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Departamento de Prensa
Año 9 / No. 336 / Diciembre 1 de 2008 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

El arte de promover el arte,
“la dolce vita” de Lorenzo Arduengo

Me encanta el arte en movimiento y también en calma...
por eso soy fanático del cine y la literatura, pero también
me interesa el arte en general y me apasiona encontrar a
seres humanos afines a mis intereses; me encanta viajar
para conocer gente y que me visiten mis amigos;
hacer la vida amena...”
Lorenzo Arduengo

Marcelo Sánchez Cruz

De Lorenzo Arduengo se puede decir que era un gran maestro, un asiduo promotor del arte, un apasionado cinéfilo; pero lo más relevante, lo que me viene a la cabeza cuando pienso en cómo describirlo es siempre la misma frase: Lorenzo era un buen hombre.

La fascinación que Lorenzo ejercía en la gente se puede resumir muy claramente en la opinión de Edgar Onofre, jefe de prensa de la Universidad Veracruzana (UV): “En realidad no fueron muchas ocasiones las que charlé con él, pero desde la primera conversación me dejó impresionado por las anécdotas, por la gente que conocía, los lugares donde había estado, la naturalidad con la que decía: ‘Cuando me encontré a Arturo Ripstein en tal festival y platicamos de esa película que hizo…’, escucharlo era cautivante, completamente seductor”. Y sí, Lorenzo era un seductor nato, una plática con él bastaba para apreciarlo.

Opinión similar expresa Nelson Carro, subdirector de Programación de la Cineteca Nacional y reconocido crítico de cine, quien recuerda una experiencia de su convivencia con Lorenzo: “Un año nos tocó viajar juntos a Cuba, a la escuela de cine en San Antonio de los Baños y después a los encuentros que se hacían en Camagüey, e incluso participamos con ponencias ahí. Era una persona con gran conocimiento del cine, tras 40 años de seguir fielmente lo que se hacía en el cine mundial, las muestras de cine en México y sobre todo de mantener buenas relaciones con toda la gente del medio, de las instituciones, de los críticos. Sabía hacer amistades de muy largo tiempo que, aparte de disfrutar su compañía, se beneficiaban por las relaciones laborales que entablaban con él”, afirmó el cineasta uruguayo.

Quienes lo conocieron, saben que a Lorenzo era fácil encontrarlo en su oficina, trabajando, planeando, ejecutando sus proyectos de difusión cinematográfica; saben que siempre que uno llegaba a verlo, por trabajo o por el simple gusto de saludar, Lorenzo hacía de quien estuviera con él el centro de su atención y se brindaba de lleno en una charla que, la mayoría de las veces, se prolongaba sin que se sintiera el paso del tiempo, parecía que nada más importaba en el mundo.

Sin embargo, esa misma atención era la que prestaba a todos los ámbitos de su labor: los ciclos de cine, las presentaciones especiales, sus escritos, las conferencias, sus traducciones, todo demostraba el interés en el detalle que imprimía Lorenzo a su trabajo.

Esta dedicación deja una huella especial muy distintiva en el ámbito cultural veracruzano, ejemplificada en la opinión de Nelson Carro: “Lorenzo varias veces me invito a la Universidad Veracruzana a dar cursos, a presentaciones de libros, a muestras de cine, y en todos esos años pienso que desarrolló una labor muy importante en Xalapa. La labor cultural de la Universidad Veracruzana a lo largo del tiempo ha sido muy importante pero creo que en lo referente al cine, la participación de Lorenzo fue fundamental”, aseveró.

Catherine Bloch, subdirectora de Investigación de Acervos de la Cineteca Nacional, comenta también sobre su aporte al escenario cultural de Veracruz: “Yo establecí una relación cercana con él durante el Cuarto Coloquio de Historia del Cine Regional, realizado con su apoyo en mayo de 2007 en Xalapa. Lorenzo fue un gran promotor de la cultura, una persona muy dedicada a su trabajo y al cine, muy inquieto, no paraba y creo que por él se fomentó que la Muestra Internacional de Cine se presentara en el estado de Veracruz”, afirma la asistente de dirección de películas como Hitch, y The Stepford Wives.

Quizás uno de los rasgos más distintivos de la personalidad de Lorenzo fue su prácticamente nulo afán de protagonismo, pues no dudaba en dar paso a la gente que consideraba valiosa y facilitar sus contactos, su experiencia, para apoyar a nuevos valores: “Durante el Coloquio de Historia del Cine Regional, Lorenzo nos presentó a un grupo de cineastas de la región de Xalapa; algunos que habían hecho su primer corto, o que eran promotores culturales, o dedicados a la difusión del cine, y Lorenzo quería seguir promoviendo eso, con la idea de dar mayor difusión al cine de Veracruz”, recuerda Catherine Bloch.

