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Año 9 / No. 341 / Enero 19 de 2009 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Investigación de Julieta González

El origen de la música en Xalapa, su historia y circunstancias

Jorge Vázquez Pacheco

Julieta González, egresada de la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana (UV) en 1997 con licenciatura en Piano y Pedagogía, presentó recientemente una interesante tesis para obtener el título de maestra en Musicología; se trata de una investigación que aborda la historia y las circunstancias que dieron origen a la tradición musical propia de la capital veracruzana.

Al respecto, es necesario tomar en cuenta el contexto histórico de conocimiento generalizado. La Banda de Rurales surgió en 1886 y es el antecedente directo de la Orquesta Sinfónica de Xalapa, pero estas instituciones no aparecieron de manera espontánea; hubo circunstancias que generaron el ámbito propicio. ¿Cuáles fueron esas circunstancias?
En su amplísimo estudio, una buena parte del cual ha sido publicado en la revista especializada Heterofonía en 2008, Julieta explica qué ocurrió durante el siglo XIX y cuáles fueron las condiciones que dieron origen a la intensa y fructífera actividad musical de esta ciudad.

Inicialmente, Julieta González indica que dividió el panorama musical xalapeño decimonónico en dos grandes categorías: la música pública y la privada: “Un periodo con dos grandes espacios de vida musical perfectamente delimitados y con repertorios específicos: el primero destinado al escenario teatral y público; y el segundo, al consumo doméstico, al salón íntimo y privado donde se llevaban a cabo elegantes tertulias musicales.”

Y va de historia
Xalapa contaba con poco más de nueve mil 600 habitantes hacia el año de 1824, indica Julieta González. Con dos distintivos básicos, como fueron su ubicación dentro del sistema de comunicaciones entre el puerto de Veracruz y el altiplano, y la presencia de dos grandes sectores sociales –comerciantes y hacendados– le fue asignada la categoría de ciudad en 1830.

“Numerosos viajeros de diverso nivel social pasaron por Xalapa. Casi todos ponderaron la riqueza de la flora y de la fauna, tanto como la salubridad de la zona… Elogiaron su riqueza y la profusión de su mercado; la población era famosa por sus lavaderos, por sus iglesias y por su ambiente cultural. La mayoría estimó que sus habitantes, al menos los estratos acomodados con los que entraron en contacto, eran educados, con una marcada ascendencia española, vinculados por fuertes lazos familiares y mercantiles con el puerto de Veracruz, inclinados a seguir las costumbres y modas europeas. Igualmente parecían gustar de las tertulias vespertinas, la música, el baile y de mantenerse informados de los sucesos nacionales e internacionales”, describe Julieta.

Debido a la guerra y las enfermedades durante la segunda intervención francesa, la población registró una sensible baja y se calcula que llegó a ocho mil habitantes hacia la década de 1860. En los años posteriores, la ciudad se incorporó al proceso de reorganización nacional, se introdujeron el telégrafo y el ferrocarril entre Veracruz y Xalapa, se dio notorio impulso a la educación y se inició una lenta recuperación demográfica. Conforme avanzó el último tercio del siglo, el movimiento cultural en Xalapa cobró una notoria vitalidad hasta convertirse en parte importante de la estructura social.

Ámbito privado: tertulias y bailes
Xalapa vivió un intenso periodo de tertulias y bailes durante el siglo XIX y parte del XX. Entre 1824 y 1855 (fin del periodo de Santa Anna en el poder) la tertulia xalapeña se celebraba en casas particulares y, como en otros ámbitos, estaba estrechamente ligada al baile y a la poesía. Manuel Payno, Georges Frances Lyon, Guillermo Prieto y otros autores describieron las tertulias como “una de las actividades predilectas de los xalapeños”, junto con los paseos por las calles y la contemplación de las flores desde las ventanas. Julieta cita textualmente un párrafo de Payno:
“En todas las casas hay ciertas cosas que se consideran como indispensables; a saber, un arpa en la sala, y guayabos, naranjos y flores en el patio. La música y las flores; he aquí dos cosas que aman con pasión las jalapeñas, y con justicia, pues no puede haber objetos que tengan más analogía que éstos con el carácter suave de la mujer…”

Y para mí tengo que la que sea apasionada de las flores y de la música, debe tener un germen de virtud y sensibilidad en el corazón, que la hará siempre apreciable.

Payno, nos indica la investigadora, conoció las orquestas que amenizaban las tertulias. Una de ellas fue la de la Sociedad Filarmónica, compuesta de cinco jaranas (incluyendo el requinto), dos bajos y un arpa. No había piano. El repertorio interpretado en esa ocasión consistió en un vals de William Vincent Wallace (1812-1865), “multitud de composiciones modernas” y un jarabe con variaciones.

Además de los bailes celebrados en el marco de las tertulias, la sociedad xalapeña organizaba bailes públicos, como los realizados con motivo de celebraciones políticas o militares. Estos bailes organizados por y para los militares sucedieron, por ejemplo, con motivo de la rendición de San Juan de Ulúa, la instalación del Congreso de Panamá, el aniversario de la victoria de Santa Anna en Tampico frente a los españoles o como parte de los festejos del 16 de septiembre.

