Tenemos un gobierno,
no un Estado, fallido
entrevista con Carlos Montemayor
Edgar Onofre
El escritor Carlos Montemayor es hijo de la
misma tierra que tan cara resultó a Pancho Villa:
Parral, Chihuahua. Donó su archivo personal a la
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ),
embalado en 92 expedientes que contienen buena parte de
su producción como novelista, poeta, traductor, editor,
ensayista, periodista, analista político e intérprete.
Es menos conocida su faceta como tenor intérprete
de romanzas italianas y sobre la cual el periodista cultural
Pablo Espinosa se expresó de la siguiente manera:
“Hombre del Renacimiento en pleno siglo XXI, el maestro
Carlos Montemayor venció con creces las reticencias
de quienes no sabían que, por ejemplo, James Joyce
era también cantante de ópera”.
Es más conocido su compromiso con los pueblos indígenas,
como activista, divulgador, historiador y lingüista,
así como por la claridad de sus análisis políticos,
no por serios y precisos menos comprometidos.
Quienes le conocen de cerca siempre se refieren a sus inquebrantables
principios y su férrea ética, por lo que fue
designado como parte de la Comisión de Mediación
entre el Gobierno Federal y el Partido Democrático
Popular Revolucionario-Ejército Popular Revolucionario
junto con José Enrique González Ruiz, Miguel
Ángel Granados Chapa, Juan de Dios Hernández
Monge, Rosario Ibarra de Piedra, Gilberto López y
Rivas y Samuel Ruiz García.
En la siguiente entrevista, el cantante y escritor se refiere
a los momentos que atraviesa el país, a la lectura
que de los mismos se hace en el extranjero, analiza el papel
del narcotráfico en la economía y hace un
balance del Estado mexicano.
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A la luz de estas cosas que
estamos viendo en la prensa: noticias sobre inseguridad,
narcotráfico, ¿todavía tenemos
un Estado mexicano?
Sí, por definición todavía hay
un Estado mexicano, por supuesto. Hay que distinguir
que en términos jurídicos el Estado es
un entramado de instituciones, poderes, sociedad civil,
sociedad organizada, cuya estructura no se ha roto hasta
este momento. Desde un punto de vista legal, jurídico,
desde un punto de vista de teoría del Estado,
el Estado mexicano sigue vigente, por supuesto.
Ahora, desde el punto de vista de los analistas del
Pentágono, cuando ellos se refieren a un “Estado
fallido”, más que a una fractura de Estado,
están refiriéndose a la incapacidad de
control territorial o de control social de un gobierno,
de manera que la parte militar del Pentágono
confunde el poder de control de un gobierno con la estructuración
de un Estado.
Ahora bien, ha habido señales de fracturación
del Estado mexicano por medidas autoritarias del propio
gobierno, lo cual se alejaría de la hipótesis
de análisis de los asesores del Pentágono.
En la medida en que el Ejército Mexicano está
asumiendo funciones por encima de las policías
municipal, estatal e incluso federal, estamos hablando
de una irrupción o de una fisura en la estructura
del Estado mexicano desde el punto de vista jurídico.
Este sentido de fracturar al Estado no es el que está
tomando en cuenta el análisis del Pentágono,
porque esto daría la idea de que el gobierno
federal es más fuerte que el Estado –lo
cual sí debilitaría a este último–,
pero lo que los análisis del Pentágono
están destacando es la ingobernabilidad, que
es diferente a la idea de un Estado fallido desde una
perspectiva de teoría del Estado.
Por lo tanto, creo que es mejor, porque así aclararíamos
mucho a los lectores de UniVerso, que el análisis
que ha hecho tanto ruido en la prensa mexicana deberíamos
traducirlo más que como Estado fallido como gobierno
fallido. ¿Así,
tal cual? ¿Gobierno fallido?
Sí, es precisamente la explicación que
estoy dando: no se ha descompuesto la trama de equilibrio
de poderes, de instituciones, de sociedad civil, de
fuerzas ciudadanas; esto no se ha destruido en el país,
por lo tanto no podemos hablar de un Estado fallido
ni de un Estado fracturado.
En cambio, sí podemos hablar de que medidas gubernamentales
como la militarización del país están
fracturando el Estado mexicano puesto que hay una superposición
del Ejército sobre los planes de autoridades
municipales, federales y de entidades federativas, lo
cual implicaría la conformación o el fortalecimiento
de un gobierno autoritario. Por lo tanto, insisto, el
análisis militar de Estados Unidos sobre Pakistán
y México está indicando la incapacidad
de los gobiernos, no de los Estados. |
En este sentido, ¿considera
usted que el gobierno actual, que los gobiernos, están
convirtiéndose en gobiernos más débiles
de los que ya habíamos visto los últimos 30
años en México?
