Dirección de Comunicación
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Departamento de Prensa
Año 9 / No. 363 / Julio 13 de 2009 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Tenemos un gobierno,
no un Estado, fallido
entrevista con Carlos Montemayor

Edgar Onofre

El escritor Carlos Montemayor es hijo de la misma tierra que tan cara resultó a Pancho Villa: Parral, Chihuahua. Donó su archivo personal a la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), embalado en 92 expedientes que contienen buena parte de su producción como novelista, poeta, traductor, editor, ensayista, periodista, analista político e intérprete.

Es menos conocida su faceta como tenor intérprete de romanzas italianas y sobre la cual el periodista cultural Pablo Espinosa se expresó de la siguiente manera: “Hombre del Renacimiento en pleno siglo XXI, el maestro Carlos Montemayor venció con creces las reticencias de quienes no sabían que, por ejemplo, James Joyce era también cantante de ópera”.

Es más conocido su compromiso con los pueblos indígenas, como activista, divulgador, historiador y lingüista, así como por la claridad de sus análisis políticos, no por serios y precisos menos comprometidos.

Quienes le conocen de cerca siempre se refieren a sus inquebrantables principios y su férrea ética, por lo que fue designado como parte de la Comisión de Mediación entre el Gobierno Federal y el Partido Democrático Popular Revolucionario-Ejército Popular Revolucionario junto con José Enrique González Ruiz, Miguel Ángel Granados Chapa, Juan de Dios Hernández Monge, Rosario Ibarra de Piedra, Gilberto López y Rivas y Samuel Ruiz García.

En la siguiente entrevista, el cantante y escritor se refiere a los momentos que atraviesa el país, a la lectura que de los mismos se hace en el extranjero, analiza el papel del narcotráfico en la economía y hace un balance del Estado mexicano.

A la luz de estas cosas que estamos viendo en la prensa: noticias sobre inseguridad, narcotráfico, ¿todavía tenemos un Estado mexicano?
Sí, por definición todavía hay un Estado mexicano, por supuesto. Hay que distinguir que en términos jurídicos el Estado es un entramado de instituciones, poderes, sociedad civil, sociedad organizada, cuya estructura no se ha roto hasta este momento. Desde un punto de vista legal, jurídico, desde un punto de vista de teoría del Estado, el Estado mexicano sigue vigente, por supuesto.

Ahora, desde el punto de vista de los analistas del Pentágono, cuando ellos se refieren a un “Estado fallido”, más que a una fractura de Estado, están refiriéndose a la incapacidad de control territorial o de control social de un gobierno, de manera que la parte militar del Pentágono confunde el poder de control de un gobierno con la estructuración de un Estado.

Ahora bien, ha habido señales de fracturación del Estado mexicano por medidas autoritarias del propio gobierno, lo cual se alejaría de la hipótesis de análisis de los asesores del Pentágono. En la medida en que el Ejército Mexicano está asumiendo funciones por encima de las policías municipal, estatal e incluso federal, estamos hablando de una irrupción o de una fisura en la estructura del Estado mexicano desde el punto de vista jurídico.

Este sentido de fracturar al Estado no es el que está tomando en cuenta el análisis del Pentágono, porque esto daría la idea de que el gobierno federal es más fuerte que el Estado –lo cual sí debilitaría a este último–, pero lo que los análisis del Pentágono están destacando es la ingobernabilidad, que es diferente a la idea de un Estado fallido desde una perspectiva de teoría del Estado.

Por lo tanto, creo que es mejor, porque así aclararíamos mucho a los lectores de UniVerso, que el análisis que ha hecho tanto ruido en la prensa mexicana deberíamos traducirlo más que como Estado fallido como gobierno fallido.

¿Así, tal cual? ¿Gobierno fallido?
Sí, es precisamente la explicación que estoy dando: no se ha descompuesto la trama de equilibrio de poderes, de instituciones, de sociedad civil, de fuerzas ciudadanas; esto no se ha destruido en el país, por lo tanto no podemos hablar de un Estado fallido ni de un Estado fracturado.

En cambio, sí podemos hablar de que medidas gubernamentales como la militarización del país están fracturando el Estado mexicano puesto que hay una superposición del Ejército sobre los planes de autoridades municipales, federales y de entidades federativas, lo cual implicaría la conformación o el fortalecimiento de un gobierno autoritario. Por lo tanto, insisto, el análisis militar de Estados Unidos sobre Pakistán y México está indicando la incapacidad de los gobiernos, no de los Estados.

En este sentido, ¿considera usted que el gobierno actual, que los gobiernos, están convirtiéndose en gobiernos más débiles de los que ya habíamos visto los últimos 30 años en México?
Exactamente. En los últimos 30 años, los gobiernos mexicanos han sido muy débiles porque han estado sometidos a la presión del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial (BM), de los gobiernos de Estados Unidos, de presiones de trasnacionales europeas y estadounidenses, de los acuerdos (primero del GATT, Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, por sus siglas en inglés) y ahora de Libre Comercio (TLC).

