totalitario y tiene que ser más un depositario de la confianza y de las virtudes de los músicos para poder ser quien determine cosas, pero que también pueda escuchar y entender a los músicos como artistas.

Usted toca desde los 13 años, incluso sorprendió su virtuosismo al tocar con la Orquesta de Cámara del Conservatorio en el Palacio de las Bellas Artes, ¿cuándo es que decide que quiere ser músico?
En la secundaria fue cuando tuve contacto con la música por primera vez. Una chica tocaba al piano una sonata de Mozart y cuando la escuché me cautivó lo que oí. Gracias a eso decidí que quería ser músico, mi familia no tenía ningún antecedente musical, pero gracias a esta chica descubrí lo hermosa que es la música.

¿Horacio Franco se siente profeta en su tierra?
Sí, me siento profeta en mi tierra y en otras también. Creo que he logrado mucho en otros lugares pese a que no vivo allá. Aunque me considero más profeta de mí mismo.

¿Qué es lo que más le gusta de su profesión?
La comunicación. Detesto viajar, es terrible viajar con presión de trabajo, es desgastante. Conozco los lugares brevemente y cuando puedo me quedo más días pero casi nunca tengo la oportunidad de hacerlo. La última vez que tomé vacaciones fue hace cinco años en Puerto Vallarta.

Cuando estoy de vacaciones estoy encerrado en mi casa. Es fantástico estar en comunicación con la gente, como ahora que estoy dando este curso, eso me gusta mucho.

¿Es usted un artista político? ¿Se involucra con las causas?
Claro que sí. En cualquier tipo de circunstancia debes tener un compromiso, no te puedes retraer como persona. Desde que Beethoven emancipa la música y nos reivindica como gente profesional y no como sirvientes de los grandes señores ni de las iglesias, debemos tener una responsabilidad social para mejorar nuestra calidad de vida y para ver qué es lo que pasa en la sociedad en la que vivimos.

Usted es un músico que se preocupa y ocupa de su aspecto personal, quizá más que muchos músicos, al menos en México, ¿por qué lo hace?
En la vida todo se puede, el tiempo se puede negociar. En ese sentido, no me representa ningún problema dedicarme a la música porque crecí con ella y la cuestión del ejercicio es una cosa que hago por tres cosas: por salud, por vanidad y por mercadotecnia.

Por salud porque tengo unos antecedentes genéticos muy desagradables, mi madre con hipertensión murió de un derrame cerebral masivo, además tenía artritis reumatoide; mi padre sufrió diabetes fulminante que le quitó la vida porque tampoco se cuidaba.

Por vanidad, porque quienes pusieron la vanidad como un pecado fue porque estaban muy frustrados, el verse bien uno mismo es lo que proyectas como ser humano.

Y por mercadotecnia porque finalmente tengo una imagen que vender y quiero que ésta sea lo mejor presentable posible.