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Año 9 • No. 387 • Febrero 8 de 2010 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

México, con potencial para exportar material genético forestal

En 25 años de trabajo en genética forestal la UV ha realizado con éxito 29 pruebas genéticas,
mientras que en la institución líder del país, apenas ocho

En silvicultura seguimos comportándonos como una civilización nómada, aseguró el
investigador Juan Alba Landa

Gracias a sus características geográficas, su diversidad de climas y ecosistemas, y a su inmensa variedad de especies de árboles, México podría convertirse en un país exportador de genes y semillas forestales para todo el mundo, aseguró el investigador del Instituto de Investigaciones Forestales (IIF) de la Universidad Veracruzana (UV), Juan Alba Landa.

“México no puede vender madera, no hay las condiciones para hacerlo, pero podría exportar genes, porque tiene casi todas las características geográficas del mundo (desierto, alta montaña, baja montaña, frío, trópico, entre otras); entonces, podría generar información genética o semillas adecuadas de especies necesarias para uso comercial o para absorber dióxido de carbono, en sitios particulares del mundo”, sostuvo.



Juan Alba Landa
El investigador dijo que se estima que en el país existen alrededor de 32 mil especies de plantas, de las cuales por lo menos 10 por ciento son árboles, y si se toma en cuenta que Veracruz tiene 40 por ciento de todas las especies de México, en el estado habría alrededor de mil 200 especies diferentes de árboles. “El problema es que de las alrededor de tres mil especies de árboles de México, la ciencia no conoce ni siquiera 25”.

“En los inicios del Instituto partimos del hecho que México dependía para su desarrollo de grandes importaciones de productos forestales. 25 años después seguimos igual, el país está convertido en barril sin fondo desde el punto de vista silvícola; la idea era hacer estudios que generaran una verdadera silvicultura en el país para producir insumos que se requerían, además de retener suelos y agua y capturar CO2”, explicó.


Para obtener rentabilidad de los bosques, Alba Landa sostuvo que no podemos seguir creyendo que todo lo que plantamos es comercial y es la octava maravilla. “Debemos hacer silvicultura como se hace la agricultura: con semillas seleccionadas por sus características genéticas, domesticar genes de algunas especies que hoy dan satisfactores a la sociedad, tener bancos de genes de los cuales obtengamos semillas y árboles con características específicas con los que podamos hacer cruzas y obtener las semillas que necesitamos para cierto producto en particular”.

El investigador dijo que ahora mismo no sabemos qué, ni cómo, ni para qué conservar. “Estamos metidos en una turbulencia de ambigüedades que nos pone en posición de perder cada vez más especies. Estamos perdiendo un conjunto de genes capaces de evolucionar en el tiempo que pueden generar verdaderas piedras angulares en el remedio de los males del futuro o los satisfactores de las necesidades futuras”.

Ante eso, afirmó que no podemos conservar a la ocurrencia. Si se sabe que los árboles pueden transmitir característica a su descendencia, debemos entender que entre árboles existen parentescos y si conservamos por accidente, o sin saber, una población que es un conjunto de hermanos no hay posibilidades de éxito en la conservación.

“Debemos cuidar que en un esquema de conservación exista el mayor número de individuos diferentes de una misma especie, que además no sean parientes entre ellos, para que en sus cruzas generen descendencia que, por ser diferentes y tener distintas necesidades metabólicas, puedan ser detonadores de procesos evolutivos y de adaptación que mantendrán a la especie en el futuro”, sostuvo.

En 25 años de trabajo de investigación, el IIF de la máxima casa de estudios ha realizado con éxito 29 pruebas genéticas con al menos 12 especies diferentes de árboles de uso comercial y con fines de conservación: cederla odorata, liquidambar styraciflua, pinus patula, pinus caribaea, pinus Maximino, pinus teocote, pinus greggii, pseudotsuga, pinus cembroides, pinetum, khaya nyasica y cunninghamia lanceolada.

De estas especies, el Instituto tiene plantaciones en diferentes puntos de la entidad como Carrizal, Xalapa, Naolinco, Jalacingo, La Joya, Los Molinos, Los Tuxtlas, Coatepec, Las Vigas, entre otros; todas en un rango altitudinal entre el nivel del mar y los tres mil metros.