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Año 9 / No. 340 / Enero 12 de 2009 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Los programas institucionales, con más trabas que apoyos

No estamos preparados para recibir a migrantes que retornan: Garrido

Edith Escalón

En octubre pasado, mientras el gobierno mexicano insistía en que la “desaceleración económica” de Estados Unidos (EU) no afectaría a nuestro país, los medios de comunicación dieron cuenta del retorno masivo de miles de migrantes mexicanos, provocado por la crisis y el recrudecimiento de las leyes de inmigración, y pusieron en la agenda nacional las consecuencias negativas que este problema tendría para el país.

De hecho, organismos internacionales como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) calculaban que la recesión expulsaría de dos a tres millones de connacionales. Sin embargo, dos secretarios de Estado –el del Trabajo y el de Economía–, aseguraron entonces que México estaba preparado para ofrecerles empleo y condiciones para vivir mejor, postura que secundaron otros gobernantes. Hoy, los pronósticos ya no son tan optimistas.
Aunque no hay estadísticas precisas sobre la magnitud del problema, el hecho es que –obligado por la crisis, la deportación o los ataques raciales– el retorno de migrantes va en aumento y se ha convertido en un foco rojo para el país, que tendría que considerarlos en las demandas de empleo, vivienda, servicios básicos, cobertura médica y educativa.

El problema no es menor. De acuerdo con las estimaciones de CEPAL, 25 por ciento de los mexicanos radicados de manera indocumentada en EU regresaría, y la problemática se concentraría en los estados que han expulsado la mayor cantidad de migrantes, entre ellos Veracruz. La pregunta obligada sigue siendo la misma: ¿Estamos preparados para recibirlos?

Carlos Garrido de la Calleja, coordinador de la Red Articuladora de Estudios Migratorios (RAEM) de la Universidad Veracruzana (UV), que en los últimos siete años ha realizado investigaciones sobre el tema en los ámbitos local, regional, nacional e internacional, comparte con UniVerso su opinión y algunos casos que muestran que falta mucho por hacer en materia de investigación, acción y colaboración institucional para mitigar los efectos del retorno masivo de mexicanos.

¿Veracruz está preparado para recibir a sus migrantes?
Los casos que hemos analizado en los estudios de la Red de Migración muestran que no. Por citar un ejemplo, niños migrantes que vivían con sus padres en Nueva York y retornaron a Cardel y Úrsulo Galván entre 2007 y 2008 han tenido
serios problemas para inscribirse en las escuelas primarias y secundarias locales, y aunque en escuelas americanas tenían notables calificaciones, en las veracruzanas bajaron considerablemente.

No entienden el español; están descontextualizados de las efemérides, tradiciones y fiestas regionales; sus profesores no cuentan con la formación ni mucho menos con material didáctico bilingüe para trabajar con ellos, lo que muchas veces origina su deserción escolar. Y es que hasta el momento, en Veracruz no se cuenta con un programa especial que atienda estos casos. Lo mismo sucede en cuanto a salud, vivienda o empleo.

¿Hay estrategias federales que ofrezcan opciones en las zonas que generan más migración, a donde tentativamente se concentraría el problema?
Las hay, aunque no funcionan adecuadamente. Desde antes de la crisis actual, el gobierno federal, por ejemplo, ha buscado redirigir la inversión de los recursos económicos de los migrantes de retorno (y las remesas de los que siguen en EU) con el Programa 3 x 1, que se enfoca a la inversión de proyectos que promuevan el desarrollo social de sus comunidades de origen combinando el dinero de migrantes con aportes gubernamentales. El problema de este programa, según los veracruzanos de retorno que hemos entrevistado, es que no atiende las propuestas de inversión que desde su perspectiva podrían resultar exitosas.

Los productores de mango de la zona de Actopan han solicitado apoyos desde 2003 para montar fábricas despulpadoras y los de Tuzamapan han demandado montar una empresa juguera. Ambos casos buscan impulsar el desarrollo regional y economías familiares rurales, pero ninguno ha sido atendido.

