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Año 8 / No. 328 / Octubre 6 de 2008 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

A 40 años de la matanza en la Plaza de las Tres Culturas

Unidad y educación para todos:
legado del dos de octubre



Alma Espinosa y David Sandoval

De acuerdo con estudiantes y académicos de la Universidad Veracruzana (UV), el mensaje que dejaron los miles de estudiantes que culminaron sus demandas en la cruenta manifestación del dos de octubre de 1968 fue: unidad y educación para mejorar nuestro entorno.

En el marco del 40 aniversario de la matanza de Tlatelolco, UniVerso entrevistó a miembros de nuestra comunidad universitaria para hacer un alto y analizar su legado, el significado que este evento tiene para las nuevas generaciones de universitarios y si la vigencia de aquel mítico compromiso de los estudiantes con la educación superior pública.

Así, estudiantes y académicos de diferentes carreras de las áreas de Humanidades y Económico-Administrativa coincidieron en señalar un rechazo a las represiones, sobre todo aquellas de naturaleza violenta y en que la matanza de la Plaza de las Tres Culturas dejó un legado de unidad ante el bien común, así como el reconocimiento y la necesidad de retribuir a la educación superior pública.

“Como estudiantes, aceptamos ese compromiso y se vive día a día en las aulas; sólo con la educación vamos a salir adelante; ese es el gran mensaje del 68: unidad y educación para mejorar nuestro entorno”, detalló José Manuel Pozos, de la Facultad de Derecho.

De la misma carrera, Paulina Llanos destacó el compromiso que tienen ahora los jóvenes de no sólo terminar la universidad y obtener un título, sino ayudar a la gente que lo requiere; esto es, distribuir el conocimiento entre la sociedad veracruzana.

Para cumplir con esta premisa, la UV contempla el factor humanista en todas las áreas académicas, según reconoció Jorge Luis Ramos Zavaleta, estudiante de Economía, al decir que en su facultad se maneja un enfoque humanístico próximo a lo social y no al mercado.

Así como hace 40 años, la escuela pública brinda a miles de jóvenes la posibilidad de formarse profesionalmente y por ello es necesario seguir defendiéndola, además de retribuirle para que siga formando a otras generaciones, consideró Erika Yaneth Rosario López, de la carrera de Administración.

Su compañera Irais Alvarado Gutiérrez coincidió en la necesidad de no sólo exigir a la educación pública, y principalmente a la superior, sino apoyarla para permitir que siga formando de manera honesta a jóvenes y con servicios de buena calidad.

¿Cuál sería una forma de retribuir a la educación? Anel Alonso Balderas de Administración respondió: “Al inmiscuirme en el ámbito laboral con ética y responsabilidad, al tiempo que fomento los valores que me fueron enseñados a lo largo de todos estos años de educación pública”.

Libertad de expresión
Adherido al derecho y defensa de la educación pública, la comunidad universitaria resaltó también como un legado del movimiento del 68 una mayor libertad de expresión. Y es justamente ésta la que deben exigir los estudiantes, que son motor de las sociedades, declaró José Manuel Pozos, de Derecho.

“El movimiento de 1968 marcó un cambio en nuestras vidas: ahora hay mayor libertad de expresión y los logros que obtuvieron esos estudiantes siguen presentes”, manifestó Stephany Rosas Méndez, quien cursa el primer semestre de Derecho.

Rosa Aurora Rodríguez Espinosa es estudiante de Sistemas Computacionales, cuyo abuelo, Luis Miguel Rodríguez Díaz, participó en el movimiento. Este hecho le ha dado un panorama de apertura para la defensa de ideas y la seguridad de que los jóvenes obtendrán logros mientras se mantengan unidos en una comunidad.

“El ejemplo que nos dejan los estudiantes del 68 es un llamado para que la gente salga a las calles”, opinó Victoria, alumna del octavo semestre de Sociología. Llamó a los jóvenes a no tener miedo y consideró que la forma idónea de resistencia es la apropiación de los espacios que el poder les ha quitado.

Luis Edwin Bernal Upton, de tercer bloque de Sistemas Computacionales Administrativos, coincidió en la libertad de expresión y resaltó la unión como el medio para alcanzar objetivos comunes. “Tenemos que movilizarnos por una idea, por un sentir”, aseguró y lamentó que hace 40 años la defensa de ideas tuvo una contestación totalmente opuesta a lo esperado.

Para Anel Alonso la respuesta traducida en un ataque por parte del ejército y el Batallón Olimpia, no sólo afectó a los estudiantes que estuvieron en Tlatelolco, a sus familias y amigos, sino que perturbó al país porque demostró al mundo que, contrario a lo que dictaban los discursos políticos, no había democracia.

Ante la pregunta sobre si los sucesos podrían repetirse, la estudiante de Sistemas no descartó la posibilidad de que se tomen medidas drásticas ante una manifestación de la sociedad que luego de mucho tiempo no llegue a un acuerdo con el gobierno en turno.

En contraste, Erika Rosario dijo que no volvería a suceder porque antes se abrirían canales de comunicación para llegar a un acuerdo. Irais Alvarado confió en que el gobierno no tomaría las mismas medidas de represión porque ahora se gobierna de manera distinta, con una política más abierta al intercambio de ideas.