Por todo lo anterior, no es de extrañarse que su despedida de este mundo haya sido en correspondencia con su filosofía de vida, con la misma pasión hasta el último momento: llegó a trabajar a su oficina, revisó programaciones, acordó detalles de la presentación que esa tarde realizarían en su Aula Clavijero, recibió amigos, y de pronto, sin más que un pequeño sobresalto, cerró los ojos a este mundo para seguir su camino a un destino de luz, entre los grandes del cine mexicano, del cine mundial.

“Ésta es realmente una enorme pérdida para la cultura cinematográfica no sólo de Veracruz sino nacional. Lorenzo era una persona que siempre estaba buscando, organizando proyectos, llevando gente valiosa a dar conferencias, haciendo intercambios; era alguien con quien trabajar se hacía fácil, tenía muy buenas relaciones, se le va a extrañar mucho”, afirma Nelson Carro.

“Siento que es una gran pérdida porque realmente todavía le faltaba mucho por hacer, siempre estuvo apoyando que hubiera un archivo de cine en Xalapa, que funcionara el Cine Club, que se difundiera el buen cine en todos los ámbitos de la sociedad”, comentó Catherine Bloch.

Ésa es la grandeza de Lorenzo, esa bonhomía de la “vieja escuela” que lo identificó como un caballero, un gran colaborador en el trabajo y mejor amigo.

Esbozo biográfico
Lorenzo nació en Xalapa y realizó sus estudios profesionales en Historia y Letras Españolas en la UV; entre 1969 y 1971 estudió Dirección Cinematográfica en la Escuela Superior de Cine de Lodz, Polonia, y en 2001 recibió un grado de maestría en Artes por la Motion Pictures Studies por Atlantic International University, EU, institución donde estaba cursando el doctorado en la misma disciplina.

Dio claras señales de su amor por la cinematografía desde que comenzó trabajando como Director de Cine Clubes de la UV en 1965, con la fundación de la Cinemateca y Biblioteca de Cine de la UV en 1967, la creación del Seminario de Iniciación Cinematográfica en la Escuela de Bachilleres Artículo 3º en el mismo año, y después con la organización de múltiples ciclos de cine, y la muestra de la Cineteca, ya como Director del Departamento de Cinematografía
de la UV.

Sin embargo, el cine no fue su único interés: Lorenzo fue un asiduo promotor de la cultura, lo que le llevó a trabajar en proyectos como las Semanas Culturales que la UV celebró con motivo de la Olimpiada Cultural en el 68; a participar como Asesor Cultural en la Delegación Venustiano Carranza del Departamento del Distrito Federal en 1981, y en el Suplemento Cultural “Enfoques” de Gráfico de Xalapa, del cual fue Director Fundador en 1984.

Las invitaciones que recibió para participar como jurado en la Comisión de Premiación de la Academia Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas, en 1994; su participación como jurado de la Federación Internacional de Críticos Cinematográficos (FIPRESCI), en el XVIII Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana, Cuba, en 1995; en la XIV Muestra de Cine Mexicano de Guadalajara, en 1999, y al ser el primer extranjero nombrado Miembro de Honor de la FIPRESCI, capítulo Cuba, en 2001, entre muchas otras, son muestra del reconocimiento a nivel nacional e internacional que tenía el trabajo cinematográfico de Arduengo.

Lorenzo produjo por casi una década (1990-1999) el programa semanal de televisión Tiempo de Cine, el cual él mismo conducía; coproducido por TV MAS y la UV; el programa le valió, en 1993, el Premio Cinema en Camagüey, Cuba, y ese mismo año recibió un reconocimiento por 30 años de difusión cinematográfica por parte del Ivec.

Sus publicaciones también fueron constantes desde 1964; poesía, cuento, artículos y traducciones en diversos suplementos culturales y revistas son el legado escrito de Lorenzo; sus artículos fueron difundidos en medios como El Gallo Ilustrado, Revista de la UNAM, El Nacional, La Palabra y el Hombre, El Universal, etcétera.

Lorenzo Arduengo Pineda pasó a la inmortalidad el medio día del pasado miércoles 26 de noviembre. Descanse en paz una mente brillante, hasta pronto, Lorenzo Arduengo.