El arte de promover el
arte,
“la dolce vita” de Lorenzo Arduengo
Me encanta el arte en movimiento y
también en calma...
por eso soy fanático del cine y la literatura,
pero también
me interesa el arte en general y me apasiona encontrar
a
seres humanos afines a mis intereses; me encanta viajar
para conocer gente y que me visiten mis amigos;
hacer la vida amena...”
Lorenzo Arduengo
Marcelo Sánchez Cruz |
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De Lorenzo Arduengo se puede decir que era un gran maestro,
un asiduo promotor del arte, un apasionado cinéfilo;
pero lo más relevante, lo que me viene a la cabeza
cuando pienso en cómo describirlo es siempre la misma
frase: Lorenzo era un buen hombre.
La fascinación que Lorenzo ejercía en la gente
se puede resumir muy claramente en la opinión de Edgar
Onofre, jefe de prensa de la Universidad Veracruzana (UV):
“En realidad no fueron muchas ocasiones las que charlé
con él, pero desde la primera conversación me
dejó impresionado por las anécdotas, por la
gente que conocía, los lugares donde había estado,
la naturalidad con la que decía: ‘Cuando me encontré
a Arturo Ripstein en tal festival y platicamos de esa película
que hizo…’, escucharlo era cautivante, completamente
seductor”. Y sí, Lorenzo era un seductor nato,
una plática con él bastaba para apreciarlo.
Opinión similar expresa Nelson Carro, subdirector de
Programación de la Cineteca Nacional y reconocido crítico
de cine, quien recuerda una experiencia de su convivencia
con Lorenzo: “Un año nos tocó viajar juntos
a Cuba, a la escuela de cine en San Antonio de los Baños
y después a los encuentros que se hacían en
Camagüey, e incluso participamos con ponencias ahí.
Era una persona con gran conocimiento del cine, tras 40 años
de seguir fielmente lo que se hacía en el cine mundial,
las muestras de cine en México y sobre todo de mantener
buenas relaciones con toda la gente del medio, de las instituciones,
de los críticos. Sabía hacer amistades de muy
largo tiempo que, aparte de disfrutar su compañía,
se beneficiaban por las relaciones laborales que entablaban
con él”, afirmó el cineasta uruguayo.
Quienes lo conocieron, saben que a Lorenzo era fácil
encontrarlo en su oficina, trabajando, planeando, ejecutando
sus proyectos de difusión cinematográfica; saben
que siempre que uno llegaba a verlo, por trabajo o por el
simple gusto de saludar, Lorenzo hacía de quien estuviera
con él el centro de su atención y se brindaba
de lleno en una charla que, la mayoría de las veces,
se prolongaba sin que se sintiera el paso del tiempo, parecía
que nada más importaba en el mundo.
Sin embargo, esa misma atención era la que prestaba
a todos los ámbitos de su labor: los ciclos de cine,
las presentaciones especiales, sus escritos, las conferencias,
sus traducciones, todo demostraba el interés en el
detalle que imprimía Lorenzo a su trabajo.
Esta dedicación deja una huella especial muy distintiva
en el ámbito cultural veracruzano, ejemplificada en
la opinión de Nelson Carro: “Lorenzo varias veces
me invito a la Universidad Veracruzana a dar cursos, a presentaciones
de libros, a muestras de cine, y en todos esos años
pienso que desarrolló una labor muy importante en Xalapa.
La labor cultural de la Universidad Veracruzana a lo largo
del tiempo ha sido muy importante pero creo que en lo referente
al cine, la participación de Lorenzo fue fundamental”,
aseveró.
Catherine Bloch, subdirectora de Investigación de Acervos
de la Cineteca Nacional, comenta también sobre su aporte
al escenario cultural de Veracruz: “Yo establecí
una relación cercana con él durante el Cuarto
Coloquio de Historia del Cine Regional, realizado con su apoyo
en mayo de 2007 en Xalapa. Lorenzo fue un gran promotor de
la cultura, una persona muy dedicada a su trabajo y al cine,
muy inquieto, no paraba y creo que por él se fomentó
que la Muestra Internacional de Cine se presentara en el estado
de Veracruz”, afirma la asistente de dirección
de películas como Hitch, y The Stepford Wives.
Quizás uno de los rasgos más distintivos de
la personalidad de Lorenzo fue su prácticamente nulo
afán de protagonismo, pues no dudaba en dar paso a
la gente que consideraba valiosa y facilitar sus contactos,
su experiencia, para apoyar a nuevos valores: “Durante
el Coloquio de Historia del Cine Regional, Lorenzo nos presentó
a un grupo de cineastas de la región de Xalapa; algunos
que habían hecho su primer corto, o que eran promotores
culturales, o dedicados a la difusión del cine, y Lorenzo
quería seguir promoviendo eso, con la idea de dar mayor
difusión al cine de Veracruz”, recuerda Catherine
Bloch.
