Asegura Doctor Honoris Causa
En medio siglo, la psicología no ha
evolucionado: Emilio Ribes
Alma Espinosa
Desde hace décadas, el sindicalismo
destruyó la educación en México
La ciencia, contrario a lo que se cree, está
basada en opiniones particulares e intereses de grupos
Aunque barcelonés de nacimiento, Emilio Ribes
Iñesta se ha considerado toda su vida mexicano.
Desde su juventud el estudio de la psicología lo
apasionó y comenzó su trabajo en los aspectos
relacionados con la educación para la salud, los
modelos para la enseñanza de la ciencia y el comportamiento.
A los 20 años llegó a Xalapa para unirse
a un grupo conformado por otros destacados psicólogos
para fundar la carrera de Psicología en la Facultad
de Ciencias de la Universidad Veracruzana (UV), en la
cual por primera vez se integró la enseñanza
de la ciencia básica y aplicada de la psicología
mediante el establecimiento de laboratorios experimentales
y un centro de servicio a la comunidad.
A esta tarea se suma su liderazgo en la integración
de la Maestría en Modificación de Conducta
de la UV, primer programa de posgrado en la especialidad
fuera de los países de habla anglosajona. Durante
su estancia en esta casa de estudios se aplicaron por
primera vez los sistemas de instrucción personalizada
en educación superior.
Con una maestría en Psicología Experimental
por la Universidad de Toronto y un doctorado en Filosofía
por la UNAM, Emilio Ribes ha destacado en todo el país
por sus trabajos relacionados con los procesos básicos
del comportamiento y aprendizaje animal, el desarrollo
psicológico y el lenguaje, el aprendizaje humano
complejo y los procesos simbólicos, y el comportamiento
social y la personalidad. |
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Además, ha contribuido en la creación y reorientación
de programas de licenciatura y posgrado en psicología.
Su labor como investigador lo ha llevado a fundar laboratorios
y unidades de investigación, como el Centro de Estudios
e Investigaciones en Comportamiento de la Universidad de Guadalajara,
única institución dedicada a la investigación
básica en psicología en América Latina
y que actualmente dirige.
Por cuatro décadas dedicadas al estudio, investigación,
análisis y formación de nuevos científicos
dedicados a la psicología, el Consejo Universitario
General de la Universidad Veracruzana le otorgó el
grado máximo de Doctor Honoris Causa. Ante tal distinción,
Emilio Ribes, dijo estar muy agradecido y contento, además
de que volver a la capital veracruzana es como “regresar
a casa”.
Para conocer su visión de la Psicología, entrevistamos
a Emilio Ribes Iñesta.
En la década de los sesenta egresó
de la primera generación de psicólogos con una
formación de tipo profesional; de ese tiempo a la fecha,
¿cómo ha cambiado la psicología, ha evolucionado?
En psicología no hay nada novedoso, estamos como hace
80 ó 90 años por muchas razones difíciles
de explicar. Se trata de una disciplina que todavía
no tiene un acuerdo sobre cuál es su objeto de conocimiento.
Existen opiniones dispares al respecto, por lo mismo hace
que en realidad sean muchas psicologías. Hablo de las
psicologías no de la psicología.
Son psicologías que no se tocan, psicologías
paralelas que tienen supuestos y objetivos diferentes. Y como
suele ocurrir cuando una ciencia no tiene un modelo y una
lógica propia, toma modelos y lógicas de otras
ciencias y eso, en vez de ayudar, termina por confundir porque
empezamos a incorporar o importar modelos que provienen de
disciplinas como la economía o la física, creyendo
que eso hace mucho más aceptables nuestros puntos de
vista y es al contrario. En realidad, de psicología
no hay mucho de qué hablar.
¿Entonces, pugna por una pureza de la disciplina?
Simplemente que se consolide como tal. La mayor parte de los
psicólogos, por una parte, suponen que lo psicológico
es un epifenómeno de lo social, pero para eso ya están
las ciencias sociales, no necesitamos hacer psicología.
Por otro lado, creen que es un epifenómeno del cerebro,
que llaman mente o comportamiento, pero ésa es una
función cerebral y para eso están los médicos,
no se necesita psicología.
Es totalmente contradictorio que haya psicólogos que
suponen que lo que sustenta su disciplina está en otras
disciplinas.
¿Y qué ha sucedido con la psicología
experimental?
Es simplemente una forma de hacer psicología. Trata
de aplicar un método sistemático de observación
y de replicación de los datos; intenta identificar
las variables que pueden ser importantes para la producción
de un fenómeno. El método como tal si no tiene
una buena teoría no sirve de nada; hacer investigación
sin una buena teoría aumenta la confusión. El
problema de la psicología es que hay mucha confusión
con el método experimental.
