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Año 8 / No. 332 / Noviembre 3 de 2008 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Con raíces prehispánicas, su carácter familiar ha asegurado su permanencia

Las tradiciones de Día de Muertos, un acto de amor

Marcelo Sánchez Cruz

El día de muertos es una de las celebraciones más arraigadas en México; durante dos días, la gente suele visitar los cementerios donde reposan los restos de sus seres queridos y realiza otra serie de actividades para recordarles.
Por ejemplo, en varias partes del país y de nuestro estado son tradicionales los altares u ofrendas que se colocan en las casas y que están destinados a conmemorar y convivir con los miembros de la familia que físicamente ya no se encuentran con nosotros.

Lo interesante de estas celebraciones es que todos los elementos representativos de los altares vienen de una tradición añeja, como lo comenta el director del Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana (UV), Mario Navarrete Hernández:
“Se puede decir que las celebraciones de estas ofrendas se derivan de las fiestas de Ochpaniztli, uno de los 18 meses o veintenas prehispánicas en que se recogía la cosecha; las ofrendas eran una muestra de las primicias de la siembra. Entonces, a los muertos se les veía como una semilla que se enterraba para resucitar; así, la cosecha era a la vez nacimiento de frutos y resurrección de la semilla plantada”.

La antropóloga e investigadora del mismo instituto, Lourdes Aquino, complementa: “Cuando nosotros vemos los altares de ciertas zonas encontramos elementos comunes; por ejemplo, en muchos lugares se coloca un arco de hojas o flores, el cual representa la entrada al inframundo: es uno de los símbolos heredados de la época prehispánica.

”También el papel picado, pues en las creencias prehispánicas los muertos eran enterrados envueltos en muchas capas de papel para poder pasar por el cielo de montañas, el cual debían atravesar en su camino al más allá; las velas que ponían les servían para alumbrar en el camino, se les dejaba agua para tomar. La ofrenda era una simbología de lo que se necesitaba para llegar con bien al paraíso florido”, explicó.

Ahora bien, si esta tradición viene desde tiempos prehispánicos, ¿cómo es que llega a la actualidad y sobrevive a la evangelización española? La respuesta parece ser –como muchas otras cuestiones en la cultura mestiza de México– el sincretismo.

“Cuando llegan los colonizadores empieza la evangelización de la Nueva España y se trata de imponer la religión católica; los indígenas funden o identifican algunas de sus deidades con las figuras del santoral católico: San Juan el Bautista, identificado con el elemento agua, se le asimila con Tláloc; San Miguel Arcángel, el triunfante sobre el demonio, se le asimila con Quetzalcóatl, aunque en realidad estaría en entredicho saber si Quetzalcóatl triunfa en algún momento sobre Tezcatlipoca, quien es igualmente visto como el diablo; María se representa en la figura de Tonantzin, la diosa madre; y el mismo Jesucristo es visto como la figura central del panteón, el dios sol Huitzilopochtli. De este mestizaje teológico nace una religión católica mexicana que permitió algunos usos y costumbres readaptados, como es el caso de los altares”, explica el arqueólogo Navarrete Hernández.

Quizás uno de los aspectos más interesantes de esta fiesta es ver cómo se modifican con las influencias culturales y las particularidades de cada región: en Papantla, por ejemplo, el altar tradicional no se coloca en una mesa, sino que pende colgado pues los muertos, al ser sólo espíritu, no deben tocar el suelo; en la zona de Naolinco, Perote, Altotonga y Xico tienen siete o nueve escalones, dependiendo de la tradición local.

Sin embargo, la tradición ha evolucionado; los altares ahora son una manera de recordar a los miembros fallecidos de cada familia, y aunque las costumbres varían en cada lugar, en todo México la fecha se torna una verdadera fiesta multicolor que poco tiene que ver con el aspecto triste, luctuoso y atemorizante que puede tener la muerte cualquier otro día del año.

Día de Muertos en la UV
Los universitarios no se quedan al margen de la celebración de estas fechas, pues, más allá de cualquier cuestión religiosa, es una expresión cultural que debe ser conservada y alentada en sus estudiantes. Por ello, diversas facultades e institutos realizaron exposiciones no sólo de altares sino de diversas expresiones que reflejan la cultura alrededor de los Días de Muertos.

