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Año 9 / No. 376 / Noviembre 3 de 2009 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Día de Muertos en la UV, celebración
de múltiples expresiones

Estudiantes y académicos de varias facultades participan en la elaboración y montaje de las ofrendas

“La muerte no es un fin, es un momento dentro de un ciclo desde donde se vuelve a gestar la vida”, explica Jesús Bonilla, profesor de Antropología

David Sandoval

La Universidad Veracruzana (UV) preserva las tradiciones mexicanas de los fieles difuntos desde distintas perspectivas y abordando diferentes expresiones, como ejemplifican los altares elaborados para celebrar el Día de Muertos que se localizan en Rectoría, el Instituto de Antropología y la sede del Sindicato de Trabajadores Académicos de la UV (Fesapauv).

La investigación que realiza la comunidad universitaria acerca de nuestras tradiciones se convierte en estas celebraciones en arte, reconoció Porfirio Carrillo Castilla, secretario Académico de la UV, al participar en la inauguración de la exposición Altares veracruzanos del Instituto de Antropología.

Académicos de la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI) y de las facultades de Antropología e Historia se dieron a la tarea de construir altares que fueron expuestos a la entrada del Edificio “A” de Rectoría, así como también en las oficinas del Fesapauv.

Al respecto, José Álvaro Hernández Martínez, responsable del Departamento de Lenguas Indígenas en la UVI, y Jesús Bonilla Palmeros, académico de la Facultad de Antropología, explicaron el significado de las respectivas ofrendas a los difuntos.

Celebración en La Huasteca y en Rectoría
“Es la primera ocasión que se monta un altar en Rectoría”, detalló Hernández Martínez. “Recibimos una invitación de la Secretaría Académica y se elaboró un altar basado en la tradición huasteca”, que fue inaugurado el 27 de octubre.

De hecho, la fiesta de “todos los santos”, conocida en la región como Xantoloh, no se limita al día 2 de noviembre, como se festeja a nivel nacional: en La Huasteca las almas llegan a partir del día de San Lucas –18 de octubre–, cuando la gente de la comunidad se reúne en el cementerio para adornarlo con la flor de San Lucas y en honor a las almas que son liberadas a la medianoche por San Pedro.

Posteriormente, el 29 de octubre, día del tlaoyalli, se dedica a desgranar el maíz, en grandes cantidades, “porque de ahí en adelante no se puede preparar maíz para el consumo diario, debido a que toda la comunidad preparara comida para la festividad”, detalló el profesor.

El día 30, conocido como tlachihchiwalli, significa adornar el altar y en general las tareas se realizan en equipo o de manera comunitaria, apoyándose entre familiares y vecinos, llevando su labor hasta el amanecer.

En la madrugada del día 31, denominado como tlamiktilistli, se preparan cerdos, pollos y guajolotes que servirán de alimento en los tamales y para la ofrenda, después se ofrece el patzkalli, un caldo a base de ajonjolí y un frijol especial que se da en la región y esa tarde, antes de oscurecer, las personas se reúnen para ir al cementerio y posteriormente guían con velas a las almas hacia sus casas.

El día 1 de noviembre se ofrece un alimento denominado piltamalli, que significa tamal pequeño y son precisamente la ofrenda para las almas de los niños, ello porque en La Huasteca hay tamales más grandes conocidos como zacahuil, que puede alimentar hasta 50 personas.

El 2 de noviembre se ofrece un tamal llamado chihchikilli, que es grande y está destinado para las almas adultas, ese día los ahijados llevan ofrenda con sus padrinos y viceversa, también es costumbre estrenar atuendos para la celebración.

Para el día 3 de noviembre, denominado tlamakawilistli, que significa “despedida de las almas en el cementerio”, la comunidad se reúne en la iglesia y despide a las almas, después se trasladan al cementerio con velas, guiando a sus difuntos de regreso a su morada final.

A los nueve días tiene lugar el tlachikontilistli, es un día especial, semejante al novenario, en el cual se despide a las almas que no tienen ya familia en este mundo, por ello se les monta también una ofrenda.

