De campamento tortuguero a
universidad extramuros
Sólo una de cada mil
crías de tortuga sobrevive para
regresar a desovar a la playa donde nació
Los conocimientos mejorarán
las oportunidades de
sobrevivencia de las tortugas marinas en peligro de extinción:
universitarios
Edith Escalón
Nautla, Ver. Berenice tiene apenas seis años
y es la primera vez que toca una tortuga: “Se llama
igual que yo y va
a regresar aquí cuando seamos grandes”. Junto
al mar, abre a ras de suelo la casita que le hizo con sus
manos hasta que una ola se la lleva y la pierde entre la
espuma. Tal vez sobreviva y en 20 años regrese a
Nautla a desovar. Sólo una de cada mil lo consigue.
Como ella, más de 300 niños liberaron crías
de tortuga lora en el campamento El Raudal, uno de los 16
que existen en Veracruz para proteger tortugas marinas en
peligro de extinción. Ahí, desde hace 40 años,
la gente hace recorridos en los 17 kilómetros que
abarca la zona de anidación, ayuda a las tortugas
cuando llegan a la playa, custodia los nidos, incuba tierra
adentro los huevos en riesgo y libera las crías.
“Nuestro trabajo será apoyarlos con investigación
y educación ambiental”, dijo Ricardo Corzo
Ramírez, a la sazón secretario académico
de la Universidad Veracruzana (UV), hoy retirado, momentos
antes de la liberación masiva que enmarcó
el acuerdo de colaboración entre autoridades del
Gobierno del Estado, la UV y el campamento.
Con una tasa de supervivencia tan baja, los universitarios
saben que es indispensable hacer estudios para conocer más
las cinco especies que desovan en nuestro estado: lora,
verde, caguama, carey y laúd. La meta, proponer mejores
estrategias de conservación, pues todas las tortugas
marinas están en peligro de extinción.
El Raudal, un laboratorio con vista
al mar
Hace más de 40 años, un pescador inició
en el municipio de Nautla la protección de tortugas
marinas. Marcelino Yépez “construyó
una palapa junto al mar para cuidar los huevos de nidos
que no eran seguros; a eso dedicó todo su dinero,
su esfuerzo, su tiempo”, cuenta Roxana, su hija.
En 1993, ya con apoyo estatal, se formalizó el campamento
que hoy lleva su nombre. Gracias al apoyo de la Coordinación
General de Medio Ambiente (CGMA) y el Ayuntamiento de Nautla,
el sitio cuenta con instalaciones y recursos para la incubación,
protección de huevos y nidos, y para talleres educativos.
Desde 2004 recibe periódicamente a los universitarios
y apoya sus actividades de investigación y educación
ambiental. Para la señora Librada, viuda de Yépez
y coordinadora del centro, “tenerlos aquí es
muy importante porque hace crecer el trabajo de mi esposo,
el cuidado de las especies por las que luchó toda
su vida”.
Explica que casi 90 por ciento de los nidos se protegen
en la playa, pero 10 por ciento –por estar muy cerca
del mar o en zonas de depredadores– se traslada a
las instalaciones del campamento donde los incuban en sitios
especiales. “En este año llevamos más
de cinco mil 800 tortugas liberadas de los nidos que trajimos
a incubar”.
Con ellas, los universitarios tienen un enorme potencial
para investigación en una especie de laboratorio
con vista al mar. “Es lo que planeamos, aprovechar
las condiciones del campamento para estudiar in situ la
anidación y otras características de las especies”,
recalcó Domingo Canales, director del Área
Biológico Agropecuaria de la UV.
Universidad extramuros
¿Es igual el desarrollo de las crías de los
nidos en la playa que en incubación artificial?,
¿cuántas, cuáles y por qué sobreviven
o mueren?, ¿cómo se orientan las crías
al llegar al mar?... “Hay muchas cosas que no sabemos”,
reconoce doña Librada.
Para generar toda esa información –y darles
más oportunidades de sobrevivir–, El Raudal
se convertirá a partir de ahora en un campamento-escuela,
una universidad extramuros donde se realizarán estudios
sobre las tortugas y su reproducción, además
de apoyar la conservación y vigilancia en los meses
de anidación.
Para Domingo Canales, director del Área Biológico
Agropecuaria de la UV, la gran ventaja es que esta casa
de estudios tiene en sus filas especialistas capaces de
proponer y coordinar las investigaciones y toda una fuerza
de trabajo científico y de conservación en
las facultades de Biología y Veterinaria, y los institutos
de Investigaciones Biológicas y Neuroetología.
Además de ellos, el Instituto de Ecología
(Inecol) podría apoyar la conservación: “Nosotros
no tenemos expertos en tortugas, pero sí en ecosistemas
costeros que podrían sumarse a estos trabajos”,
declaró en entrevista Miguel Equihua Zamora, director
de este centro científico estrechamente vinculado
a la Universidad.
