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“No conozco este
país, nadie lo conoce”
Entrevista con Carlos Fuentes
Edgar Onofre
A las puertas del Museo de Antropología de Xalapa
(MAX), una joven fotógrafa del semanario británico
The Economist y la prensa universitaria esperaban a
Carlos Fuentes mientras un fotógrafo ya mayor
y tuerto capturaba con una vieja cámara instamatic
de 35 mm. la llegada de cientos de niños de la
“Organización de la plegaria”.
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Considerado por el chileno Arturo Fontaine como “un
coloso”no sólo de la literatura nacional, sino
de la iberoamericana y universal, Fuentes visitó el
Museo en la víspera de la instalación de la
cátedra que en la Universidad Veracruzana (UV) ahora
lleva su nombre.
A salvo de las legiones de fotógrafos, reporteros,
camarógrafos, funcionarios y lectores que suelen arremolinarse
para recibirlo, Fuentes llegó acompañado por
su esposa, Silvia Lemus, y el director de la Editorial de
la UV, Agustín Del Moral, para realizar un portafolio
fotográfico cuyas imágenes vestirían
su más reciente artículo para el medio referido
y, de paso, conceder la siguiente entrevista.
“No conozco este país, nadie lo conoce”
Fuentes resultó el heredero natural de la posición
que Octavio Paz dejó a su muerte como el mayor de los
escritores nacionales y una autoridad indiscutible para el
análisis de lo nacional.
Son de sobra conocidos los artículos que ha publicado
por todo el mundo y las declaraciones vertidas a la prensa
durante sus estancias en nuestro país respecto de la
situación nacional y, sin embargo, aseguró:
“No conozco este país, nadie lo conoce. Es un
país muy misterioso. Si uno cree conocerlo, se engaña
a sí mismo”.
“Siempre he estado muy al tanto de la vida social y
política de mi país, de las relaciones internacionales,
pero más que nada de la literatura, del acontecer literario,
de lo que puede decir y hacer a partir de la literatura en
referencia a las realidades sociales y políticas”,
dijo al respecto.
Recorrió las salas del Museo de Antropología
con el beneficio de una inusual discreción en torno
suyo. Uno o dos guardias de seguridad del Museo fueron prevenidos
de su visita y sólo sabían que se trataba de
alguien muy famoso e importante. Pudo conversar tranquilamente
con la fotógrafa, atender las peticiones de ésta
y posar al lado de una y otra obra prehispánica expuestas
en el recinto.
Sentado en una de las butacas para tal efecto colocadas a
lo largo de las salas del Museo, y a pesar de que se considera
que con su obra marcó todo un debate nacional sobre
el tema, Fuentes desechó de una sola declaración
la existencia de la mexicanidad: “Hay latinoamericanidad,
si usted quiere. Hay lengua española y hay mundo. Hay
globalización”.
Se considera a sí mismo como parte de la centro-izquierda
y respecto de la presunción nacional sobre la transición
democrática, Fuentes aseguró que no hay tal:
“No, creo que los vicios perduran”.
En 2001, una declaración suya se multiplicó
en los medios de todo el país. De forma muy coloquial
dijo que el país tenía todas las trazas de que
se lo llevara la chingada y la declaración fue comentada
en todos los círculos. No obstante, y a pesar de todo,
durante su visita consideró que el momento no ha llegado
ni, probablemente, llegará: “México es
un país que se salva siempre. Es un genio para salvarse”.
“(Soy) un albañil.
Nada más”
Fuentes ha ganado los premios Rómulo Gallegos,
Xavier Villaurrutia, Alfonso Reyes, el Nacional de Literatura.
Es Premio Cervantes y Príncipe de Asturias. Posee
la medalla de la Legión de Honor y la Gran Cruz
de la Orden de Isabel la Católica y, no obstante,
asegura que nada de ello lo despeina: “Si se piensa
en eso no se escribe. Yo soy alguien que vive contento
con su esposa y se levanta todas las mañanas a
cumplir su trabajo. Un albañil, nada más”.
Es un maestro en el torneo de las preguntas y las respuestas.
Mientras Fontaine y Gamboa lo esperan junto a su esposa
Silvia Lemus en los jardines del Museo, elude con elegancia
las preguntas que acaso no le interesa responder y las
conduce sin inmutarse hacia el terreno literario. Por
ejemplo, sus relaciones con el poder: “Sólo
en una ocasión he tenido un puesto oficial, que
fue el de embajador en Francia y nada más. La diferencia
entre mi generación y generaciones posteriores
es que antes, para sobrevivir, un escritor debía
tener un puesto público y ahora hay un público
lector, periódicos, becas, universidades: mil maneras
para que un escritor sobreviva”.
Es y ha sido astuto polemista que a estas alturas no arriesga
en balde una opinión, aun frente a la insistencia.