Para concluir, José Álvaro Hernández reconoció el impacto actual que tienen otras celebraciones en nuestra cultura, como sucede en estas fechas con el Halloween; no obstante, consideró que la herencia de las tradiciones mexicanas sigue viva ya que las comunidades se organizan para honrar a sus ancestros y comparten los alimentos que son la base de su dieta.

“La celebración de los fieles difuntos es una tradición que no va a desaparecer”, aseguró el académico, quien comentó que son los jóvenes estudiantes de la UVI son los más interesados en preservar las costumbres y celebraciones de sus respectivas regiones.

Día de Muertos en la UV: investigación que se convierte en arte
Una tradición generada a su vez por la celebración de los fieles difuntos es la exposición que monta cada año el grupo de académicos del Instituto de Antropología, en esta ocasión la muestra Altares veracruzanos se inauguró el pasado 27 de octubre, congregando a grupos musicales y dancísticos, así como a un gran número de universitarios.

Para la celebración se montaron cuatro altares de poblaciones pertenecientes a la región cultural del Totonacapan, las cuales fueron Yecoatla, Apazapan, Rafael Delgado y Texacaxco, comunidad del municipio de Altotonga, precisó Mario Navarrete Hernández, director del instituto.

También se instaló la muestra fotográfica El altar: rescate de nuestras tradiciones, consistente en imágenes de los altares que han conformado las muestras previas relativas al Día de Muertos alojadas en el instituto.

Al inaugurar el evento, Porfirio Carrillo hizo un reconocimiento al esfuerzo colectivo que impulsa esta exposición: “Cuando a lo largo de 30 años la investigación antropológica, la historia y la geografía vienen a este recinto universitario y se convierten en arte”.

Es en este sentido, dijo, “debemos seguir festejando a nuestros muertos, sobre todo seguir luchando para que las universidades se conviertan en esta reserva importante para preservar nuestra cultura”.

Una representación simbólica del ciclo de la vida
“La muerte no es un fin, es un momento dentro de un ciclo que incluye el nacimiento, desarrollo y la muerte, desde donde se vuelve a gestar la vida”, comentó Jesús Bonilla Palmeros ante la concurrencia que se dio cita en la sede del Fesapauv el pasado 28 de octubre.

Precisamente en estas fechas termina el ciclo agrícola y se hace una ofrenda que busca propiciar la participación de esas almas que se encuentran en el inframundo, en el interior de la tierra, que es también el lugar donde se gesta la vida, explicó Bonilla Palmeros.

“En octubre es cuando la mata del maíz muere y nosotros vemos en el altar mazorcas, calabazas y el frijol en vaina, que se cosechan en estas épocas; es así que las sociedades mesoamericanas, a través de estos mitos, nos están remitiendo a esa concepción cíclica donde establecen una relación entre las plantas y el ser humano”, comentó.


Altar inspirado en la región huasteca, ubicado en el
Edificio “A” de Rectoría.

Dijo también que las ofrendas representan tres niveles, las cuales, en su concepción indígena, nos remiten al inframundo, al plano terrestre y al supramundo, concebido en el espacio celeste.

“Las fuerzas fecundadoras son liberadas por las almas que en estos días regresan del inframundo, ello permite enlazar un ciclo que termina con otro que está por iniciar”, destacó el académico, quien señaló que en esta ocasión se elaboró un altar semejante a las ofrendas que realizan los habitantes de Janitzio y la región central de Michoacán.

En el panteón mesoamericano, agregó, podemos encontrar una serie de deidades que propician la vida sobre la tierra, ellos son quienes representan la lluvia, por ejemplo, y bajan metafóricamente a la tierra para fecundarla, siendo el producto de esta relación nuestro maíz.

Tradiciones como el Día de Muertos se mantienen vivas cuando se trasmiten de una generación a otra, recalcó Jesús Bonilla, ya que representan “costumbres cargadas de un simbolismo muy amplio que relaciona los mitos con la vida cotidiana y ésta precisamente es una tradición que nos identifica alrededor del mundo como mexicanos”.