Los psicólogos estudian la memoria, pero ésta
es un término que proviene del lenguaje ordinario,
no es técnico; es como si los físicos estudiaran
el color azul o la luna. Los psicólogos toman términos
del lenguaje ordinario y 99 por ciento cae en la confusión
de que esos términos describen algo que en realidad
ocurre. Por ejemplo, cuando digo que tengo buena memoria significa
que tengo algo en más cantidad que otro que tiene mala
memoria; de ahí surge la pregunta de cuál es
la ubicación de la memoria y empiezan a buscarla.
El hecho es que llevamos 140 años estudiando la memoria
y no sabemos más de lo que sabe la gente ordinaria.
Los fisiólogos complican más el asunto porque
creen que cuando empiezan a sacar registros están estudiando
la memoria y van a encontrar los lugares de la memoria, pero
no pueden encontrar la localización de un concepto
confuso.
Eso es parte de toda la psicología, por eso el método
experimental aunque ayuda a aclarar los problemas, no es garantía
de nada si no existe una teoría clara y lógicamente
coherente que sustente la aplicación de ese método.
¿Qué tan difícil ha sido luchar
contra esto?
No lo es sólo para mí, les corresponde a todos
los psicólogos. Algunos, por razones coyunturales de
la trayectoria profesional y personal, nos percatamos que
estamos viviendo en un mundo de confusión. Es como
la ruta de la niebla de la Psicología, sin los encantos
de los bosques y los pueblos de la sierra, solamente hay niebla.
Pero, ¿la psicología también
tiene encanto, no es así?
Es muy divertido, no lo niego.
¿Emilio Ribes se divierte?
En ocasiones. Pero el asunto es tratar de ver dónde
se origina la confusión y cómo podemos eliminarla.
El problema es que la ciencia, al contrario de lo que cree
la gente, no es algo que esté basado en criterios racionales
y objetivos; está basada en opiniones, creencias e
intereses de grupos. De tal manera que aunque diera una conferencia
demostrando la incoherencia de lo que hacen los psicólogos,
ellos saldrían de ahí diciendo “qué
interesante”, pero continuarían haciendo lo mismo.
Eso es lo que pasa ahora.
Lo que ocurre es que probablemente sea cuestión de
evolución de la disciplina, como ocurrió con
todas las otras disciplinas científicas. Por ejemplo,
la química, hasta el siglo XVIII siguió basada
en otros conceptos, hasta que Lavoisier descubrió que
la combustión se debe al oxígeno y no a una
sustancia extraña. La química se hizo ciencia
el día que descubrieron una manera de distinguir las
propiedades químicas de las físicas y se creó
la tabla periódica de los elementos.
A los biólogos les pasó lo mismo. Ellos creían
que Dios había creado las especies y que éstas
habían sido siempre así, hasta que los datos
geológicos no correspondieron con los datos biológicos
y hasta que Darwin encontró antecedentes que permitían
suponer que lo que vemos ahora es el resultado de cambios
y mutaciones de seres que existieron mucho tiempo antes y
que por lo tanto evidenciaban un proceso de evolución.
Eso cambió totalmente la ciencia de la biología.
Sin embargo, todavía hay biólogos en varios
estados de Estados Unidos que prohíben la Teoría
de la Evolución porque va en contra de la Biblia. El
país más democrático, entre comillas,
y más avanzado, supuestamente, todavía está
discutiendo si se enseña o no la Teoría de la
Evolución en las escuelas.
Imagínese a los psicólogos, que estamos en otro
lado y que todavía no nos ponemos de acuerdo sobre
qué es lo psicológico: todavía es peor.
Hay gente que todavía cree que hay algo llamado mente
y espíritu, que proviene de la tradición judeocristiana
de pensamiento. Mientras la tradición sea la ideología
dominante en occidente difícilmente aceptarán
términos científicos serios. Así es de
sencillo todo en el mundo.
En la psicología tendremos que esperar 400 años
para que ocurra un cambio, como pasó con Darwin en
la biología. Yo no voy a estar vivo para cuando pase.
Usted, como Darwin, ya hizo una aportación
importante a la psicología en Xalapa…
El problema no es hacerlo en Xalapa o en cualquier otro lado,
el problema es que uno puede plantear una forma alternativa,
tratar de desarrollarla y crear una tradición. Normalmente
las tradiciones científicas que dominan no quiere decir
que sean las correctas, sino son aquellas que prevalecen por
factores sociales, históricos e ideológicos
que no tienen que ver con la dinámica de la disciplina.
Así ha sido en la psicología y en la física;
por ejemplo, a Galileo lo iban a quemar y dijo “me retracto”,
no obstante en voz baja aseguró: “Y sin embargo,
se mueve”.