Por todo lo anterior, no es de extrañarse que su despedida
de este mundo haya sido en correspondencia con su filosofía
de vida, con la misma pasión hasta el último
momento: llegó a trabajar a su oficina, revisó
programaciones, acordó detalles de la presentación
que esa tarde realizarían en su Aula Clavijero, recibió
amigos, y de pronto, sin más que un pequeño
sobresalto, cerró los ojos a este mundo para seguir
su camino a un destino de luz, entre los grandes del cine
mexicano, del cine mundial.
“Ésta es realmente una enorme pérdida
para la cultura cinematográfica no sólo de Veracruz
sino nacional. Lorenzo era una persona que siempre estaba
buscando, organizando proyectos, llevando gente valiosa a
dar conferencias, haciendo intercambios; era alguien con quien
trabajar se hacía fácil, tenía muy buenas
relaciones, se le va a extrañar mucho”, afirma
Nelson Carro.
“Siento que es una gran pérdida porque realmente
todavía le faltaba mucho por hacer, siempre estuvo
apoyando que hubiera un archivo de cine en Xalapa, que funcionara
el Cine Club, que se difundiera el buen cine en todos los
ámbitos de la sociedad”, comentó Catherine
Bloch.
Ésa es la grandeza de Lorenzo, esa bonhomía
de la “vieja escuela” que lo identificó
como un caballero, un gran colaborador en el trabajo y mejor
amigo.
Esbozo biográfico
Lorenzo nació en Xalapa y realizó sus estudios
profesionales en Historia y Letras Españolas en la
UV; entre 1969 y 1971 estudió Dirección Cinematográfica
en la Escuela Superior de Cine de Lodz, Polonia, y en 2001
recibió un grado de maestría en Artes por la
Motion Pictures Studies por Atlantic International University,
EU, institución donde estaba cursando el doctorado
en la misma disciplina.
Dio claras señales de su amor por la cinematografía
desde que comenzó trabajando como Director de Cine
Clubes de la UV en 1965, con la fundación de la Cinemateca
y Biblioteca de Cine de la UV en 1967, la creación
del Seminario de Iniciación Cinematográfica
en la Escuela de Bachilleres Artículo 3º en el
mismo año, y después con la organización
de múltiples ciclos de cine, y la muestra de la Cineteca,
ya como Director del Departamento de Cinematografía
de la UV.
Sin embargo, el cine no fue su único interés:
Lorenzo fue un asiduo promotor de la cultura, lo que le llevó
a trabajar en proyectos como las Semanas Culturales que la
UV celebró con motivo de la Olimpiada Cultural en el
68; a participar como Asesor Cultural en la Delegación
Venustiano Carranza del Departamento del Distrito Federal
en 1981, y en el Suplemento Cultural “Enfoques”
de Gráfico de Xalapa, del cual fue Director Fundador
en 1984.
Las invitaciones que recibió para participar como jurado
en la Comisión de Premiación de la Academia
Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas, en 1994;
su participación como jurado de la Federación
Internacional de Críticos Cinematográficos (FIPRESCI),
en el XVIII Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano
en La Habana, Cuba, en 1995; en la XIV Muestra de Cine Mexicano
de Guadalajara, en 1999, y al ser el primer extranjero nombrado
Miembro de Honor de la FIPRESCI, capítulo Cuba, en
2001, entre muchas otras, son muestra del reconocimiento a
nivel nacional e internacional que tenía el trabajo
cinematográfico de Arduengo.
Lorenzo produjo por casi una década (1990-1999) el
programa semanal de televisión Tiempo de Cine, el cual
él mismo conducía; coproducido por TV MAS y
la UV; el programa le valió, en 1993, el Premio Cinema
en Camagüey, Cuba, y ese mismo año recibió
un reconocimiento por 30 años de difusión cinematográfica
por parte del Ivec.
Sus publicaciones también fueron constantes desde 1964;
poesía, cuento, artículos y traducciones en
diversos suplementos culturales y revistas son el legado escrito
de Lorenzo; sus artículos fueron difundidos en medios
como El Gallo Ilustrado, Revista de la UNAM, El Nacional,
La Palabra y el Hombre, El Universal, etcétera.
Lorenzo Arduengo Pineda pasó a la inmortalidad el medio
día del pasado miércoles 26 de noviembre. Descanse
en paz una mente brillante, hasta pronto, Lorenzo Arduengo.
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