El historiador Enrique Florescano Mayet |
Teotihuacan, modelo que todos los
reinos quisieron igualar: Florescano
Para los pueblos de Mesoamérica, esta ciudad era el lugar donde se originó la realeza y donde los jefes de los reinos lejanos recibían las insignias del poder, sostuvo el historiador
Juan Carlos Plata
Desde el año 378 –fecha de la entrada de los ejércitos teotihuacanos en el área maya– hasta el final de la época clásica, Teotihuacan fue el modelo político, religioso y cultural que todos los reinos anhelaron igualar, sostuvo el historiador Enrique Florescano Mayet durante la presentación de su libro Los orígenes del poder en Mesoamérica, realizada en la Unidad de Humanidades de la Universidad Veracruzana (UV).
“Para los pueblos de Mesoamérica, Teotihuacan fue el sitio donde nació el Quinto Sol, la era actual, el lugar donde se originó la realeza y donde los jefes de los reinos lejanos recibían las insignias del poder. Tenía el rango irrefutado de centro dispensador de la legitimidad política”, dijo. |
Ante un auditorio lleno de estudiantes, académicos, investigadores, funcionarios universitarios y personalidades, Florescano Mayet explicó que uno de los rasgos distintivos de Mesoamérica es la presencia del Estado, la institución que logró integrar un territorio bien delimitado, con una población que compartía tradiciones y una estructura política jerarquizada a cuya cabeza estaba el gobernante supremo.
“Desde la aparición de las primeras formas de Estado en la tierra olmeca, entre los años 1200 y 900 antes de la era actual, hasta la caída de México-Tenochtitlan en 1521, la construcción de organizaciones políticas estables fue una obsesión persistente de los pueblos americanos que se prolongó por más de tres mil años”, afirmó.
El historiador sostuvo que entre esos años el poblado de San Lorenzo Tenochtitlan se convirtió en un poblado importante y en el poder político del reino Olmeca, se construyeron plazas ceremoniales, un palacio real, cultos religiosos, acueductos de piedra, talleres artesanales y un dispositivo profesional señalado por esculturas, tronos y estelas que exaltaban el poder real.
“El testimonio que acreditó la presencia del gobierno dinástico fue la formidable serie de 10 cabezas colosales encontradas en San Lorenzo, cada una de ellas es un retrato monumental de los jefes que ejercieron el poder en esa ciudad en distintos momentos de su historia. Los logros de estos gobernantes pueden resumirse en el dominio de un territorio bien delimitado, el impulso en gran escala de la agricultura y el comercio, la fundación de un escenario urbano espectacular y el desarrollo de una población numerosa y contrastada.”
Investigaciones recientes –explicó Florescano– mostraron la aparición del Estado Maya en el preclásico tardío, entre el 400 y 100 años antes de la era actual, en el norte del Petén y en las tierras altas de Guatemala.
“Gracias al desarrollo extraordinario de la agricultura, el manejo del agua, el trabajo y los tributos proporcionados por los campesinos, los poblados se transformaron en organismos estables y poderosos. Protección divina, linaje, antigüedad y fuerza militar fueron los valores que las monarquías mayas desplegaron como fuentes de legitimidad.”
Uno de los rasgos distintivos del Estado Maya es que hoy conocemos su historia desde sus orígenes hasta su desaparición gracias a la escritura jeroglífica.
El ex miembro de la Junta de Gobierno de la UV dijo que entre los años 750 y 900 sobrevino una catástrofe, y uno tras otro los antiguos reinos cayeron destruidos o fueron abandonados, sobrepoblación, degradación y erosión del suelo cultivable, sequía, hambruna y epidemias, son algunas de las causas aducidas para explicar esta catástrofe.
Algunos investigadores atribuyen la debacle a causas humanas; por ejemplo, los expertos del mundo maya señalan el crecimiento desmesurado de los grupos nobles que multiplicó la carga tributaria que pesaba sobre los campesinos y las disputas por el poder.
“Sin embargo, 100 años más tarde el Estado resurgió en Mesoamérica, pero se trata de un Estado marcado por nuevos rasgos étnicos, militares y políticos. El colapso de los antiguos reinos destruyó el poder y el vestigio de la realeza hereditaria y abrió paso a procesos cambiantes, migraciones de pueblos y bandas militares que invadieron diversas regiones de Mesoamérica.”
Uno de esos grupos se asentó en la tierra maya, se mezcló con la población nativa y fundó Chichen Itzá; otro, formado por descendientes de Teotihuacan, se unió con otros grupos y fundaron Tula; ambas eran ciudades multiétnicas pobladas por individuos que hablaban distintas lenguas y ambas fundaron estados gobernados por capitanes de la guerra asociados con la antigua nobleza nativa.
Chichen Itzá y Tula desaparecieron hacia el año 1100 y su caída provocó una gran diáspora de pueblos y un tiempo asolado por la guerra, a estos años de zozobra siguió la migración de grupos numerosos de cazadores y recolectores norteños que invadieron el centro y sur de Mesoamérica, con estos pueblos peregrinos llegó al Valle de México un grupo que se llamó a sí mismo mexicas.
“En los 274 años que dura el periplo del mítico Aztlán hasta la fundación de México-Tenochtitlan, los mexicas experimentaron una profunda transformación social, política y cultural, iniciaron su recorrido como cazadores chichimecas y lo culminaron como pueblo civilizado, según el modelo establecido por los antiguos teotihuacanos”, sostuvo el historiador.
Estudiantes, académicos, investigadores, funcionarios universitarios y personalidades,
en la presentación del libro Los orígenes del poder en Mesoamérica
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