Las voces que perduran
Aunque las nuevas generaciones de estudiantes no vivieron la matanza de Tlatelolco, sí conviven o han podido aprender y convivir con quienes estuvieron involucrados en el movimiento que se vivió en varios estados del país, no sólo en el DF.

Guillermo Villar González, académico de la Facultad de Idiomas y dirigente del movimiento estudiantil en la ciudad de Xalapa dijo que como repercusión de la transformación en la vida política y social de México en esa década, se suscitó una reforma política que significó la apertura para la participación y libre expresión de organizaciones sociales vetadas durante mucho tiempo; por ejemplo, el Partido Comunista y posteriormente una serie de agrupaciones y asociaciones políticas y sociales que definen el juego democrático.

Villar González declaró que si bien los logros a nivel social han permeado en todas las estructuras políticas del país, se ha sufrido una disminución en el interés de los universitarios por el tema político, pues “los estudiantes tienen más facilidades de acceder a la información, de estar al día y cuentan con muchas herramientas de participación social.

”Sin embargo, ha decaído o se ha dispersado el interés por una participación política. Sé que hay muchos jóvenes que están participando en movimientos políticos reivindicadores, pero México está pasando por problemas muy graves y noto en las universidades menos participación crítica en política”.

El académico reafirmó el compromiso social latente de los que participaron en el movimiento del 68. “Yo siempre he pensado que si nuestra generación peleó contra el autoritarismo, contra ese egocentrismo de las autoridades, repetirlo, recrearlo, fomentarlo o apoyarlo es una traición a los ideales que tuvimos en nuestro momento.

”Porque hay muchos ex líderes del movimiento que, incrustados ya en el sistema, de alguna manera reproducen estas prácticas o apoyan la implantación de acciones autoritarias y ególatras de muchas autoridades, mientras se erigen como críticos de la misma situación de la que forman parte”, expresó.

La voz de Ernesto Fernández Panes, académico de la Facultad de Antropología, también se escuchó en las calles de Xalapa en la década de los sesenta. Después de 40 años, recientemente participó en varias mesas organizadas en la UV y en la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) para reflexionar sobre los hechos.

Ante la mirada retrospectiva al 68, Fernández Panes consideró urgente analizar los sucesos políticos del país, como la falta de autonomía de organismos como el IFE, la corrupción y los salarios tan altos de funcionarios que contrastan con la pobreza de los mexicanos. “¿En quiénes confiamos, en los ministros de la Iglesia que están en contubernio con el gobierno?”, cuestionó.

De forma crítica, llamó a quienes participaron en el movimiento y que ahora tienen 60 años en promedio a no “hacerle a la “chochería” ni suspirar por el pasado; tampoco decir que ahora los jóvenes no se mantienen informados, no participan o no leen, porque no es cierto”. Su opinión es que así piensan quienes no abren canales de comunicación con las nuevas expresiones de los jóvenes.

Además, instó a reflexionar no sólo sobre el 68, sino también en el 88, año en el que se dio el gran fraude electoral, y en el 2006, que está muy reciente y que por una diferencia pequeña decidió el rumbo del país. “Falta capacidad para movilizarnos tanto en el ámbito electoral como en todos los frentes”, consideró.

Héctor Amezcua Cardiel, académico de la Facultad de Sociología, reconoce que la muerte y encarcelamiento de cientos y miles de jóvenes repercutieron en la vida política, económica, cultural y educativa del país. Incluso, modificó el panorama de las universidades públicas, las cuales, a partir de ese momento, intensificaron sus discusiones sobre cómo transformar el sistema autoritario. “Desde entonces seguimos en las clases tratando de construir modelos teóricos que nos permitan entender qué pasa con la sociedad en este momento”, explicó.

Aseguró que “cada generación tiene que encontrar la manera para superarse y esa es la pedagogía del 68”. Los retos de los jóvenes, dijo, son enfrentar con aquella mítica actitud de los estudiantes del 68 los problemas que aquejan ahora al país, movilizarse y tomar la vida pública como asunto personal.

Otros retos que tienen ahora son diferenciar entre alternancia y transición política, enfrentar la partidocracia creciente, la narcopolítica, la larga marcha de la transformación institucional y volver a pensar el problema de la pobreza y desigualdad.

“Esta es la pedagogía del 68 que puede llevar a que jóvenes como ustedes tengan la recuperación de aquel espíritu. Los invito a recordar el dos de octubre para enfrentar los problemas que actualmente se viven con el mismo espíritu”, concluyó.

En sintonía con lo anterior, Villar González se refirió al papel de las universidades al estimular la conciencia social.
Aseveró que la función de las instituciones va más allá de crear científicos, técnicos, médicos o humanistas de calidad, pues la universidad debe otorgar elementos para formar un criterio, crear hombres más completos, cultos en el mejor sentido de la palabra. “Se puede generar una conciencia y un interés personal, que lleve a los individuos a ser universitarios social y políticamente responsables”, aseguró.


Anel Alonso


Erika Rosario


Ernesto Fernández


Irais Alvarado


José Manuel Pozos


Paulina Llanos


Stephany Rosas


Luis Bernal


Rosa Rodríguez