Se conoce su postura frente a algunos de los que considera
los mitos fundacionales del país, pero no adelanta
una palabra sobre los mitos modernos que podrían
llevar al país a nuevos errores. En el ínterin,
nuevamente lleva la pregunta al terreno literario: “Se
están engendrando. Serán las generaciones
posteriores las que los entiendan, como nosotros entendemos
mitos anteriores. Una mitología, una leyenda, están
en proceso de fragua, de creación constante. No
hay mitos fijos. En todo caso, cuando hay mitos antiguos,
hay que buscar formas de narrar modernas. En realidad
hay cinco, 12 mitos, temas eternos, y muchas maneras de
tratarlos”. |
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En otras ocasiones, es ágil y claro. Parece que no
responde, sino que dispara. No le toma un segundo ubicar el
tema fundamental de su obra: “La vida y la muerte. Vivir
la vida con la conciencia de que vamos a morir. No hay otro
tema”.
La Real Academia de la Lengua Española seleccionó
La región más transparente para su colección
conmemorativa de grandes clásicos hispánicos
de todos los tiempos (publicada junto con el sello editorial
Alfaguara). La ópera prima de Fuentes fue el tercer
título de esta colección en salir al mercado,
tan sólo por detrás de El ingenioso hidalgo
Don Quijote de la Mancha, de Cervantes, y Cien años
de soledad, de García Márquez, pero aun así
Fuentes no la considera su obra más importante. “De
ninguna manera, es la primera. Quien opine eso está
equivocado. Si le pregunta a un francés, éste
le diría que es Terra Nostra. La región más
transparente tiene la gran virtud de haber reflejado por primera
vez a la Ciudad de México. Una ciudad y una sociedad
que estaban inéditos en la literatura, por eso muchos
mexicanos se reconocen. No es mi obra más popular fuera
de México. Posiblemente lo sea en nuestro país,
y no lo creo. Pero fuera de México no lo es”.
Fuentes está hecho “de sueños
y realidad”
Fuentes es un debate. Hay mucha información acerca
de él pero poco o nada se sabe. Tras esta entrevista,
queda claro que definitivamente no le agrada la palabra “compromiso”
ligada al quehacer literario. Ni la expresión “intelectual
comprometido”: “No sé qué es eso.
No conozco esa expresión. Estoy comprometido con lo
que escribo”, atajó.
Tampoco las categorías usuales para el debate del oficio
literario –no de la literatura–, como la pugna
entre la notoriedad o no del escritor y el alcance o no de
su respectiva obra. No consideró si su propia obra
ha sobrepasado a su persona ni viceversa, sólo contestó:
“No tengo idea de eso”.
Y los escritores que hacen del cinismo y la indiferencia un
panegírico, por lo menos cuando los entrevistan, tampoco
le interesan mucho: “¡No use más la palabra
compromiso! La inventó (el filósofo francés
Jean Paul) Sartre, pasó de moda y ya nadie la usa.
Es una época que ya murió. Se escribe y el compromiso
es escribir. Todo mundo lo sabe. Cuáles sean las consecuencias
de ese compromiso, quién sabe. Nadie puede saber. Cuánto
dura una obra, quién la lee: son misterios”.
Para Fuentes, la estética o las vanguardias como preocupación
del escritor que apenas están fuera de temporada: “Eso
ya pasó de moda. Cada quien tiene una realidad, algo
qué decir y hay que saber qué es lo que uno
quiere decir y así hacerlo. Nada más. No dentro
de escuelas, vanguardias”.
Uno de sus contemporáneos, Carlos Monsiváis,
considera que la ética es la motivación del
oficio de escribir, pero para Fuentes se trata apenas de un
tema: “La ética, sí, pero también
para violarla. Una obra también es muy buena si es
inmoral. No hay que ser moral. ¿Qué es la moral?
Es algo que no entiendo bien. Muchas de las grandes novelas
lo que han hecho es presentar el mal y presentar la violación
de la moral. Dostoievsky es el mejor ejemplo”.
En el intento por delimitar a la persona que habita a Fuentes
algunos lugares comunes se colaron y permanecieron. Dicen
que es un cosmopolita: “Tengo una gran raíz mexicana
y una visión del mundo como la tiene todo gran escritor.
García Márquez, Cortázar, Vargas Llosa,
tienen la doble cualidad de una raíz y una visión
del mundo. Es indispensable para escribir”.
También dicen que es un dandi, por su impecable forma
de vestir, pero para él todo se resume a una cuestión
de educación: “Fui bien educado y trato de vestirme
bien porque fui bien educado. No fui un chamagoso, si eso
quiere decir elegante. Simplemente es mi educación”.
Para Fuentes, la respuesta acerca de sí mismo es más
simple y, al mismo tiempo, más complicada. Como su
obra, como sus entrevistas. ¿De qué está
hecho, entonces?: “De sueños y realidad. La realidad
como sueño, el sueño como realidad”.
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