Dirección de Comunicación
Universitaria
Departamento de Prensa
Año 9 / No. 378 / Noviembre 17 de 2009 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Impulsada con el proyecto Diprouv

La xuta: fruta tradicional
con mucho futuro

También conocida como aishte o piñoncillo, puede generar biocombustible y aceite comestible

Se cultiva en el Totonacapan desde la época prehispánica, a diferencia de otra especie similar, tóxica, cultivada en India y Asia

David Sandoval

En la región del Totonacapan se cultiva desde la época prehispánica una fruta conocida popularmente como xuta, aishte o piñoncillo, que se consume en tamales, dulces y postres, así como mazapanes y otro tipo de dulces.
Sin embargo, la especie se encuentra amenazada por la inclusión de otra variedad tóxica, que puede ser confundida fácilmente. Esta situación alertó a investigadores de la Universidad Veracruzana (UV), quienes intervinieron con los productores y se generó, así, una colaboración con los agricultores de la región.

“La xuta, cuyo nombre científico es Jatropha curcas, se usa tradicionalmente como comestible en toda la región del Totonacapan, desde la zona de Papantla y Zozocolco hasta Misantla y Martínez de la Torre”, explicó Mario José Fernández Sánchez, coordinador general del Programa de Diversificación Productiva de la Universidad Veracruzana (Diprouv).



Mario José Fernández Sánchez, coordinador general de Diprouv, durante la presentación

La semilla completa se consume y se muele para preparar pipián y pasta de mole, mientras que en la región de Misantla también se come en mazapanes y otro tipo de dulces, detalló el investigador.

El riesgo de una variedad tóxica
Existe una variedad tóxica que es nativa de Centroamérica y desde la época de la Colonia los portugueses la llevaron a sus colonias en Asia y la India, donde se cultiva actualmente un millón de hectáreas sólo para producir un biocombustible conocido como biodiesel; en América, Brasil ocupa el primer lugar en dicha producción.

Promover en estos momentos la Jatropha tóxica tiene dos defectos: primero, el único que compra este cultivo son las empresas dedicadas a producir biodiesel, y no existen muchas. En segundo lugar, está sujeto a las alzas y bajas en el precio del petróleo, al existir una correlación de precio con los hidrocarburos, señaló Fernández Sánchez. “Si los precios internacionales del petróleo bajan, como está sucediendo actualmente, también se reduce el rendimiento de este biocombustibles”, añadió.

El investigador explicó que el biodiesel es ya una tecnología obsoleta: se le pronostica una corta duración debido a que se han desarrollado nuevas patentes, como una desarrollada en Colombia, denominada biocetano, el cual es un biodiesel de alta calidad. Además, añadió, una planta productora de diesel puede refinar este aceite en un día al mes, a partir de cualquier aceite vegetal, obteniendo como producto residual agua, a diferencia de otros biocombustibles, cuyo residuo es la parafina.

La variedad tóxica es difícil de diferenciar a simple vista y posee elementos cancerígenos; además, únicamente 40 por ciento de la fruta se convierte en aceite biocombustible y el 60 por ciento restante, compuesto por pasta, debe ser desechado ya que es contaminante; entonces se genera un costo adicional para deshacerse del residuo, comentó.

Cultivar la Jatropha tóxica genera dos costos adicionales importantes, explicó el investigador: “Primero tienes un costo al deshacerte del producto tóxico ya que puedes contaminar los mantos freáticos y se tiene un ingreso menor”; en segundo lugar, si no existe una planta de biodiesel que la compre –como está sucediendo al ser desplazadas por otras tecnologías– se tendrá un producto con un precio en descenso y sin posibilidades de comercializar.

Por el contrario, la especie no tóxica puede utilizarse para producir aceite comestible y también como biocombustible, la pasta es apta para el consumo humano e incluso puede servir como base de alimento concentrado para ganado estabulado, principalmente con vacas, ya que tiene un alto número de proteínas; así, tampoco se desplaza al ganado sino que se hace una alimentación más eficiente, dijo.



