En tres años arraigaron el prestigio
social de la UV
Los universitarios “se dieron a querer
en Uxpanapa”: pobladores
“Treinta años
con diabetes y viera que aquí vine a saber lo que era
un médico de confianza”: Melitón Maldonado
La vocación, capacidad,
compromiso y solidaridad de los universitarios ha quedado
probada en Uxpanapa
Edith Escalón
Uxpanapa, Ver.- No es una
escuela ni un hospital, pero aquí más de 14
mil personas de 19 comunidades chinantecas, zoques y totonacas
han recibido servicios de salud, cursos de computación,
primeros auxilios, nutrición, talleres de manualidades,
pláticas de educación sexual y ambiental, orientación
profesional, apoyo legal y capacitación para proyectos
productivos.
La Casa de la Universidad Veracruzana (UV) en el Uxpanapa
está rodeada por consultorios y su explanada igual
es sala de espera que patio de juegos, galería, plaza
pública o salón de fiestas, según la
agenda y el calendario. Mientras despacha refrescos, María
Ortega mira desde su tienda la casa “más bonita”
de la Chinantla, cabecera municipal de Uxpanapa: “Yo
había creído que era una escuela de niños,
ya luego supe que así es la Universidad, que es como
una escuela pero para todos”.
Esta Casa UV –uno de sus siete centros de desarrollo
comunitario– es la sede más distante de la máxima
casa de estudios. Llegar desde Xalapa toma nueve horas en
coche o 12 en autobús, con dos escalas. En el extremo
sureste del estado, en los límites con Oaxaca, rodeados
por selvas intocadas, plantaciones de caucho, ríos
y manantiales, la vocación y el compromiso de los universitarios
arraigaron en sólo tres años el prestigio social
de la Universidad.
“Los muchachos se dieron a querer desde el principio,
¡viera cómo lo atienden a uno!, sonriendo, como
de buena gana”. A sus 65 años, Melitón
Maldonado “Don Meli” asegura que no ha tenido
mejor atención que en la Chinantla: “30 años
con diabetes y viera que aquí vine a saber lo que era
un médico de confianza”.
Puertas abiertas hasta de madrugada
Para los 25 mil habitantes de Uxpanapa sólo hay un
hospital en el poblado “Laguna” con 11 camas,
un quirófano y dos consultorios. La atención
en las escasas clínicas rurales se limita a curaciones
y consulta externa de ocho de la mañana a cuatro de
la tarde. Poco personal, muchos pacientes, largos tiempos
de espera, distancias cortas desde los poblados que se hacen
largas con caminos en mal estado, y hasta la calidad del servicio
y la atención; por todo, la gente sólo va cuando
es muy necesario.
En cambio, en la Casa UV duermen, comen y trabajan los seis
egresados de Medicina, Odontología, Enfermería,
Trabajo Social y Nutrición que forman la brigada. Su
presencia es permanente en la comunidad y después de
seis meses una nueva brigada los reemplaza. Este modelo fue
creado por la UV hace casi 10 años; en Uxpanapa fue
implementado en 2005 con el apoyo del DIF Estatal.
Para Cristina Jerónimo ésta es una gran ventaja:
“De urgencia les hemos ido a tocar las puertas hasta
de madrugada, que un dolor, que un niño con calentura,
y ahí vamos, ya sabemos que prenden las luces y nos
atienden, que se preocupan; si no fuera por eso hay que ver
cómo consigue uno viaje a Laguna o a Acayucan”.
Además de la permanencia, está el profesionalismo.
Cristina lo comprobó luego de perder a su primer bebé
a los 20 años por una mala atención en el parto:
“Aquí todo ha sido muy distinto, me llevaron
el control de mi segundo embarazo, me vio la nutrióloga,
la trabajadora social, la doctora, nos dieron consultas después
del parto, y ahora anticonceptivos; aunque son jóvenes
ellos saben lo que hacen”, dijo.
Para los brigadistas, el problema en Uxpanapa es que el Hospital
y las clínicas tienen poca aceptación en la
comunidad. Don Meli explica: “No se esmeran en el servicio,
allá uno tiene que aguantar la enfermedad y los malos
humores; además hay equipo de rayos X pero no radiólogo,
tampoco hay pediatra, llega uno a los análisis y que
no hay las cosas, siempre pasa algo”.
Vocación de servicio a prueba
de obstáculos
El diagnóstico universitario muestra que en el municipio
casi 23 por ciento de los niños mayores de cinco años
no tienen educación y sólo tres mil personas
de más de 15 asisten a la escuela; hay analfabetismo
y muy pocas escuelas. Los rezagos educativos, como los de
salud, son claros indicadores de pobreza.
