Inaugura muestra de cerámica
en el MAX
Sorprenden las rollizas figuras
de Tomás Owen en Tierra plena
Gina Sotelo
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Como
al flamenco Peter Paul Rubens y al colombiano Fernando
Botero, a Tomás Owen le gustan más bien
las formas rebosantes de carnes; para el ceramista,
la estética femenina es más que la insípida
ecuación 90-60-90. “Las gorditas son más
sabrosas”, dice divertido al hablar de su nueva
exposición Tierra plena, cerámica figurativa
que actualmente está expuesta en la Sala de Exposiciones
Temporales del Museo de Antropología de Xalapa
(MAX).
Las figuras de Owen son un desafío a la gravedad.
Se aprecia la gracia y el equilibrio en piezas únicas
que realizan arriesgadas proezas a pesar de su sobrepeso:
bailarinas que se paran en un pie sin perder el garbo,
acróbatas que se balancean en un fino columpio
o la sagaz equilibrista que se sostiene en una mano.
Como todo artista comprometido, Owen se involucra en
todo el proceso creativo. Prepara su cerámica
haciendo mezclas de entre una treintena de barros de
diferentes zonas y colores, tornea cada una de sus piezas
y las quema en su inseparable horno de leña.
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Owen se considera
más un ceramista que un escultor. Con 30
años de hacer cerámica de manera intermitente,
es desde hace ya tres que se ha dedicado a elaborar
esculturas: “Mis piezas son hechas en torno,
igual que mis platos o vasijas. Mis gordas y gordos
las hago con la misma técnica, pues se me
facilita el proceso”. |
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Arquitecto, escenógrafo, director
de arte, y carpintero a sus horas, Owen siempre ha sentido
fascinación por los gordos, quienes incluso se han
sentido reivindicados en sus esculturas: “La gordura
tiene cierta gracia y sensualidad. En general, la gente se
divierte con mis piezas y mucho más allá del
análisis de un crítico de arte, a mí
me complace que mi exposición le produzca placer al
público”.
Tierra plena son 30 piezas –esculturas y vasijas–
que van de los 25 centímetros a 1.65 metros de altura.
La fórmula descubierta por Owen incluye un barro localizado
en Cerro Colorado que le da la pigmentación a la pieza.
El tono vidriado de sus creaciones es resultado natural de
la quema.
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Owen se inició
en el oficio a finales de los setenta, en el taller de
Hal Babbit en Naolinco. De 1985 a 1993 trabajó
con Gustavo Pérez, y más tarde construyó
en Xalapa su propio taller. Ha experimentado con arcillas
de diversas densidades y constitución, el torneado
y el modelado, engobes y texturas y la quema en horno
de leña de alta temperatura.
Y seguirá por mucho tanteando la técnica
y tentando la fantasía para conseguir formas, ya
sea utilitarias o puramente ornamentales, acordes a este
mundo sensual. Los personajes contorsionados manifiestan
un conocimiento de la maleabilidad, la fuerza y la tensión
del barro, al igual que la de los cuerpos.
Entre los planes de Owen está el de llevar una
exposición a Los Ángeles, California, en
octubre. Estará en la galería Pounder-koné
art space con la muestra Pleasure and misery; además,
participará en varias exposiciones colectivas. |
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