En el Instituto de Antropología se preserva de manera muy precisa la puesta de los altares, ya que el objetivo principal de la muestra es dar a conocer a niños de edad escolar las costumbres del pueblo veracruzano. En esta ocasión, la muestra se conformó con cuatro altares de la zona de La Huasteca, entre ellos de las localidades de Chontla y Tempoal; cada uno dedicado a la memoria de personajes clave en la vida del instituto como sus fundadores: Alfredo Medellín Senil y José Luis Melgarejo Vivanco, y los recientemente fallecidos Manuel Torres Guzmán y Roberto
Williams García.

En la Facultad de Enfermería, previo a la puesta de la ofrenda y un festejo tradicional con tamales, chocolate y pan de huevo, se dio un toque de conciencia a la celebración y bajo el tema Día de vivos, noche de muertos, se realizó una serie de conferencias y presentaciones en la mañana del miércoles 29 de octubre para informar a los estudiantes de las causas más frecuentes de muerte en jóvenes, los riesgos de una vida de excesos y los beneficios de preservar la salud.

Con un enfoque orientado a la creatividad, los Talleres Libres de Arte de la UV realizaron una exposición de trabajos basados en el tema del Día de Muertos en las instalaciones culturales del FESAPAUV, donde la ofrenda se hizo acompañar de las obras presentadas por alumnos de primer semestre, quienes son tradicionalmente los responsables de esta actividad, como lo explica Pablo Platas, coordinador de la exposición:
“Los alumnos de primer semestre tienen una gran naturalidad y frescura en la obra presentada, pues aunque lo hacen con cierto miedo por sentir que tal vez no emplean las técnicas adecuadas, su entusiasmo es mucho y sirve para que experimenten con el empleo de materiales.”

Para dar a los estudiantes una base en la cual sustentar los trabajos presentados, reciben una conferencia previa en el Museo de Antropología de Xalapa, donde se les informa de los criterios culturales y sociales relativos a estas festividades, siendo las obras resultantes una amalgama de la tradición con la visión artística de los jóvenes.

Caso similar es el de los Talleres de Arte del Área de Formación de Elección Libre del Modelo Educativo Integral y Flexible (MEIF), quienes mediante un performance multimedia con imágenes, videos, escenas de películas como Macario, música, etc., presentaron una forma de incluir a las nuevas tecnologías en la creación artística.

“Aprovechando una propuesta novedosa es posible preservar lo que significa en México la festividad del Día de Muertos. Como parte del performance se presentaron en pantallas cinco altares virtuales y un altar real. Pese a las nuevas tecnologías y las diferentes maneras de expresarlo, lo importante es que se mantenga el patrimonio cultural que significan estas fechas”, comentó el director de este espectáculo, Arturo Meseguer.

En la Facultad de Teatro, la propuesta para conmemorar estos días es una celebración ecléctica que combina la celebración artística, tradicional y espiritual. Año con año realizan una invocación a los espíritus, danzas tradicionales a los muertos, como “la viejada” tradicional de la zona de La Huasteca, los alabados de Naolinco, y se termina con un fandango donde se lanzan globos de Cantoya dedicados a los difuntos; este año se rindió homenaje a personalidades del mundo del teatro que fallecieron en 2007: Emilio Carballido, Alejandro Aura, Víctor Hugo Rascón Banda y Mery Blunno.

Como se puede ver, la tradición va cambiando, es parte de la cultura y la cultura no es estática. Ya sean recreaciones fidedignas de las costumbres de una región gracias a arduas labores de investigación, o creados libremente por mentes artísticas y expresivas, lo importante es que la cultura del Día de Muertos prevalezca, pues en la medida que se preserve la parte de convivencia familiar y afectiva que esta festividad representa, se conservará una raíz de la idiosincrasia del mexicano, proveniente de más de cinco siglos de arraigo.

“Ésta es una tradición que rinde culto a nuestros seres cercanos, que hacen de los altares una cuestión de amor, un recuerdo hacia gente con la que convivimos, que nos dio cariño; tenemos dos días para recordarlos, para sentir que están con nosotros. Eso es muy bonito”, concluyó la antropóloga Lourdes Aquino.