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Departamento de Prensa
Año 9 / No. 367 / Agosto 31 de 2009 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

“No conozco este país, nadie lo conoce”

Entrevista con Carlos Fuentes

Edgar Onofre

A las puertas del Museo de Antropología de Xalapa (MAX), una joven fotógrafa del semanario británico The Economist y la prensa universitaria esperaban a Carlos Fuentes mientras un fotógrafo ya mayor y tuerto capturaba con una vieja cámara instamatic de 35 mm. la llegada de cientos de niños de la “Organización de la plegaria”.

Considerado por el chileno Arturo Fontaine como “un coloso”no sólo de la literatura nacional, sino de la iberoamericana y universal, Fuentes visitó el Museo en la víspera de la instalación de la cátedra que en la Universidad Veracruzana (UV) ahora lleva su nombre.

A salvo de las legiones de fotógrafos, reporteros, camarógrafos, funcionarios y lectores que suelen arremolinarse para recibirlo, Fuentes llegó acompañado por su esposa, Silvia Lemus, y el director de la Editorial de la UV, Agustín Del Moral, para realizar un portafolio fotográfico cuyas imágenes vestirían su más reciente artículo para el medio referido y, de paso, conceder la siguiente entrevista.

“No conozco este país, nadie lo conoce”
Fuentes resultó el heredero natural de la posición que Octavio Paz dejó a su muerte como el mayor de los escritores nacionales y una autoridad indiscutible para el análisis de lo nacional.

Son de sobra conocidos los artículos que ha publicado por todo el mundo y las declaraciones vertidas a la prensa durante sus estancias en nuestro país respecto de la situación nacional y, sin embargo, aseguró: “No conozco este país, nadie lo conoce. Es un país muy misterioso. Si uno cree conocerlo, se engaña a sí mismo”.

“Siempre he estado muy al tanto de la vida social y política de mi país, de las relaciones internacionales, pero más que nada de la literatura, del acontecer literario, de lo que puede decir y hacer a partir de la literatura en referencia a las realidades sociales y políticas”, dijo al respecto.

Recorrió las salas del Museo de Antropología con el beneficio de una inusual discreción en torno suyo. Uno o dos guardias de seguridad del Museo fueron prevenidos de su visita y sólo sabían que se trataba de alguien muy famoso e importante. Pudo conversar tranquilamente con la fotógrafa, atender las peticiones de ésta y posar al lado de una y otra obra prehispánica expuestas en el recinto.

Sentado en una de las butacas para tal efecto colocadas a lo largo de las salas del Museo, y a pesar de que se considera que con su obra marcó todo un debate nacional sobre el tema, Fuentes desechó de una sola declaración la existencia de la mexicanidad: “Hay latinoamericanidad, si usted quiere. Hay lengua española y hay mundo. Hay globalización”.

Se considera a sí mismo como parte de la centro-izquierda y respecto de la presunción nacional sobre la transición democrática, Fuentes aseguró que no hay tal: “No, creo que los vicios perduran”.

En 2001, una declaración suya se multiplicó en los medios de todo el país. De forma muy coloquial dijo que el país tenía todas las trazas de que se lo llevara la chingada y la declaración fue comentada en todos los círculos. No obstante, y a pesar de todo, durante su visita consideró que el momento no ha llegado ni, probablemente, llegará: “México es un país que se salva siempre. Es un genio para salvarse”.

“(Soy) un albañil. Nada más”
Fuentes ha ganado los premios Rómulo Gallegos, Xavier Villaurrutia, Alfonso Reyes, el Nacional de Literatura. Es Premio Cervantes y Príncipe de Asturias. Posee la medalla de la Legión de Honor y la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica y, no obstante, asegura que nada de ello lo despeina: “Si se piensa en eso no se escribe. Yo soy alguien que vive contento con su esposa y se levanta todas las mañanas a cumplir su trabajo. Un albañil, nada más”.

Es un maestro en el torneo de las preguntas y las respuestas. Mientras Fontaine y Gamboa lo esperan junto a su esposa Silvia Lemus en los jardines del Museo, elude con elegancia las preguntas que acaso no le interesa responder y las conduce sin inmutarse hacia el terreno literario. Por ejemplo, sus relaciones con el poder: “Sólo en una ocasión he tenido un puesto oficial, que fue el de embajador en Francia y nada más. La diferencia entre mi generación y generaciones posteriores es que antes, para sobrevivir, un escritor debía tener un puesto público y ahora hay un público lector, periódicos, becas, universidades: mil maneras para que un escritor sobreviva”.

