Día Internacional
del Libro
Ciencia, arte, religión tienen
una sola raíz: el libro
La literatura enriquece la ciencia
y la ciencia detona creaciones literarias, en una perfecta
simbiosis:
Manuel Martínez
El primer obsequio en el que pienso
cuando de regalar se trata es un libro. Uno de los primeros
temas de conversación con mis amigos es un libro:
Agustín del Moral
Confesión de un sacerdote: “Cuando
llegué a la Diócesis del Seminario Menor
de Xalapa me daba mañas para leer novelas de
Emilio Salgari”:
Teódulo Guzmán
Los libros son como las personas, algunos
nos gustan, otras no. Cada uno debe desarrollar sus
afinidades y sus intereses:
Víctor Hugo Vázquez Rentería |
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Redacción UniVerso
Campos que aparentemente tienen poca relación
–e incluso algunos que han sido antagónicos,
como la ciencia y la religión– encuentran en
los libros, en la literatura, raíces comunes, según
expresaron destacados miembros de la comunidad universitaria
de la Universidad Veracruzana (UV) a quienes UniVerso entrevistó
a propósito del Día Internacional del Libro.
El resultado fue un mosaico que integra desde visiones y explicaciones
disciplinares, reconocimiento de una génesis en la
literatura, hasta francas relaciones personales de cariño
con los libros como objetos y la literatura –en sí
misma– como una forma de entender el mundo.
Para el académico e investigador de la Facultad de
Física e Inteligencia Artificial de la UV, Manuel Martínez,
la literatura enriquece la perspectiva del trabajo científico
y al mismo tiempo la ciencia detona creaciones literarias,
en una perfecta y muy productiva simbiosis.
“No sólo la ciencia ficción es fuente
de inspiración científica, porque de alguna
forma toda literatura es fantástica”. Cita a
Julio Cortázar, Juan José Arreola y Juan Rulfo:
“De hecho, un artículo especializado sobre matemáticas,
biología molecular o física atómica,
puede resultar tan fantástico como un cuento de Arthur
C. Clarke, como 2001 odisea en el espacio, Encuentro con Rama
o Final de la Infancia”.
Así como obras que en su tiempo fueron consideradas
fantasías científicas se quedaron cortas frente
al futuro concreto moldeado por la ciencia y la tecnología
–el ejemplo clásico es Julio Verne–, Martínez
considera un visionario a Michael Crichton, quien ha escrito
La amenaza de Andrómeda, Parque Jurásico y Congo,
entre otras obras.
Por su parte, Agustín del Moral, actual encargado de
la Dirección General Editorial de la UV, hombre de
letras por profesión y por convicción, aseguró
que los libros son una especie de carta de presentación
con los otros.
“El primer obsequio en el que pienso cuando de regalar
se trata es un libro. Uno de los primeros temas de conversación
con mis amigos es un libro: el libro que se está leyendo,
el libro que acaba de aparecer, el libro que Fulano recomienda”,
sostuvo.
Y como una muestra de la cercana relación que guarda
con sus libros, detalla: “Ante pocos hechos me cuesta
tanto trabajo transigir como ante la pérdida de un
libro. Pocas cosas me duelen tanto como perder un libro, sobre
todo un libro que está en mis gustos o mis preferencias,
un libro que presto con toda la buena fe del mundo o un libro
que espero que me sea devuelto tan pronto como es leído”.
Al hablar de los tres autores que han sido más significativos
en su vida, Del Moral Tejeda menciona a León Trotsky,
por su Autobiografía y sus repercusiones históricas
y sociales; Dostoievski, en cuento a la novela; y César
Vallejo, por el lado de la poesía.
Teódulo Guzmán, sacerdote católico y
asesor de la Maestría en Educación de la UV
y que fuera catedrático de la Facultad de Pedagogía
sostiene que sin el libro no se entiende la historia de la
Iglesia ni la misma religión cristiana.
“Nada más La Biblia ha sido traducida a todos
los idiomas, incluso hay una traducción reciente al
tzeltal –lengua indígena de Chiapas– por
parte de un jesuita indígena, pero hay traducciones
a otras lenguas indígenas”, sostuvo.
En cuento a su formación personal, Teódulo Guzmán
confiesa: “cuando llegué a la Diócesis
del Seminario Menor de Xalapa, junto con mi compañero
José Benigno Zilli Mánica, nos dábamos
mañas para leer novelas de Emilio Salgari y de otros
autores”.
Explica además que los libros siempre han sido importantes
en su vida, “no sólo en mi formación como
jesuita; desde niño me gustó leer, recuerdo
que en casa de mis padres leí todos los libros que
ellos tenían (que no eran muchos), me volví
un aficionado lector, y después, en el primer periodo
en mi formación en letras, en literatura novohispana,
literatura española, literatura universal”.
Esta afición a la lectura se extendió al campo
profesional cuando se volvió investigador: “Trabajé
14 ó 15 años con Pablo Latapí Sarre,
que entonces era director de los Centros Educativos; por supuesto,
antes en mi maestría en
Educación en la Universidad de Colombia hubo que leer
muchísimo”.
Aficionado irredento, declara: seguiré leyendo, por
ejemplo ahora leo El viaje, de Sergio Pitol, también
leo periódicos y sobre todo libros que tienen que ver
con la educación.
Para el escritor y académico de la Facultad de Letras
Españolas de la UV, Víctor Hugo Vázquez
Rentería, los libros son como las personas, algunos
nos gustan, otros no, y cada persona debe desarrollar sus
afinidades y sus intereses.
Tomando en cuenta esto, generar el hábito de la lectura
requiere establecer parámetros para definir qué
se puede desarrollar en cada persona.
“Uno se enamora de los libros, como estudiantes o maestros
de literatura debemos estar abiertos a los cambios de opinión,
porque podemos afirmar que no nos interesa tal o cual tipo
de literatura o autor o que no tenemos las estrategias necesarias
para poder leer una gran novela, y si nos encontramos con
el libro adecuado podemos cambiar de criterio inmediatamente”,
sostuvo.
En cuanto a la promoción de la lectura, Vázquez
Rentería sostuvo que muchas veces son los propios maestros
quienes bombardeamos de mala información a nuestros
alumnos, diciéndoles que no leen y que no escriben.
“En realidad sí hay hábitos de lectura
y escritura, las revistas, los periódicos, incluso
ahora con los mensajes de texto, el Internet y el ‘chat’,
los jóvenes están leyendo y escribiendo. Lo
importante, ahora, es encaminar esos intereses en una manera
en que sean verdaderamente provechosos para los jóvenes”,
aseguró.
Una promoción efectiva de la lectura debe reconocer
lo que los chicos leen, detectar gustos personales y tener
las condiciones adecuadas para que la lectura fructifique;
por ello, el académico recomendó a los maestros
buscar por anticipado textos que generen la empatía
de sus alumnos y ofrezcan puntos de interés común
para que la lectura se vuelva un ejercicio cotidiano.

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