Entre 1855 y 1878 distintas sociedades cobraron particular relevancia. Fueron organizaciones civiles que contaban con junta directiva, local propio y se dedicaban al esparcimiento artístico y literario A inicio de la década de 1870 Xalapa contaba con tres sociedades en activo: El Casino Jalapeño; la Sociedad El Edén y la Sociedad de Artesanos y Agricultores de Jalapa. Esta última se estableció en 1867 y su objetivo principal fue la creación de un fondo de ahorro con aportaciones de cada miembro. Su local estuvo ubicado en la calle de La Raqueta, hoy Carrillo Puerto.

Por su parte, El Casino Jalapeño fue fundado en 1866 y sus socios pertenecían a la clase privilegiada económicamente. En su bello salón se celebraron tertulias, bailes y conciertos privados; contó con salones de billar, para juegos de cartas, gabinetes de lectura y mirador. Comenzó modestamente en la calle Principal y poco después se instaló en un edificio de la Primera de Belén (hoy calle Doctor Lucio). Es la única de las tres sociedades que continúa en existencia.

La Sociedad El Edén fue “el paraíso de la clase media” y fundada e impulsada por el pianista español Joaquín María de Aguilar como una “institución de música y declamación” dedicada, sobre todo, a la mujer. Se ubicó en la segunda calle Principal y contó con departamentos para lecciones y un salón con un teatro al fondo donde se representaron zarzuelas y comedias.

Poco a poco el piano y el canto ganaron terreno en los salones, mientras que el uso de la guitarra, la jarana y el arpa se confinó a los hogares, sobre todo de la clase media y baja. La afinación y reparación de pianos estuvo a cargo de Carlos Mottl, un fabricante de pianos de Orizaba. Por añadidura, la creciente práctica de la música generó una demanda de partituras, métodos e instrumentos musicales, que fue atendida hacia 1878 por Manuel y Ramón Rocha en su establecimiento “La Nación Mexicana”, que ofrecía “un magnífico surtido” de piezas para canto y piano, para piano solo, así como métodos de solfeo y de piano.

Existen datos concretos en torno a la actividad realizada por artistas visitantes. En abril de 1878, el violinista cubano Claudio Brindis de Salas ofreció un concierto en el Teatro Cauz acompañado por Eusebio Hernández (uno de los organizadores del concierto). En el mismo evento los señores Aparicio, Herrera y Enríquez tocaron con flautas y saxofón el terceto del Réquiem de Verdi y el dúo del Stabat Mater de Rossini. Participó también Jacinto Jáquez dirigiendo la orquesta, misma que probablemente fue la del Colegio del Estado (hoy Colegio Preparatorio), pues era la que participaba regularmente en los conciertos del Teatro Cauz.

Por otro lado, en las semanas anteriores a la cuaresma se celebraban bailes de máscaras o de disfraces, tanto en los salones de las sociedades mencionadas como en el Teatro Cauz. Por esas fechas se organizaron también mascaradas, que consistían en recorridos de varones por las principales calles de la ciudad hasta el paseo de Los Berros, acompañados por una estudiantina y una “banda de armonía” cantaban a las damas que aguardaban su paso desde los balcones. Es probable que estas actividades de carácter popular incluyeran danzas y alguna dramatización de tono burlesco, en que los participantes usaban máscaras o disfraces en su recorrido.

También se celebraron bailes a bordo de una embarcación sobre el lago de la fábrica Industria Xalapeña, mejor conocida como “El Dique”. Se dice que tenía capacidad hasta para 80 pasajeros.

Una compositora en la historia de Xalapa
Mención aparte merece la pianista y compositora xalapeña María Pérez Redondo y Rivera. Julieta González nos indica que Pérez Redondo nació en 1863 y se desconoce la fecha de su deceso.

Continúa la investigadora: “A pesar de que su actividad se situó primordialmente en el ámbito privado, su talento y preparación musical hicieron que destacara no sólo a nivel local sino en un ámbito mayor. Como muestra de ello, su nombre figuró dentro de la lista de compositores nacionales cuyas obras fueron seleccionadas por el gobierno mexicano para enviarse ‘como un homenaje de nuestro país a Venezuela, en el primer centenario del nacimiento de Simón Bolívar’, en julio de 1883”.

González indica que se atribuyen a esta compositora las zarzuelas Partir de ligero y La amiga de los niños, las mazurcas Una mirada lánguida y La agonía del corazón, así como valses, danzas y polcas. Se tiene confirmado el estreno de Una mirada lánguida a fines de julio de 1880 en el Teatro Cauz, con participación de la orquesta del citado teatro. Asimismo, la partitura para piano No lo crea usted se guarda en el acervo de música impresa del Archivo Zevallos Paniagua, en la ciudad de Córdoba. La romanza para mezzosoprano y piano Lo que es amor fue publicada por la casa Wagner y Levien.

La estudiosa cierra este capítulo con una observación importante. El caso de Pérez Redondo puede ser el más notorio de una vertiente que aún debe estudiarse, la que corresponde a la producción de músicos locales y, en específico, de mujeres compositoras.