“Vivimos de la siembra, algunos del ganado, quiera que
no otros cazan o talan o les mandan dinero de Estados Unidos”,
dice Guadalupe, mujer indígena que vive en el valle
desde hace 20 años. Pero lejos de intimidarlos, los
problemas de Uxpanapa ponen a prueba la vocación de
los muchachos: “Son retos a los que tenemos que ‘entrarle’
con lo que aprendimos, con lo que podemos y tenemos al alcance”,
sostiene Noemí Muñoz Espronceda, doctora de
la Casa.
Para Mabel Vázquez García, egresada de Nutrición,
el trabajo no ha sido fácil: “Cuando veía
los casos pensaba, ¿cómo dar dietas balanceadas
a una población que sólo puede comer frijoles
y tortillas, pollo una vez al mes? Ingeniándomelas,
investigando”. Así trata desde hace medio año
pacientes que sufren desde diabetes y desnutrición
hasta anorexia.
Mabel es de Xalapa, desde hace seis meses viaja 12 horas en
autobús para hacer su Servicio Social en la comunidad.
Como algunos del equipo, quiere renovar el permiso para quedarse
seis meses más en la Chinantla: “No hay mucho
que pensar, nos gusta la comunidad y nuestro equipo; hay mucho
qué aprender, la gente es agradecida; para nosotros
quedarnos no es un sacrificio”.
En entrevista cuentan entre todos cómo las experiencias
los marcan. Dicen que ya atendieron dos partos, mordidas de
caballo, neumonías, casos de dengue hemorrágico,
que han aprendido farmacología y a prescribir para
las urgencias cuando la doctora falta. “Una vez tuvimos
que convencer a una familia de que una muchacha había
muerto, ellos pensaban que estaba en coma y al principio no
nos creían; fue bien impactante para todos”.
Nicolás Antonio Antonio es enfermero y traductor. En
la región, donde más de 30 por ciento de la
gente habla chinanteco, zoque o totonaco y sólo la
primera lengua tiene 13 variantes, un universitario indígena
es más que necesario: “No entiendo todo pero
con lo que sé ha sido suficiente, nunca le negamos
la atención a nadie, aunque no hable español”.
Él es de Uxpanapa, como Rosalinda López García,
la enfermera de cabecera de don Melitón.
Isabel Santiago, coordinadora de la Casa, explica que además
de cursos, talleres y actividades recreativas, terapias de
estimulación temprana o rehabilitación a pacientes
parapléjicos, a la semana ofrecen alrededor de 80 servicios
de nutrición, enfermería, odontología
y medicina, tanto en la Chinantla como en las otras comunidades
que integran el Uxpanapa.
“Somos solidarios”
En septiembre de 2008, cuando la región sufrió
una de las peores inundaciones en los últimos años,
los brigadistas llevaron hasta la zona zoque del municipio
seis toneladas de víveres donadas por académicos
y estudiantes, y la atención médica que urgía
entonces a 19 comunidades.
Para Graciela Cruz López, enfermera, y Jessica Hernández
Cruz, odontóloga, ésta fue una oportunidad “de
demostrar a la gente de Uxpanapa que en la UV somos solidarios”.
Cuentan que para ir al Poblado 9, a 20 minutos de La Chinantla,
viajaron una hora y media trasbordando: “Primero en
un camión de volteo, luego en camionetas con los soldados,
después subimos en lancha y, al final, con bolsas de
ropa y equipos médicos en los hombros, caminamos con
el agua hasta la cintura a un caserío completamente
inundado”.
Con el respaldo de Enrique Ramírez Nazariega, vicerrector
del campus Coatzacoalcos, y del DIF Estatal, la brigada atendió
en 19 comunidades a mil 308 pacientes, hizo 453 profilaxis
oftálmicas, dio 855 consultas y estableció un
cerco epidemiológico en la comunidad de Rafael Murillo
Vidal, ante la sospecha de dos casos de dengue hemorrágico.
Desde la dirección de la Casa UV-DIF, Isabel Santiago
habla por teléfono con las autoridades, firma reportes,
agenda visitas y planea actividades. Para ella, la Casa ha
ayudado a mejorar la calidad de vida de las familias de Uxpanapa
y, al mismo tiempo, afianzar la vocación de servicio
y los conocimientos de los universitarios. “Lo mejor
en este proyecto, yo creo, es que todos salimos ganando”.
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