¿Cómo puede un psicólogo evolucionar
su visión?
Lo que hay que hacer es pensar, ser crítico, reflexivo,
leer mucho de tu propia historia y acudir a los autores originales.
Cuando usted me preguntaba cuánto ha avanzado la psicología,
respondí que nada, porque si leemos a los grandes autores
de principios del siglo XX vamos a ver que tienen mucha más
claridad que nosotros en el planteamiento de los problemas.
A mis estudiantes les digo que no lean nada posterior a 1970
porque no tiene la menor importancia, nadie ha contribuido
nada original de 1970 a la fecha. Esto es muy grave.
Entonces, ¿hacia dónde va la Psicología?
Hacia ningún lado. Está dando de vueltas como
loca porque tiene el efecto trompo.
Esto deja mal situada a la disciplina ante la sociedad…
El caos de la disciplina es tal que la gente cree que la psicología
es una producción aplicada y no es así: la psicología
es una ciencia básica. Como profesión no tiene
sentido porque no existe nada que se llame problemas psicológicos,
si no Vicente Fox ya nos hubiera construido una secretaría
de los problemas psicológicos. No existen éstos.
En todos los problemas sociales hay una dimensión individual
y eso tiene que ver con lo psicológico, y los problemas
sociales no son problemas psicológicos. Hay problemas
de comunicación, transportación, energía,
de salud, ésos son problemas reales y que requieren
de profesiones, pero la psicología no es una profesión
ni debiera serlo.
Sin embargo, hay una proliferación de escuelas y de
programas que no son consecuentes con criterios racionales
ni bien fundados, sino con factores externos y ajenos a la
ciencia.
¿No es frustrante esta situación, luego
de que usted ha sido pionero en el campo?
Cuando era joven me sentía un poco como Don Quijote,
pero con los años lo que hace uno es simplemente tratar
de encontrar un camino, cultivarlo, crear una tradición
y un grupo. Quienes quieran aprovecharlo que lo hagan porque
uno no puede hacer algo más.
¿Hasta cuándo persistirá esta
tendencia en la psicología?
No estaré vivo para ese entonces, eso es algo que les
digo a todos los estudiantes.
El caso de la psicología es muy particular porque no
pasa lo mismo con la sociología, economía o
lingüística porque, aunque haya puntos de vista
distintos sobre cómo abordar un hecho, todos están
de acuerdo en que es un hecho político, económico
o lingüístico; los psicólogos no estamos
de acuerdo ni siquiera en qué es un hecho psicológico.
Entonces, ¿no sería correcto relacionar
a la psicología con las cuestiones educativas?
El problema es que una psicología confusa puede aportar
poco a la educación, la cual es una institución
social muy compleja que además está enmarañada
con otro tipo de intereses. Pienso que una psicología
bien fundamentada obviamente debe sustentar el proceso educativo
en una parte fundamental, en la parte técnica. Yo creo
que nosotros lo podemos hacer, pero la mayor parte de los
psicólogos no sirven para nada. Se ve. Cada vez que
entran los psicólogos en los procesos gubernamentales
de educación, con el sesgo en la disciplina que ya
traen, determinan qué se va a hacer y la educación
cada vez es peor. Son interpretadores de sus teorías
y amoldan las instituciones educativas a las teorías
y eso no puede ser.
Un ejemplo reciente es el de España. Los teóricos
cognoscitivistas y piagetianos españoles destruyeron
la educación básica en la época de Felipe
González. Aquí en México no hay nada
qué destruir porque ya la destruyó el sindicalismo
hace muchos años. Aquí no necesitamos traer
psicólogos en especial, ya con el sindicato es suficiente.
¿Y ni siquiera los exámenes que ahora
aplica el SNTE ayudan en algo a la educación?
Sólo son vaciladas. Para evaluar a un profesor lo primero
que debemos hacer es determinar qué va a enseñar
y si no tenemos un sistema de enseñanza bien determinado
para qué evaluamos a quien lo va a ejercitar. Es como
si usted dijera “necesito jugadores”, y si le
preguntan “de qué disciplina deportiva”,
usted respondiera “no sé pero necesitamos evaluarlos”.
La pregunta es qué se va a evaluar.
Ante este panorama poco alentador, ¿cómo
ayudar o apoyar a las nuevas generaciones?
Hay que cambiar las cosas, pero eso no es un problema de psicólogos,
es un conflicto social que implica la participación
desde abajo. Normalmente la educación y la economía
son dos cosas tan importantes como para dejárselas
a los educadores y a los economistas. La educación
pública en este país hay que cambiarla toda
y empezar desde las bases.
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