Investigación de Julieta González
El origen de la música en Xalapa, su
historia y circunstancias

Jorge Vázquez Pacheco
Julieta González, egresada de la Facultad de Música
de la Universidad Veracruzana (UV) en 1997 con licenciatura
en Piano y Pedagogía, presentó recientemente
una interesante tesis para obtener el título de maestra
en Musicología; se trata de una investigación
que aborda la historia y las circunstancias que dieron origen
a la tradición musical propia de la capital veracruzana.
Al respecto, es necesario tomar en cuenta el contexto histórico
de conocimiento generalizado. La Banda de Rurales surgió
en 1886 y es el antecedente directo de la Orquesta Sinfónica
de Xalapa, pero estas instituciones no aparecieron de manera
espontánea; hubo circunstancias que generaron el ámbito
propicio. ¿Cuáles fueron esas circunstancias?
En su amplísimo estudio, una buena parte del cual ha
sido publicado en la revista especializada Heterofonía
en 2008, Julieta explica qué ocurrió durante
el siglo XIX y cuáles fueron las condiciones que dieron
origen a la intensa y fructífera actividad musical
de esta ciudad.
Inicialmente, Julieta González indica que dividió
el panorama musical xalapeño decimonónico en
dos grandes categorías: la música pública
y la privada: “Un periodo con dos grandes espacios de
vida musical perfectamente delimitados y con repertorios específicos:
el primero destinado al escenario teatral y público;
y el segundo, al consumo doméstico, al salón
íntimo y privado donde se llevaban a cabo elegantes
tertulias musicales.”
Y va de historia
Xalapa contaba con poco más de nueve mil 600 habitantes
hacia el año de 1824, indica Julieta González.
Con dos distintivos básicos, como fueron su ubicación
dentro del sistema de comunicaciones entre el puerto de Veracruz
y el altiplano, y la presencia de dos grandes sectores sociales
–comerciantes y hacendados– le fue asignada la
categoría de ciudad en 1830.
“Numerosos viajeros de diverso nivel social pasaron
por Xalapa. Casi todos ponderaron la riqueza de la flora y
de la fauna, tanto como la salubridad de la zona… Elogiaron
su riqueza y la profusión de su mercado; la población
era famosa por sus lavaderos, por sus iglesias y por su ambiente
cultural. La mayoría estimó que sus habitantes,
al menos los estratos acomodados con los que entraron en contacto,
eran educados, con una marcada ascendencia española,
vinculados por fuertes lazos familiares y mercantiles con
el puerto de Veracruz, inclinados a seguir las costumbres
y modas europeas. Igualmente parecían gustar de las
tertulias vespertinas, la música, el baile y de mantenerse
informados de los sucesos nacionales e internacionales”,
describe Julieta.
Debido a la guerra y las enfermedades durante la segunda intervención
francesa, la población registró una sensible
baja y se calcula que llegó a ocho mil habitantes hacia
la década de 1860. En los años posteriores,
la ciudad se incorporó al proceso de reorganización
nacional, se introdujeron el telégrafo y el ferrocarril
entre Veracruz y Xalapa, se dio notorio impulso a la educación
y se inició una lenta recuperación demográfica.
Conforme avanzó el último tercio del siglo,
el movimiento cultural en Xalapa cobró una notoria
vitalidad hasta convertirse en parte importante de la estructura
social.
Ámbito privado: tertulias y bailes
Xalapa vivió un intenso periodo de tertulias y bailes
durante el siglo XIX y parte del XX. Entre 1824 y 1855 (fin
del periodo de Santa Anna en el poder) la tertulia xalapeña
se celebraba en casas particulares y, como en otros ámbitos,
estaba estrechamente ligada al baile y a la poesía.
Manuel Payno, Georges Frances Lyon, Guillermo Prieto y otros
autores describieron las tertulias como “una de las
actividades predilectas de los xalapeños”, junto
con los paseos por las calles y la contemplación de
las flores desde las ventanas. Julieta cita textualmente un
párrafo de Payno:
“En todas las casas hay ciertas cosas que se consideran
como indispensables; a saber, un arpa en la sala, y guayabos,
naranjos y flores en el patio. La música y las flores;
he aquí dos cosas que aman con pasión las jalapeñas,
y con justicia, pues no puede haber objetos que tengan más
analogía que éstos con el carácter suave
de la mujer…”
Y para mí tengo que la que sea apasionada de las flores
y de la música, debe tener un germen de virtud y sensibilidad
en el corazón, que la hará siempre apreciable.
Payno, nos indica la investigadora, conoció las orquestas
que amenizaban las tertulias. Una de ellas fue la de la Sociedad
Filarmónica, compuesta de cinco jaranas (incluyendo
el requinto), dos bajos y un arpa. No había piano.
El repertorio interpretado en esa ocasión consistió
en un vals de William Vincent Wallace (1812-1865), “multitud
de composiciones modernas” y un jarabe con variaciones.
Además de los bailes celebrados en el marco de las
tertulias, la sociedad xalapeña organizaba bailes públicos,
como los realizados con motivo de celebraciones políticas
o militares. Estos bailes organizados por y para los militares
sucedieron, por ejemplo, con motivo de la rendición
de San Juan de Ulúa, la instalación del Congreso
de Panamá, el aniversario de la victoria de Santa Anna
en Tampico frente a los españoles o como parte de los
festejos del 16 de septiembre.
