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Año 9 / No. 363 / Julio 13 de 2009 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Estudio pionero de la UV



Ibiza Martínez-Serrano

Tamiahua es una guardería de delfines: sus aguas calmas son ideales para que los más jóvenes aprendan a respirar, buscar alimento y socializar

La constante presencia de los delfines hace imperativo crear normas que regulen, como en Estados Unidos, las vías de tránsito de las embarcaciones


Alma Espinosa

La Universidad Veracruzana (UV) es la primera institución del Golfo de México que se preocupa por estudiar el ámbito hogareño y la composición grupal de delfines para, posteriormente, impulsar políticas públicas para su protección, desarrollar programas de educación ambiental y conservar la especie.

Con el trabajo de Ibiza Martínez-Serrano, estudiante del Doctorado de Neuroetología, la UV se coloca como la pionera en realizar este tipo de investigación en el Golfo, pues esta especie de mamífero marino sólo ha sido estudiada en la zona del Pacífico y en otros lugares hacia el norte del continente y bajo la responsabilidad de investigadores extranjeros.
Ibiza Martínez comenzó su trabajo en el Laboratorio de Mamíferos Marinos de la Facultad de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de Tuxpan para reunir información necesaria y así determinar el ámbito hogareño; es decir, las áreas específicas que utilizan los animales para satisfacer sus necesidades vitales, como son alimentación, reproducción y refugio. Delimitó su área de estudio a los delfines tonina (Turciops truncatus) de las costas de Tamiahua, Tuxpan y Nautla.

El tamaño del ámbito hogareño se conoce al delimitar tiempos y espacios, con el fin de saber si los delfines son residentes o transeúntes. Por ser animales costeros se adaptan a las distintas condiciones del ambiente, lo cual lleva intrínseco cuestiones de comportamiento para desenvolverse según los estímulos y aprovechar los recursos de manera eficiente, a lo que se le llama plasticidad conductual.

Los delfines, indicó Ibiza Martínez, son animales muy plásticos y oportunistas, pues aunque tengan preferencias alimenticias, por ejemplo, pueden variar su dieta según la disponibilidad. Esto también fue incluido en su tesis de Doctorado en Neuroetología.

Al hablar de los antecedentes, la joven dijo que la especie comenzó a estudiarse en la década de los cincuenta, aunque en nuestro país no se había estudiado de forma sistemática el uso que hacen de su hábitat. Por ello, éste es el primer esfuerzo que se hace tanto en el Golfo de California como en el de México.

Destacó que a partir de la década de los noventa en Veracruz se han desarrollado algunos estudios sobre distribución, aspectos ecológicos, abundancia y caracterización de hábitat; los dos últimos se realizaron en el Laboratorio de Mamíferos Marinos, que a decir de su titular, Arturo Serrano Solís, actualmente desarrolla tres grandes proyectos: conteo de manatíes en Alvarado, uso de los arrecifes del norte de Veracruz y creación de una red de biólogos dedicados a las cuestiones marinas.

El esfuerzo de Ibiza Martínez se enmarca en un proyecto de monitoreo ambiental que trabajó el Laboratorio para Pemex hace dos años. En ese momento interesaba saber si los delfines hacían uso de las mismas áreas que los de la paraestatal en cuanto a transporte de personal e instalación de plataformas. La respuesta fue afirmativa aunque se concluyó que los niveles de ruido no eran significativamente altos para dañar a los delfines.

Proyección del estudio
Martínez-Serrano explicó que los delfines pueden vivir en hábitats cerrados (en grupos pequeños cohesionados y se desplazan poco) o abiertos (grupos grandes con gran desplazamiento). Debido a que existen similitudes entre los mamíferos marinos y terrestres, Martínez-Serrano también contempla en su estudio la composición grupal, aunque, aclaró, esta parte todavía no la concluye porque debe contabilizar los integrantes de cada grupo de delfines por periodos en hábitats abiertos, que son en los que enfoca su atención.