Todas estas instituciones y poderes internacionales han debilitado a los gobiernos mexicanos y mediante esta vía han debilitado a los Estados. ¿Por qué? Porque han modificado un elemento básico de los Estados: la capacidad soberana de darse sus propias leyes a sí mismos. Todas estas instituciones y fuerzas internacionales han estado pugnando por instaurar un sistema de leyes nuevo, al que cada país sometido llama “modernización de las leyes”: esto sí es un debilitamiento del Estado en cuanto Estado pero también es un debilitamiento evidente de los gobiernos.

En otras palabras: el narcotráfico ha debilitado a los gobiernos, la globalización ha debilitado a los gobiernos y a los Estados.

¿Otorgaría usted un peso específico a movimientos paralelos al poder que han surgido de la protesta
–como el movimiento indigenista o el que está a favor de Andrés Manuel López Obrador– en la tarea de propiciar un cambio en el país?

Toda movilización ciudadana es útil para fortalecer la presencia ciudadana. En cualquier sentido que se mueva la participación ciudadana es útil a su sociedad. Una ciudadanía paralizada es el mejor caldo de cultivo para gobiernos corruptos, autoritarios o ineficientes. Cualquier movimiento ciudadano, cualquier reactivación ciudadana, hay que recibirla como una señal positiva, de viva y fuerza de la sociedad.

En nuestro caso, el caso mexicano, ¿estos organismos internacionales realmente han sometido de alguna manera al Estado?
Lo han sometido de muchas maneras pero todas en relación con la política económica, con lo que tenga que ver con hacer política económica o legislación: han destruido los sistemas de derechos laborales, han destruido los sistemas de pensiones, los de seguridad social y, por qué no, como corolario, después de destruir todas las empresas públicas, por qué no destruir también el poder coercitivo judicial del estado mismo.

Frente a esto y frente a la movilización ciudadana que para muchos es creciente, ¿podría pensarse que en este momento ser gobierno federal no es muy buen negocio?
Pues sigue siendo muy buen negocio; si no, no estarían reportando ganancias tan enormes los bancos mexicanos (que ya no lo son) y no estarían firmando tantos contratos los sectores energéticos con transnacionales. Sigue siendo muy buen negocio. No es un buen servicio para la sociedad, pero buen negocio sigue siendo.

¿Qué significa el narcotráfico en el juego político mexicano?
En el juego político no lo sé, pero en el juego económico es fundamental. El narcotráfico ha venido a suplir muchas de las carencias de las políticas económicas del país: un número enorme de familias campesinas viven gracias al narcotráfico, tiene recursos, tiene educación, tiene servicios médicos. Una gran parte de la economía mexicana se sostiene por la migración o por el narcotráfico y creo que mientras no haya un viraje radical de las políticas económicas en México, el narcotráfico seguirá siendo un mal necesario.

Hay voces de alarma que dicen que estamos en momentos de profunda descomposición en el país, ¿se está exagerando?
Hay un proceso de desmantelamiento del Estado mexicano que puede ser grave a corto o a mediano plazo. Justo en este momento no hay un desmembramiento del Estado pero sí un desmantelamiento de la estructura pública del Estado, es decir, por las políticas económicas neoliberales hay un desmantelamiento de la empresa pública, de los compromisos públicos del gobierno y del Estado para con la población en materia de educación, vivienda, pensiones, seguridad médica, seguridad social.

Este desmantelamiento debilita la economía social, debilita el poder del Estado, debilita a los gobiernos y, por supuesto, empobrece a la sociedad entera. En este sentido, la migración y el narcotráfico son recursos que de manera natural y lógica salvan y rescatan a un gran porcentaje de la población mexicana y a un gran porcentaje de la vida económica del país.

Frente a las fallas de los gobiernos y los modelos económicos ya hay quienes se pronuncian por los conceptos con que creció la generación de los años sesenta…
No necesitamos ir a expresiones tan extremas: basta con que los gobiernos del mundo recapaciten –como lo están haciendo varios gobiernos de nuestro continente– y recuperen la idea de la política de Estado como un compromiso con el bienestar social y no con un compromiso con el libre mercado.

Pero eso significaría renunciar al negocio…
Significa renunciar a las políticas neoliberales. Los gobiernos priístas clásicos no renunciaron a las políticas populares ni de beneficio social y, a pesar de ello, hacían negocios, aunque no tan abrumadoramente opresivos ni oprobiosos como los que ahora se desarrollan desde hace 25 años, a la sombra de la globalización y del neoliberalismo.