Entre 1855 y 1878 distintas sociedades cobraron particular
relevancia. Fueron organizaciones civiles que contaban con
junta directiva, local propio y se dedicaban al esparcimiento
artístico y literario A inicio de la década
de 1870 Xalapa contaba con tres sociedades en activo: El Casino
Jalapeño; la Sociedad El Edén y la Sociedad
de Artesanos y Agricultores de Jalapa. Esta última
se estableció en 1867 y su objetivo principal fue la
creación de un fondo de ahorro con aportaciones de
cada miembro. Su local estuvo ubicado en la calle de La Raqueta,
hoy Carrillo Puerto.
Por su parte, El Casino Jalapeño fue fundado en 1866
y sus socios pertenecían a la clase privilegiada económicamente.
En su bello salón se celebraron tertulias, bailes y
conciertos privados; contó con salones de billar, para
juegos de cartas, gabinetes de lectura y mirador. Comenzó
modestamente en la calle Principal y poco después se
instaló en un edificio de la Primera de Belén
(hoy calle Doctor Lucio). Es la única de las tres sociedades
que continúa en existencia.
La Sociedad El Edén fue “el paraíso de
la clase media” y fundada e impulsada por el pianista
español Joaquín María de Aguilar como
una “institución de música y declamación”
dedicada, sobre todo, a la mujer. Se ubicó en la segunda
calle Principal y contó con departamentos para lecciones
y un salón con un teatro al fondo donde se representaron
zarzuelas y comedias.
Poco a poco el piano y el canto ganaron terreno en los salones,
mientras que el uso de la guitarra, la jarana y el arpa se
confinó a los hogares, sobre todo de la clase media
y baja. La afinación y reparación de pianos
estuvo a cargo de Carlos Mottl, un fabricante de pianos de
Orizaba. Por añadidura, la creciente práctica
de la música generó una demanda de partituras,
métodos e instrumentos musicales, que fue atendida
hacia 1878 por Manuel y Ramón Rocha en su establecimiento
“La Nación Mexicana”, que ofrecía
“un magnífico surtido” de piezas para canto
y piano, para piano solo, así como métodos de
solfeo y de piano.
Existen datos concretos en torno a la actividad realizada
por artistas visitantes. En abril de 1878, el violinista cubano
Claudio Brindis de Salas ofreció un concierto en el
Teatro Cauz acompañado por Eusebio Hernández
(uno de los organizadores del concierto). En el mismo evento
los señores Aparicio, Herrera y Enríquez tocaron
con flautas y saxofón el terceto del Réquiem
de Verdi y el dúo del Stabat Mater de Rossini. Participó
también Jacinto Jáquez dirigiendo la orquesta,
misma que probablemente fue la del Colegio del Estado (hoy
Colegio Preparatorio), pues era la que participaba regularmente
en los conciertos del Teatro Cauz.
Por otro lado, en las semanas anteriores a la cuaresma se
celebraban bailes de máscaras o de disfraces, tanto
en los salones de las sociedades mencionadas como en el Teatro
Cauz. Por esas fechas se organizaron también mascaradas,
que consistían en recorridos de varones por las principales
calles de la ciudad hasta el paseo de Los Berros, acompañados
por una estudiantina y una “banda de armonía”
cantaban a las damas que aguardaban su paso desde los balcones.
Es probable que estas actividades de carácter popular
incluyeran danzas y alguna dramatización de tono burlesco,
en que los participantes usaban máscaras o disfraces
en su recorrido.
También se celebraron bailes a bordo de una embarcación
sobre el lago de la fábrica Industria Xalapeña,
mejor conocida como “El Dique”. Se dice que tenía
capacidad hasta para 80 pasajeros.
Una compositora en la historia de Xalapa
Mención aparte merece la pianista y compositora xalapeña
María Pérez Redondo y Rivera. Julieta González
nos indica que Pérez Redondo nació en 1863 y
se desconoce la fecha de su deceso.
Continúa la investigadora: “A pesar de que su
actividad se situó primordialmente en el ámbito
privado, su talento y preparación musical hicieron
que destacara no sólo a nivel local sino en un ámbito
mayor. Como muestra de ello, su nombre figuró dentro
de la lista de compositores nacionales cuyas obras fueron
seleccionadas por el gobierno mexicano para enviarse ‘como
un homenaje de nuestro país a Venezuela, en el primer
centenario del nacimiento de Simón Bolívar’,
en julio de 1883”.
González indica que se atribuyen a esta compositora
las zarzuelas Partir de ligero y La amiga de los niños,
las mazurcas Una mirada lánguida y La agonía
del corazón, así como valses, danzas y polcas.
Se tiene confirmado el estreno de Una mirada lánguida
a fines de julio de 1880 en el Teatro Cauz, con participación
de la orquesta del citado teatro. Asimismo, la partitura para
piano No lo crea usted se guarda en el acervo de música
impresa del Archivo Zevallos Paniagua, en la ciudad de Córdoba.
La romanza para mezzosoprano y piano Lo que es amor fue publicada
por la casa Wagner y Levien.
La estudiosa cierra este capítulo con una observación
importante. El caso de Pérez Redondo puede ser el más
notorio de una vertiente que aún debe estudiarse, la
que corresponde a la producción de músicos locales
y, en específico, de mujeres compositoras.







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