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Día de Muertos
en la UV, celebración
de múltiples expresiones
Estudiantes y académicos de
varias facultades participan en la elaboración
y montaje de las ofrendas
“La muerte no es un fin, es un
momento dentro de un ciclo desde donde se vuelve a gestar
la vida”, explica Jesús Bonilla, profesor
de Antropología
David Sandoval
La Universidad Veracruzana (UV) preserva las tradiciones
mexicanas de los fieles difuntos desde distintas perspectivas
y abordando diferentes expresiones, como ejemplifican
los altares elaborados para celebrar el Día de
Muertos que se localizan en Rectoría, el Instituto
de Antropología y la sede del Sindicato de Trabajadores
Académicos de la UV (Fesapauv).
La investigación que realiza la comunidad universitaria
acerca de nuestras tradiciones se convierte en estas
celebraciones en arte, reconoció Porfirio Carrillo
Castilla, secretario Académico de la UV, al participar
en la inauguración de la exposición Altares
veracruzanos del Instituto de Antropología. |
Académicos de la Universidad Veracruzana Intercultural
(UVI) y de las facultades de Antropología e Historia
se dieron a la tarea de construir altares que fueron expuestos
a la entrada del Edificio “A” de Rectoría,
así como también en las oficinas del Fesapauv.
Al respecto, José Álvaro Hernández Martínez,
responsable del Departamento de Lenguas Indígenas en
la UVI, y Jesús Bonilla Palmeros, académico
de la Facultad de Antropología, explicaron el significado
de las respectivas ofrendas a los difuntos.
Celebración en La Huasteca y en Rectoría
“Es la primera ocasión que se monta un altar
en Rectoría”, detalló Hernández
Martínez. “Recibimos una invitación de
la Secretaría Académica y se elaboró
un altar basado en la tradición huasteca”, que
fue inaugurado el 27 de octubre.
De hecho, la fiesta de “todos los santos”, conocida
en la región como Xantoloh, no se limita al día
2 de noviembre, como se festeja a nivel nacional: en La Huasteca
las almas llegan a partir del día de San Lucas –18
de octubre–, cuando la gente de la comunidad se reúne
en el cementerio para adornarlo con la flor de San Lucas y
en honor a las almas que son liberadas a la medianoche por
San Pedro.
Posteriormente, el 29 de octubre, día del tlaoyalli,
se dedica a desgranar el maíz, en grandes cantidades,
“porque de ahí en adelante no se puede preparar
maíz para el consumo diario, debido a que toda la comunidad
preparara comida para la festividad”, detalló
el profesor.
El día 30, conocido como tlachihchiwalli, significa
adornar el altar y en general las tareas se realizan en equipo
o de manera comunitaria, apoyándose entre familiares
y vecinos, llevando su labor hasta el amanecer.
En la madrugada del día 31, denominado
como tlamiktilistli, se preparan cerdos, pollos y guajolotes
que servirán de alimento en los tamales y para
la ofrenda, después se ofrece el patzkalli, un
caldo a base de ajonjolí y un frijol especial que
se da en la región y esa tarde, antes de oscurecer,
las personas se reúnen para ir al cementerio y
posteriormente guían con velas a las almas hacia
sus casas.
El día 1 de noviembre se ofrece un alimento denominado
piltamalli, que significa tamal pequeño y son precisamente
la ofrenda para las almas de los niños, ello porque
en La Huasteca hay tamales más grandes conocidos
como zacahuil, que puede alimentar hasta 50 personas. |
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El 2 de noviembre se ofrece un tamal llamado chihchikilli,
que es grande y está destinado para las almas adultas,
ese día los ahijados llevan ofrenda con sus padrinos
y viceversa, también es costumbre estrenar atuendos
para la celebración.
Para el día 3 de noviembre, denominado tlamakawilistli,
que significa “despedida de las almas en el cementerio”,
la comunidad se reúne en la iglesia y despide a las
almas, después se trasladan al cementerio con velas,
guiando a sus difuntos de regreso a su morada final.
A los nueve días tiene lugar el tlachikontilistli,
es un día especial, semejante al novenario, en el cual
se despide a las almas que no tienen ya familia en este mundo,
por ello se les monta también una ofrenda.
