Coinciden Castañón, Silva-Herzog
y Medina Portillo
Octavio Paz, fuerte y vigente
Gina Sotelo
Con motivo del décimo aniversario luctuoso
del Premio Nobel Octavio Paz, la Feria Internacional del Libro
Universitario (FILU), que organiza la Universidad Veracruzana
(UV) y cuya edición 2008 se realizó hasta el
21 de septiembre en el Museo del Transporte, efectuó
una serie de actividades para recordar la obra y la figura
del autor de Libertad bajo palabra y El laberinto de la soledad.
Una de las actividades centrales fue la mesa La imaginación
crítica, que se llevó a efecto el sábado
13 en el Pabellón Central con la participación
de Jesús Silva Herzog-Márquez, Adolfo Castañón
y David Medina Portillo, moderados por Joaquín Díez-Canedo.
Los convidados al homenaje hablaron en torno al pensamiento
político de Paz, una de las figuras intelectuales del
siglo XX de mayor presencia y reconocimiento en el mundo y
quien fuera nieto de otro escritor, Ireneo Paz; de cómo
éste mostró sus intereses literarios de manera
muy precoz, publicando muy joven sus primeros trabajos en
diversas revistas literarias.
Jesús Silva Herzog-Márquez habló de la
importancia de reflexionar acerca de dónde está
hoy Paz en la conversación mexicana; subrayó
que desde la poesía Paz veía lo que había
detrás, el universo: “Ahí está
la fuerza, la vigencia y la elocuencia de Paz, que sigue diciéndonos
muchas cosas como los aspectos que nos hacen sentir más
distantes. A mitad del siglo XX se preguntó quiénes
y cómo somos los mexicanos, pregunta que se hizo una
y otra vez en El laberinto de la soledad”.
Sobre su mirada poética habló de una búsqueda
de la realidad simbólica de los hechos: “No puede
contemplarse la política como un artefacto que procesa
ideas, sino que hay una representación, teatro, alegoría”.
Adolfo Castañón recordó a Paz cuando
dice que los mexicanos somos contemporáneos de todos
los hombres y la posible respuesta que surge es ¿por
fin los mexicanos somos contemporáneos de todos los
mexicanos?: “Esta pregunta tiene que ver con herida
profunda de la desigualdad que siempre atormentó a
Paz, el hijo del zapatista”.
Resaltó la claridad del escritor de llamar “al
pan, pan y al vino, vino” y reconoció la transparencia
que recorrió toda su obra: “Octavio Paz se hizo
de preguntas la primera mitad de su vida, las respuestas fueron
creciendo como enormes enredaderas que le impidieron hacerse
otras preguntas”.
David Medina Portillo habló también de la enorme
preocupación de Paz por la identidad sobre lo mexicano:
“En gran medida toda su reflexión en torno a
lo nacional es la búsqueda de una identidad, pero una
identidad nacional” y citó también que
la historia de Paz es la historia de México”.
De esta manera, la FILU rindió homenaje a quien dejara
un valioso legado literario. Su obra completa conoce dos ediciones,
una realizada por Círculo de Lectores y otra por el
Fondo de Cultura Económica.
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