¿Los programas del gobierno estatal tienen menos restricciones, funcionan mejor?
Realmente no. Es cierto que el retorno no era considerado un problema grave hasta que los medios lo evidenciaron, pero la atención a estos problemas sigue siendo marginal y desarticulada. Cito otro ejemplo, el de un grupo de campesinos cañeros. Al regresar de Nueva York en 2005, decidieron juntar sus remesas para comprar maquinaria y trabajar en la siembra y cosecha de la caña de azúcar, pero vieron frustrado su intento cuando la respuesta del gobierno estatal fue que debían esperar la convocatoria de proyectos de inversión y todavía, ver si reunían los requisitos para recibir el apoyo solicitado.

En los estudios de la Red conocimos también el caso de Fernando, quien a su regreso de Nueva Jersey quiso comprar taxis y generar un pequeño mercado de trabajo en su región de origen; la respuesta del gobierno fue también negativa: debía tener antigüedad mínima de 10 años como taxista. Algo similar sucedió con aquellos que solicitaron apoyo para poner una máquina despulpadora de mango, enlatarlo y venderlo; la respuesta fue que, momentáneamente, el apoyo para esa fruta no estaba en las prioridades de los gobiernos estatal ni federal.

También hay otros programa federales y estatales que en el afán de protagonismo institucional llegan a duplicar recursos (económicos y materiales), como es el caso de la Secretaría de Salud, el IMSS y el Seguro Popular, los cuales cuentan con un presupuesto amplio para atender la salud de los migrantes, pero no cuentan con una estrategia de coordinación con los municipios que les permita atenderlos.

¿Esas dificultades obligarían a los migrantes a regresar al campo veracruzano en las mismas condiciones en las que trabajaban antes de partir? ¿Podrían tal vez reactivarlo?
Sólo si traen recursos. De ser así, podrían capitalizarlo temporalmente supliendo la ausencia, omisión y retención de créditos por la que pasan recurrentemente. Pero huyendo de una crisis como la de EU no se ve muy probable este escenario.

Encima de todo, hay un problema serio que no se ha contemplado. En los campos cañeros, por ejemplo, la migración acelerada de 2001 a la fecha provocó la pérdida de mano de obra y eso motivó la compra de máquinas cosechadoras y alzadoras de caña. Al tratar de regresar a estos trabajos, los migrantes de retorno ahora tendrían que desplazar a la tecnología, que en muchos casos los ingenios ni siquiera han terminado de pagar, o bien, que ya pagaron pero debe continuar generando ganancias a las organizaciones cañeras para recuperar la inversión. Esto es algo que demandará la intervención y mediación de autoridades y un vivo ejemplo de lo que podría ocurrir en este 2009. En todo caso, y como han señalado ya otros analistas e investigadores del tema, si en EU hay crisis, México está peor.

¿Cómo hacer frente a un problema que se antoja inevitable cuando hay indicios de que “estar preparado” significa un esfuerzo y coordinación interinstitucional que no existe?
Creo que lo más sensato sería buscar arraigar o aprovechar tanto el capital material como humano de los migrantes de retorno, diseñando, evaluando y rediseñando los programas a partir de las necesidades de inversión social, cultural y económica de este grupo. También es impostergable un diagnóstico que genere información sobre el tema, un padrón de migrantes confiable y el diseño y operación de una intervención interinstitucional que articule los programas sociales de orden federal, estatal y municipal. El Programa 3 x 1 no la tiene, por ejemplo, por eso no ha podido adaptar los criterios de operación y apoyo a proyectos que atiendan las necesidades de los veracruzanos.

No hay que olvidar que el retorno de migrantes implica que los niveles de desempleo se incrementarán aún más porque ahora el gobierno tendrá que contabilizar a quienes regresan al país, y que nunca han sido considerados ni como parte de la población económicamente activa ni de los planes de desarrollo, mucho menos en el presupuesto.

¿La UV ha generado información que pueda orientar a los gobiernos en el diseño de estrategias para enfrentar el retorno?
El trabajo en esta materia es incipiente. Los estudios existen, pero el problema no ha sido abordado a profundidad, como en su caso los cruces fronterizos y la llegada a EU. En el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales coordinamos esta red que agrupa a investigadores de diferentes disciplinas, pero es evidente que ante este panorama tendremos que hacer estudios más puntuales.