Para concluir, José Álvaro Hernández
reconoció el impacto actual que tienen otras celebraciones
en nuestra cultura, como sucede en estas fechas con el Halloween;
no obstante, consideró que la herencia de las tradiciones
mexicanas sigue viva ya que las comunidades se organizan para
honrar a sus ancestros y comparten los alimentos que son la
base de su dieta.
“La celebración de los fieles difuntos es una
tradición que no va a desaparecer”, aseguró
el académico, quien comentó que son los jóvenes
estudiantes de la UVI son los más interesados en preservar
las costumbres y celebraciones de sus respectivas regiones.
Día de Muertos en la UV: investigación
que se convierte en arte
Una tradición generada a su vez por la celebración
de los fieles difuntos es la exposición que monta cada
año el grupo de académicos del Instituto de
Antropología, en esta ocasión la muestra Altares
veracruzanos se inauguró el pasado 27 de octubre, congregando
a grupos musicales y dancísticos, así como a
un gran número de universitarios.
Para la celebración se montaron cuatro altares de poblaciones
pertenecientes a la región cultural del Totonacapan,
las cuales fueron Yecoatla, Apazapan, Rafael Delgado y Texacaxco,
comunidad del municipio de Altotonga, precisó Mario
Navarrete Hernández, director del instituto.
También se instaló la muestra fotográfica
El altar: rescate de nuestras tradiciones, consistente en
imágenes de los altares que han conformado las muestras
previas relativas al Día de Muertos alojadas en el
instituto.
Al inaugurar el evento, Porfirio Carrillo hizo un reconocimiento
al esfuerzo colectivo que impulsa esta exposición:
“Cuando a lo largo de 30 años la investigación
antropológica, la historia y la geografía vienen
a este recinto universitario y se convierten en arte”.
Es en este sentido, dijo, “debemos seguir festejando
a nuestros muertos, sobre todo seguir luchando para que las
universidades se conviertan en esta reserva importante para
preservar nuestra cultura”.
Una representación simbólica
del ciclo de la vida “La muerte no
es un fin, es un momento dentro de un ciclo que incluye
el nacimiento, desarrollo y la muerte, desde donde se
vuelve a gestar la vida”, comentó Jesús
Bonilla Palmeros ante la concurrencia que se dio cita
en la sede del Fesapauv el pasado 28 de octubre.
Precisamente en estas fechas termina el ciclo agrícola
y se hace una ofrenda que busca propiciar la participación
de esas almas que se encuentran en el inframundo, en el
interior de la tierra, que es también el lugar
donde se gesta la vida, explicó Bonilla Palmeros.
“En octubre es cuando la mata del maíz
muere y nosotros vemos en el altar mazorcas, calabazas
y el frijol en vaina, que se cosechan en estas épocas;
es así que las sociedades mesoamericanas, a través
de estos mitos, nos están remitiendo a esa concepción
cíclica donde establecen una relación entre
las plantas y el ser humano”, comentó. |
Altar inspirado en la región huasteca, ubicado
en el
Edificio “A” de Rectoría. |
Dijo también que las ofrendas representan tres niveles,
las cuales, en su concepción indígena, nos remiten
al inframundo, al plano terrestre y al supramundo, concebido
en el espacio celeste.
“Las fuerzas fecundadoras son liberadas por las almas
que en estos días regresan del inframundo, ello permite
enlazar un ciclo que termina con otro que está por
iniciar”, destacó el académico, quien
señaló que en esta ocasión se elaboró
un altar semejante a las ofrendas que realizan los habitantes
de Janitzio y la región central de Michoacán.
En el panteón mesoamericano, agregó, podemos
encontrar una serie de deidades que propician la vida sobre
la tierra, ellos son quienes representan la lluvia, por ejemplo,
y bajan metafóricamente a la tierra para fecundarla,
siendo el producto de esta relación nuestro maíz.
Tradiciones como el Día de Muertos se mantienen vivas
cuando se trasmiten de una generación a otra, recalcó
Jesús Bonilla, ya que representan “costumbres
cargadas de un simbolismo muy amplio que relaciona los mitos
con la vida cotidiana y ésta precisamente es una tradición
que nos identifica alrededor del mundo como mexicanos”.
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