De los primeros resultados destacó que la mayor parte de los grupos tienen en promedio entre dos y cinco delfines, seguido de los conformados de seis a nueve animales. El tamaño varía según la localización y las estaciones, que se distinguen entre nortes, secas y lluvias.

El estudio, además de generar una nueva línea de investigación que ha dado por igual respuestas y nuevas preguntas, sienta un precedente de lo que se debe hacer para proteger y conservar la especie.

“La gente no sabe siquiera que hay delfines en Veracruz y cuando lo ven en las noticias buscan explicaciones como el calentamiento global, pero en realidad pueden ser vistos todo el año porque existen poblaciones residentes. No se conocen ya que casi no hay investigaciones publicadas”, aseguró Ibiza Martínez.

Por ello, dijo, su trabajo servirá para tareas de educación ambiental, conservación y generación de bases para crear políticas públicas de manejo. Un ejemplo de la utilidad de los conocimientos científicos es la ley emitida en el Pacífico para observar las ballenas, que contempla la distancia y el tiempo de observación, así como los niveles de ruido.

El gobierno no puede saber a qué distancia se debe acercar una lancha si no cuenta con una investigación previa, por lo que este estudio da a conocer qué zonas usan los animales en la parte norte de Veracruz. Además, servirá también para delimitar el crecimiento de los puertos y el tipo de embarcaciones.

Al aportar más detalles de su investigación, explicó que en total navegó 12 mil kilómetros cuadrados que abarcan desde la punta de Cabo Rojo hasta la parte baja del río Nautla y por cuestiones de logística lo dividió en Tamiahua, Tuxpan y Nautla.

Registró cada posición geográfica con el sistema de GPS donde encontraba delfines que fotografió para estudiarlos e identificarlos a cada uno, lo cual es posible porque sus aletas son diferentes.

Anotó observaciones conductuales, tales como navegación, alimentación, además si tiene crías y la edad aproximada según su coloración y tamaño. Luego de hacer los registros informativos y fotográficos, calificó y adaptó las imágenes para crear un catálogo, el cual hasta el momento contiene 422 fotos de 285 animales. Gracias a la fotoidentificación realizó mapas de desplazamiento, determinó el tamaño de su ámbito hogareño y la fidelidad al sitio.

Para elaborar los mapas utilizó dos técnicas, de Polígono Mínimo Convexo y Estimador de Kernel. Debido a esto ubicó zonas importantes como las desembocaduras de los ríos y los arrecifes coralinos. Respecto a esto último, se abrió la interrogante de la relación entre delfines y arrecifes.

Dijo que Tamiahua es una especie de guardería de delfines porque sus aguas calmas son ideales para que los más jóvenes aprendan a respirar, buscar alimento y socializar. De igual forma, observó un grupo grande de delfines en la desembocadura de Barra de Corazones, donde existen corales.

La constante presencia de los delfines hace imperativo crear normas que regulen, como en Estados Unidos, las vías de tránsito de las embarcaciones. Esto pensado, principalmente, en los barcos de tránsito de Pemex. Es aún más importante porque casi todos los grupos de delfines permanecen dentro de una línea de 10 kilómetros de la costa.
Por lo antes explicado, los delfines están cerca de las plataformas petroleras y su área está relacionada intrínsecamente con la actividad humana. Los avistamientos de delfines en las desembocaduras de los ríos suceden, dijo, porque éstos arrastran alimento, el cual es abundante en temporadas de lluvias.

Aunque el trabajo de Ibiza Martínez-Serrano es extenso aún no termina, pues asegura que no ha visto el número suficiente de delfines y conforme avanzaba su trabajo de campo surgieron más interrogantes. Durante años ha empleado diferentes técnicas de estudio como el marcaje satelital, pero para tener éxito total todavía falta entre otras cosas invertir en aparatos de tecnología avanzada.