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Año 10 • No. 393 • Abril 12 de 2010 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal
Jorge González Pérez
Jorge González Pérez
Jorge Mansilla Torres
Jorge Mansilla Torres

Dijo el cubano Jorge González Pérez, jefe del grupo que exhumó el cadáver

“Al desenterrar al ‘Che’, descubrimos a un héroe del mundo”

En Bolivia el “Che” Guevara no es fetiche, leyenda o imagen; es instrumento vivo del proceso democrático que llevamos a cabo: Jorge Mansilla, embajador boliviano

Juan Carlos Plata

28 de junio de 1997. Era el noveno día de trabajo de excavación del equipo de científicos cubanos y argentinos en lo que había sido una pista de aterrizaje en la comunidad de Vallegrande, Bolivia. A las 9:00 horas, en la fosa número nueve, aparecieron los cuerpos de siete guerrilleros asesinados en 1967. Entre ellos estaban los restos
de Ernesto Guevara de la Serna, el “Che”.

Buscar, encontrar y desenterrar los restos del “Che” Guevara fue, además de cumplir una tarea, descubrir a un héroe del mundo, porque cualquiera que sea capaz de dar la vida por un ideal es un héroe, dijo en la Universidad Veracruzana (UV) Jorge González Pérez, jefe del grupo de científicos cubanos que realizó la búsqueda.

“Al encontrar la fosa que contenía los restos del comandante y de otros guerrilleros bolivianos, lo primero que sentí fue una tranquilidad espiritual al saber que la tarea estaba cumplida, y después tuve la conciencia de que lo habíamos logrado a través del desarrollo de la metodología de la investigación, a través del conocimiento adquirido en nuestras universidades y que era, por tanto, un triunfo de la ciencia y la técnica”, aseguró ante estudiantes de la Unidad de Humanidades.

El especialista explicó las técnicas científicas utilizadas por el equipo de investigadores para encontrar el lugar preciso en el que habían sido enterrados los restos de Guevara de la Serna en 1967, y aseguró que el trabajo realizado en esa ocasión es una prueba de que la ciencia debe adaptarse al medio y las condiciones de trabajo.

“Salimos de Cuba con 13 versiones diferentes de dónde estaban enterrados los restos, al llegar a Bolivia entrevistamos a cerca de mil personas y al final de ese proceso teníamos no 13, sino 88 versiones distintas”, dijo.

González Pérez sostuvo que el equipo trabajó cerca de cinco años en los lugares donde se llevaron a cabo combates en la región de Ñancahuazu, específicamente en La Higuera, localidad en la que fue asesinado el “Che”, y en Vallegrande, lugar al que fue trasladado ya muerto, mostrado a la prensa y posteriormente enterrado en una fosa común con algunos de sus compañeros.

“Luego del hallazgo de la fosa, pudimos identificar a la osamenta número dos como la del ‘Che’ Guevara por un registro dental que teníamos de él realizado antes de salir de Cuba y que concordaba sin duda alguna con el de la osamenta, y por una formación prominente de la parte frontal del cráneo, muy distintiva de las facciones del comandante, lo cual puede verse en cualquiera de sus fotos.”

Por su parte, el poeta, ensayista y periodista Jorge Mansilla Torres, embajador de la república plurinacional de Bolivia en México, dijo que los bolivianos no tienen al “Che” Guevara como fetiche, como leyenda o como imagen, sino como un instrumento vivo del proceso democrático e incluyente que se lleva a cabo en el país.

“En el primer discurso de Evo Morales como presidente, mencionó a Ernesto ‘Che’ Guevara junto con Bolívar, Sucre y Túpac Catari como los libertadores de Bolivia; y al día de hoy, en la misma oficina presidencial donde en 1967 se decretó su muerte, hay un enorme retrato del ‘Che’ Guevara, hecho con hojas
de coca”, dijo.

Mansilla Torres relató su relación con Anacleto Reinaga –que en la guerrilla adoptó el alias de Aniceto–, uno de los compañeros de Guevara de la Serna en su gesta boliviana, que lo acompañó hasta la misma fosa común, y de cómo conoció al “Che” bajo el alias de Adolfo Mena.

Mencionó además a cinco personas que circundaron a Guevara en sus últimos momentos de vida y luego de su muerte: Ninfa Arteaga, la esposa del telegrafista de La Higuera que le dio al “Che” su última comida, una sopa de maní; Julia Cortés, maestra de la escuela que es incitada por los militares para ir a agredir al “terrorista” Guevara; Susana Osinaga, enfermera que lava el cuerpo del guerrillero junto con Alcira Rodríguez –y que luego de ver las fotos del cadáver en la prensa declararía: “No saba que le había dado la cara de Cristo que tiene”.

El cura de La Higuera, Roger Schifer, que es el primero en condenar el asesinato del “Che” y que al oficiar una misa en su memoria dijera: “Este crimen jamás será perdonado y los autores tendrán el castigo de Dios”; y el soldado boliviano Antonio Huerta Lorenzete a quien fue encomendado cuidar al prisionero, con quien el “Che” platica, comparten un cigarro y que lo defiende de las agresiones del agente de la CIA Félix Ismael Rodríguez.

Luego de la conferencia, el rector de la UV, Raúl Arias Lovillo, entregó reconocimientos a los oradores y a la doctora cubana Alicia Marlene Basanta Montecinos.

Estudiantes de la Unidad de Humanidades durante la conferencia
Estudiantes de la Unidad de Humanidades durante la conferencia