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Estudiantes de licenciatura y posgrado,
protagonistas
El convenio intensificará la investigación
que desde 2004 ha realizado la UV en el Centro Veracruzano
de Investigación y Conservación de la Tortuga
Marina “Marcelino Yépez”. Así
lo confirmaron en el acto masivo autoridades de las instancias
implicadas, entre ellas, el propio gobernador Fidel Herrera
Beltrán.
¿Dónde y cómo se distribuyen los nidos
de tortuga verde?, ¿cuáles sitios prefieren?,
¿cómo son las playas que los acogen?, ¿cómo
varía el tamaño de las crías y su contaminación
por metales pesados? Todas son dudas ya despejadas, de acuerdo
con Leonel Zavaleta, estudiante del Doctorado en Neuroetología
y participante en todos los estudios previos.
Este año, con más de un millón y medio
de pesos de fondos externos (del Gobierno del Estado y el
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología) la Universidad
iniciará un proyecto para las cinco especies de tortugas
marinas que llegan al estado, a partir de recorridos de
campo en los 745 kilómetros del litoral veracruzano.
Los estudios incluyen el registro de playas de anidación
(entre ellas El Raudal), poblaciones, centros de protección,
número de hembras, nidos, huevos, características
físicas y ambientales de las playas y otros parámetros,
que ya iniciaron estudiantes de la UV, una de maestría
en Neuroetología, y dos más de licenciatura,
en el marco del programa nacional “Verano de la Investigación
Científica”.
“Esa información científica nos permitirá
diseñar mejores planes de acción en materia
de conservación, además de formar en la práctica
a nuestros estudiantes y consolidar su aprendizaje”,
aseguró Jorge Morales Mávil, coordinador de
la investigación con tortugas en la UV.
El investigador explicó que el convenio con el campamento
permitirá que éste se convierta en un centro
estratégico para estudiar el ambiente costero y hacer
investigación de campo con flora y fauna de otros
ecosistemas cercanos como manglar, tular, selva o áreas
protegidas como Ciénega del Fuerte, Río Filobosos,
Santa Gertrudis y otras.
Además, podrá ser considerado “un gran
salón al aire libre” para las facultades de
la UV, un apoyo para los cursos de licenciatura y para la
capacitación profesional: “En esta dinámica,
donde hay vinculación estrecha entre investigación
y docencia, los que más se benefician, sin duda,
son los estudiantes”, comentó.
Educación ambiental, el otro
pilar
Junto con la investigación, la educación ambiental
ocupa un lugar privilegiado en El Raudal. Basta ver el espacio
físico destinado a actividades educativas y la agenda
del campamento, que anualmente ofrece pláticas a
más de tres mil niños de primaria, secundaria
y bachillerato de Martínez de la Torre, Misantla,
Nautla y Vega de Alatorre.
Para Blanca Cortina Julio, del Instituto de Investigaciones
Biológicas de la UV, “la educación ambiental
es el otro pilar porque fortalece la investigación
y el apoyo de las comunidades a los proyectos”, como
ha comprobado ella misma en proyectos de acuacultura sustentable
con pescadores de Alvarado.
Domingo Canales |
Blanca Cortina |
Junto con Bianca Vidal
Oliva, egresada de la Facultad de Biología,
Blanca Cortina ofreció un curso-taller de tortugas
marinas en El Raudal, donde explicó a los pequeños
de la región y a muchos turistas que se sumaron
a las charlas, las características y hábitos
de las siete especies que existen en el país
y las cinco que desovan en Veracruz.
Los campamentos tienen que hacer un trabajo muy fuerte
para educar a las personas y decirles que están
en peligro de extinción, que hay que protegerlas,
y que son animales que tardan mucho en desarrollarse
y reproducirse: alrededor de 20 años”,
comentó Leonel Zavaleta.
La familia Sánchez López viajó
ocho horas desde el Distrito Federal para llevar a
los niños por primera vez al mar, pero sólo
uno, Diego, pudo liberar una tortuga: “Se llamaba
Spock, sólo la cuidé un ratito y estaba
suavecita; yo tengo seis años y nunca había
tenido una mascota”. |
La de Leslie Cuevas González, se llamaba
“Mini”. Ella vive en Xalapa, tiene seis años
y es la primera vez que visita el campamento. “Hoy
aprendí que tener una tortuga marina significa dejar
que se vaya al mar, sólo es tuya porque tiene el
nombre que le pones y no conoce a su mamá”.
Para los padres, es una experiencia valiosa para sus hijos.
“Lo mejor es que nos dejen participar”, dijo
Dania Rivera Botti, de 23 años. “Así
los niños aprenden que no todo se aprende en la escuela”,
añadió Sugey Ramos Aguilar, del poblado Xicaltepec,
en Nautla.
Este campamento tortuguero será el primero en convertirse
en un laboratorio científico para la UV, pero no
el último, pues la institución ya tiene la
invitación oficial para hacer lo mismo en el resto
del estado, lo que implica la posibilidad de crear una red
estatal de investigación, educación y conservación
de tortugas marinas en Veracruz. “Esto es apenas el
principio”, auguró Domingo Canales.