Es y ha sido astuto polemista que a estas alturas no arriesga en balde una opinión, aun frente a la insistencia. Se conoce su postura frente a algunos de los que considera los mitos fundacionales del país, pero no adelanta una palabra sobre los mitos modernos que podrían llevar al país a nuevos errores. En el ínterin, nuevamente lleva la pregunta al terreno literario: “Se están engendrando. Serán las generaciones posteriores las que los entiendan, como nosotros entendemos mitos anteriores. Una mitología, una leyenda, están en proceso de fragua, de creación constante. No hay mitos fijos. En todo caso, cuando hay mitos antiguos, hay que buscar formas de narrar modernas. En realidad hay cinco, 12 mitos, temas eternos, y muchas maneras de tratarlos”.

En otras ocasiones, es ágil y claro. Parece que no responde, sino que dispara. No le toma un segundo ubicar el tema fundamental de su obra: “La vida y la muerte. Vivir la vida con la conciencia de que vamos a morir. No hay otro tema”.
La Real Academia de la Lengua Española seleccionó La región más transparente para su colección conmemorativa de grandes clásicos hispánicos de todos los tiempos (publicada junto con el sello editorial Alfaguara). La ópera prima de Fuentes fue el tercer título de esta colección en salir al mercado, tan sólo por detrás de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Cervantes, y Cien años de soledad, de García Márquez, pero aun así Fuentes no la considera su obra más importante. “De ninguna manera, es la primera. Quien opine eso está equivocado. Si le pregunta a un francés, éste le diría que es Terra Nostra. La región más transparente tiene la gran virtud de haber reflejado por primera vez a la Ciudad de México. Una ciudad y una sociedad que estaban inéditos en la literatura, por eso muchos mexicanos se reconocen. No es mi obra más popular fuera de México. Posiblemente lo sea en nuestro país, y no lo creo. Pero fuera de México no lo es”.

Fuentes está hecho “de sueños y realidad”
Fuentes es un debate. Hay mucha información acerca de él pero poco o nada se sabe. Tras esta entrevista, queda claro que definitivamente no le agrada la palabra “compromiso” ligada al quehacer literario. Ni la expresión “intelectual comprometido”: “No sé qué es eso. No conozco esa expresión. Estoy comprometido con lo que escribo”, atajó.

Tampoco las categorías usuales para el debate del oficio literario –no de la literatura–, como la pugna entre la notoriedad o no del escritor y el alcance o no de su respectiva obra. No consideró si su propia obra ha sobrepasado a su persona ni viceversa, sólo contestó: “No tengo idea de eso”.

Y los escritores que hacen del cinismo y la indiferencia un panegírico, por lo menos cuando los entrevistan, tampoco le interesan mucho: “¡No use más la palabra compromiso! La inventó (el filósofo francés Jean Paul) Sartre, pasó de moda y ya nadie la usa. Es una época que ya murió. Se escribe y el compromiso es escribir. Todo mundo lo sabe. Cuáles sean las consecuencias de ese compromiso, quién sabe. Nadie puede saber. Cuánto dura una obra, quién la lee: son misterios”.

Para Fuentes, la estética o las vanguardias como preocupación del escritor que apenas están fuera de temporada: “Eso ya pasó de moda. Cada quien tiene una realidad, algo qué decir y hay que saber qué es lo que uno quiere decir y así hacerlo. Nada más. No dentro de escuelas, vanguardias”.

Uno de sus contemporáneos, Carlos Monsiváis, considera que la ética es la motivación del oficio de escribir, pero para Fuentes se trata apenas de un tema: “La ética, sí, pero también para violarla. Una obra también es muy buena si es inmoral. No hay que ser moral. ¿Qué es la moral? Es algo que no entiendo bien. Muchas de las grandes novelas lo que han hecho es presentar el mal y presentar la violación de la moral. Dostoievsky es el mejor ejemplo”.

En el intento por delimitar a la persona que habita a Fuentes algunos lugares comunes se colaron y permanecieron. Dicen que es un cosmopolita: “Tengo una gran raíz mexicana y una visión del mundo como la tiene todo gran escritor. García Márquez, Cortázar, Vargas Llosa, tienen la doble cualidad de una raíz y una visión del mundo. Es indispensable para escribir”.

También dicen que es un dandi, por su impecable forma de vestir, pero para él todo se resume a una cuestión de educación: “Fui bien educado y trato de vestirme bien porque fui bien educado. No fui un chamagoso, si eso quiere decir elegante. Simplemente es mi educación”.

Para Fuentes, la respuesta acerca de sí mismo es más simple y, al mismo tiempo, más complicada. Como su obra, como sus entrevistas. ¿De qué está hecho, entonces?: “De sueños y realidad. La realidad como sueño, el sueño como realidad”.