Exactamente. En los últimos 30 años, los gobiernos
mexicanos han sido muy débiles porque han estado
sometidos a la presión del Fondo Monetario Internacional
(FMI), del Banco Mundial (BM), de los gobiernos de Estados
Unidos, de presiones de trasnacionales europeas y estadounidenses,
de los acuerdos (primero del GATT, Acuerdo General sobre
Aranceles Aduaneros y Comercio, por sus siglas en inglés)
y ahora de Libre Comercio (TLC).
Todas estas instituciones y poderes internacionales han
debilitado a los gobiernos mexicanos y mediante esta vía
han debilitado a los Estados. ¿Por qué? Porque
han modificado un elemento básico de los Estados:
la capacidad soberana de darse sus propias leyes a sí
mismos. Todas estas instituciones y fuerzas internacionales
han estado pugnando por instaurar un sistema de leyes nuevo,
al que cada país sometido llama “modernización
de las leyes”: esto sí es un debilitamiento
del Estado en cuanto Estado pero también es un debilitamiento
evidente de los gobiernos.
En otras palabras: el narcotráfico ha debilitado
a los gobiernos, la globalización ha debilitado a
los gobiernos y a los Estados.
¿Otorgaría usted
un peso específico a movimientos paralelos al poder
que han surgido de la protesta
–como el movimiento indigenista o el que está
a favor de Andrés Manuel López Obrador–
en la tarea de propiciar un cambio en el país?
Toda movilización ciudadana es útil para fortalecer
la presencia ciudadana. En cualquier sentido que se mueva
la participación ciudadana es útil a su sociedad.
Una ciudadanía paralizada es el mejor caldo de cultivo
para gobiernos corruptos, autoritarios o ineficientes. Cualquier
movimiento ciudadano, cualquier reactivación ciudadana,
hay que recibirla como una señal positiva, de viva
y fuerza de la sociedad.
En nuestro caso, el caso mexicano,
¿estos organismos internacionales realmente han sometido
de alguna manera al Estado?
Lo han sometido de muchas maneras pero todas en relación
con la política económica, con lo que tenga
que ver con hacer política económica o legislación:
han destruido los sistemas de derechos laborales, han destruido
los sistemas de pensiones, los de seguridad social y, por
qué no, como corolario, después de destruir
todas las empresas públicas, por qué no destruir
también el poder coercitivo judicial del estado mismo.
Frente a esto y frente a la movilización
ciudadana que para muchos es creciente, ¿podría
pensarse que en este momento ser gobierno federal no es
muy buen negocio?
Pues sigue siendo muy buen negocio; si no, no estarían
reportando ganancias tan enormes los bancos mexicanos (que
ya no lo son) y no estarían firmando tantos contratos
los sectores energéticos con transnacionales. Sigue
siendo muy buen negocio. No es un buen servicio para la
sociedad, pero buen negocio sigue siendo.
¿Qué significa el
narcotráfico en el juego político mexicano?
En el juego político no lo sé, pero en el
juego económico es fundamental. El narcotráfico
ha venido a suplir muchas de las carencias de las políticas
económicas del país: un número enorme
de familias campesinas viven gracias al narcotráfico,
tiene recursos, tiene educación, tiene servicios
médicos. Una gran parte de la economía mexicana
se sostiene por la migración o por el narcotráfico
y creo que mientras no haya un viraje radical de las políticas
económicas en México, el narcotráfico
seguirá siendo un mal necesario.
Hay voces de alarma que dicen
que estamos en momentos de profunda descomposición
en el país, ¿se está exagerando?
Hay un proceso de desmantelamiento del Estado mexicano que
puede ser grave a corto o a mediano plazo. Justo en este
momento no hay un desmembramiento del Estado pero sí
un desmantelamiento de la estructura pública del
Estado, es decir, por las políticas económicas
neoliberales hay un desmantelamiento de la empresa pública,
de los compromisos públicos del gobierno y del Estado
para con la población en materia de educación,
vivienda, pensiones, seguridad médica, seguridad
social.
Este desmantelamiento debilita la economía social,
debilita el poder del Estado, debilita a los gobiernos y,
por supuesto, empobrece a la sociedad entera. En este sentido,
la migración y el narcotráfico son recursos
que de manera natural y lógica salvan y rescatan
a un gran porcentaje de la población mexicana y a
un gran porcentaje de la vida económica del país.
Frente a las fallas de los gobiernos
y los modelos económicos ya hay quienes se pronuncian
por los conceptos con que creció la generación
de los años sesenta…
No necesitamos ir a expresiones tan extremas: basta con
que los gobiernos del mundo recapaciten –como lo están
haciendo varios gobiernos de nuestro continente– y
recuperen la idea de la política de Estado como un
compromiso con el bienestar social y no con un compromiso
con el libre mercado.
Pero eso significaría renunciar
al negocio…
Significa renunciar a las políticas neoliberales.
Los gobiernos priístas clásicos no renunciaron
a las políticas populares ni de beneficio social
y, a pesar de ello, hacían negocios, aunque no tan
abrumadoramente opresivos ni oprobiosos como los que ahora
se desarrollan desde hace 25 años, a la sombra de
la globalización y del neoliberalismo.