Presentación del libro La Xuta se come en la comunidad
Plan de Arroyos
La Xuta se come: reconociendo la especie local
Con la finalidad de evitar la inclusión de esta variedad en tierras veracruzanas, académicos adscritos a Diprouv, en colaboración con productores de la región, presentaron La Xuta se come, libro “que trata de informar la naturaleza de esta semilla, su historia, los nuevos usos y los riesgos que implica el intercalamiento de especies tóxicas con la endémica de Veracruz”, como lo señaló Marina Cuéllar Martínez, coordinadora regional del programa.

La presentación se realizó en la comunidad Plan de Arroyos del municipio de Atzalan, donde se reunieron 27 productores de la región, pertenecientes a las cooperativas con las cuales trabaja Diprouv; ahí se les explicó la importancia de mantener el cultivo de la Jatropha nativa de esta región veracruzana, así como la manera de evitar la introducción de la semilla tóxica.

El objetivo de esta iniciativa, materializada en el libro, es “propagar el conocimiento de que esta especie es comestible y hay que protegerla no permitiendo que la otra especie se cultive. Además, nosotros nunca lo hemos querido orientar hacia biodiesel sino hacia aceite y pasta comestible”.

Esto es importante ya que de las semillas utilizadas en México para producir este insumo, también conocido como aceite de cocina, 80 por ciento son importadas y posteriormente refinadas; ahí existe un mercado importante para la comercialización, apuntó Fernández Sánchez.

En este sentido, la intención de la UV ha sido informar a los productores para que conozcan los agravantes que conlleva cultivar la variedad tóxica, porque sabemos que las decisiones se alimentan con información y conocimiento.

De hecho, la solicitud para elaborar este libro provino de los mismos agricultores, quienes buscaban una herramienta que les pudiera brindar la UV para detener la llegada de la variedad tóxica; la única arma que les podemos brindar es el conocimiento, añadió Mario José Fernández.

El libro cuenta con tres artículos científicos: uno de botánica, a cargo de Odilón Sánchez, miembro del Centro de Investigaciones Tropicales (Citro); respecto a su química escribe Leticia Cano, también investigadora del Citro, y en relación con la parte médica es Xavier Lozoya, miembro de la Asociación Mexicana de Fitoterapia (Amefit), quien describe las aplicaciones de la fruta.

Para hablar de la región totonaca del norte se incluye un texto del alcalde de Zozocolco y voces de la gente del pueblo respecto de cómo se prepara en alimentos; asimismo, el libro contiene un mensaje del alcalde y las voces de la región del municipio de Atzalan. Para concluir el libro se incluye un artículo que busca explicar el porqué y cómo puede funcionar la producción a gran escala de este cultivo, detalló Mario Fernández.

Reconoció que estos avances se deben principalmente a contar con un trabajo previo en la región, generado mediante el modelo de empresas integradoras, el cual funciona en la actualidad con 37 empresas comunitarias y que ascenderán a 59 al finalizar este año.

Empresas comunitarias para producir aceite
El siguiente paso será generar empresas comunitarias que procesen la fruta, primero para el consumo local y posteriormente, en el caso de que llegase a ser una producción importante, los agricultores asociados podrán elegir si comienzan sus empresas comercializadoras de aceite comestible.

“Nos interesa que se involucren aquellos productores que tienen potreros, porque es una forma de reforestar también la región, revistiendo la tierra, evitando la erosión que provoca el ganado”, señaló el coordinador de Diprouv.

Actualmente hay poca semilla en la región y durante el año pasado se sembraron 100 mil árboles en las propiedades de los socios; para 2009 se ha seguido la misma dinámica y cuando los 200 mil árboles estén en producción se contará con materia prima para que los agricultores interesados la cultiven en mayor escala, precisó.


Los productores recibieron de manera gratuita el libro al finalizar su presentación

Dicha acción podría generar a largo plazo la instalación de una planta procesadora; al respecto se tienen pláticas con funcionarios de la Secretaria de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), buscando la donación de maquinaria para edificar una planta piloto con la intención de hacer pruebas y estar preparados cuando haya una producción significativa del fruto. Esta planta se instalaría en alguna de las comunidades del municipio de Atzalan.