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Año 9 / No. 343 / Febrero 3 de 2009 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Falleció, en Madrid, Rafael Del Águila

Dejó huella en la UV el mejor teórico político español

Víctima del cáncer, Rafael del Águila murió el 13 de enero, a los 55 años

En la UV fundó el Doctorado en Ciencia Política, un posgrado que podría volverse a ofrecer: Gidi Villarreal


Emilio Gidi

“Su visión me permitió conocer e interiorizarme del problema que representan los pueblos indígenas para nuestro país y lo que representa nuestro país para los pueblos indígenas”
“Fue uno de los maestros que más influencia tuvo en mis estudios. Sus enseñanzas enriquecieron mi manera de entender el mundo”


Dulce María Cinta

Edith Escalón

Considerado el mejor teórico político español de las últimas décadas, Rafael Del Águila fue hasta su muerte un maestro y amigo excepcional. Sus alumnos y colegas, tanto de España como de la Universidad Veracruzana (UV), en México, coinciden en que es su obra –fruto de una vida dedicada a la reflexión– la que mejor refleja sus virtudes y explica lo indeleble de su impronta intelectual.

Investigador de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), autor de una prolífica obra que incluye libros e innumerables escritos académicos y catedrático en universidades de Estados Unidos, Inglaterra, Malasia, Italia y México, Del Águila “tuvo la virtud de atreverse a penetrar en los temas centrales de la ciencia política, incluso en los más escabrosos”, según Fernando Villaspín, su colega y amigo, quien junto a otros académicos de su talla integran el Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la UAM.

Del Águila inició en la UV el Doctorado en Ciencias Políticas, un proyecto académico impulsado por el entonces rector Emilio Gidi Villarreal, que dejó a finales de los noventa una generación de investigadores especializados en el área, un puñado de amigos –entre ellos el propio ex Rector– que lamentaron su muerte el pasado 13 de enero, cuando dejó de existir víctima del cáncer, y una concepción distinta de la ciencia política, cristalizada en sus libros, ensayos y artículos.

Obra y personalidad excepcionales
Para Vallespín, quien le dedicó un artículo en el periódico El País el 15 de enero, Del Águila “nunca perdió de vista la realidad de la política, muchas veces oculta detrás de los convencionalismos. Pero su realismo tenía un fin terapéutico, evitar que el maximalismo moral o la hipocresía impidieran al final la realización de una democracia mejor y más plena”.
En sus libros, Del Águila refleja esta visión. Dos ejemplos: en La senda del mal (Taurus, 2000) abordó las conexiones entre moral y política y la importancia de pensar en profundidad las categorías fundamentales de lo político. En Crítica de las ideologías (Taurus, 2008), mostró la importancia de una “política de mesura” democrática abierta a la crítica y a la autorreflexión permanentes.

Para sus colegas y alumnos, la calidad de su obra irá siempre unida a una personalidad sobresaliente, como lo demuestra el hecho de que “hasta el final de sus días luchó contra la muerte”, según sostiene Gidi Villarreal.
“Él nunca dejó de trabajar, de escribir, de publicar, de dar conferencias, de enseñar, ni siquiera después de que le detectaron un cáncer de pulmón y un tumor en el cerebro; tuvo que someterse a operaciones y tratamientos para el cáncer, quimioterapias, radioterapias. Nunca se rindió. Ése era Rafael Del Águila.”

Por eso, recordarán siempre “al profesor dispuesto a compartir con gran humildad y sencillez sus reflexiones más recientes, a debatir críticamente”, asegura otra de sus alumnas del Doctorado en la UV, Beatriz Rodríguez Villafuerte.

Legado
Gidi Villarreal, quien conociendo sus textos tuvo la iniciativa de buscarlo para fundar en la UV un posgrado de esta naturaleza, reconoció que fue gracias a él que se volvió especialista en el problema político de los pueblos indígenas en México.

“Su visión me permitió –independientemente de mi formación como abogado, como jurista– conocer e interiorizarme del problema que representan los pueblos indígenas para nuestro país y lo que representa nuestro país para los pueblos indígenas, un problema sin resolver y, por lo tanto, actual.”

Para Rodríguez Villafuerte no fue distinto: “Me llevó a redescubrir textos ya leídos y a descubrir otros muchos que desconocía, de su mano y bajo su tutela recorrí con otra mirada las páginas de Tocqueville, Hobbes, Weber, Locke, Maquiavelo. Los encuentros posteriores en Madrid continuaron enriqueciendo y retroalimentando mi trabajo, aún sin ser mi director de tesis”.

Dulce María Cinta, otra de sus alumnas en la UV e investigadora de esta casa de estudios, añade: “Fue uno de los maestros que más influencia tuvo en mis estudios. Compartíamos el tener estudios de Economía y Sociología. Sus enseñanzas enriquecieron mi manera de entender el mundo”.

El jurista y ex Rector universitario consideró su muerte una gran pérdida para la UAM, pero también para la UV; sin embargo, aseguró que parte del legado que dejó gracias al Doctorado en Ciencia Política (que se ofreció por una sola ocasión) podría recuperarse habilitando nuevamente el posgrado.

“El convenio con la UV sigue vigente y el equipo que continúa en la UAM podría formar nuevas generaciones de investigadores en esta materia, me atrevo a sostener que la UV debería aprovechar ese vínculo.”

Rodríguez Villafuerte, Cinta Loaiza y Gidi Villarreal coincidieron en que Rafael Del Águila ha dejado “huellas profundas en la UV”. Su bibliografía “será siempre un abrevadero de ciencia política indispensable para los universitarios”, pues a través de ella “podrían asomarse a una concepción de las cuestiones políticas y sociales de una manera muy humana y, sobre todo, de gran profundidad”.