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Año 10 • No. 399 • Mayo 24 de 2010 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Acceso a servicios de salud está marcado por la discriminación

Aún mueren indígenas
por tuberculosis

Cuando una enfermedad es curable, una sola muerte es demasiado: Elda Montero

Los programas de salud se diseñan sin considerar la diversidad cultural y las diferencias entre población urbana y la de zonas indígenas o marginadas

Edith Escalón

El analfabetismo, la pobreza extrema, el porcentaje de la población que sólo habla lenguas nativas y la distancia que la gente tiene que recorrer para trasladarse a las clínicas cuando éstas no existen en su localidad, son factores que no se consideran para brindar en los municipios indígenas de alta marginación una atención equivalente a la que se ofrece en zonas urbanas.

Así lo revela una investigación realizada de 2008 a 2009 por académicos y estudiantes de la Universidad Veracruzana (UV) en cuatro municipios de alto rezago social del sureste de la entidad: Mecayapan, Pajapan, Soteapan y Tatahuicapan. Ahí, las condiciones de vida han contribuido a la prevalencia de una enfermedad 100 por ciento curable: la tuberculosis.

Para la doctora y académica Elda Montero, responsable del estudio, es claro que existen “barreras que los indígenas no logran superar”, debido a que los programas de salud se diseñan sin considerar la diversidad cultural y la brecha socioeconómica, geográfica y educativa que existe entre la población urbana y la de zonas indígenas o marginadas. “Es, a fin de cuentas, una especie de discriminación”.

Zonas pobres, las más vulnerables: OMS
En Latinoamérica, la tuberculosis pulmonar es un problema permanente de salud pública. Aunque existen pruebas diagnósticas específicas y tratamientos efectivos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reportó que en 2007 fallecieron por esta enfermedad 1.7 millones de personas. Señala, además, que aproximadamente cuatro de cada 10 personas que tienen tuberculosis no lo saben, principalmente los de escasos recursos en regiones de África, Asia, Latinoamérica y el Caribe.

Biológicamente, el bacilo de la tuberculosis no tiene preferencias económicas. Las personas con enfermedades que debilitan el sistema inmunológico –cáncer, diabetes mellitus, desnutrición o SIDA– tienen mayor riesgo de presentarla; sin embargo, según la OMS existen grupos de población reconocida históricamente como “socialmente vulnerable” para padecerla, entre los que se encuentran indígenas y habitantes de áreas rurales marginadas, quienes enfrentan mayor dificultad en el acceso a servicios de salud.

Las estadísticas de la Secretaría de Salud lo demuestran. Según el estudio, los estados de Veracruz y Chiapas –ambos con altos porcentajes de población indígena– y los estados de Baja California y Sonora –lugares de destino de migrantes de áreas rurales– reportan el mayor número de personas con tuberculosis pulmonar en la República Mexicana.

Los universitarios encontraron que en Veracruz, de 2003 a 2007 murieron por esta enfermedad 14 personas en los municipios de estudio y 71 fueron diagnosticados y tratados, como consta en los reportes de los Servicios de Salud de Veracruz (Sesver). Diez de las personas que murieron habitaban en localidades que cuentan con clínicas de salud, ¿por qué no recibieron entonces detección, diagnóstico y tratamiento oportunos?

Marginados por el sector salud
Elda Montero, integrante de la Unidad de Ciencias de la Salud y Trabajo Social de la UV, en Minatitlán, cuestiona las estrategias de salud de las clínicas, viables en la ciudad pero ineficientes para atender a una población con altos grados de marginación, pobreza, analfabetismo y monolingüismo.

Y es que en estos municipios con alto rezago social, 95.8 por ciento de las localidades tienen menos de dos mil 500 habitantes; 38 por ciento de la población es analfabeta; más de 76 por ciento habla una lengua indígena (nahua o popoluca) y 3.4 por ciento no habla español. Además, para atender a una población de 68 mil personas, existen sólo 25 clínicas de salud.

El estudio es claro: las clínicas están constantemente saturadas, sus horarios de atención (de 8:00 a 16:00 horas de lunes a viernes y de 8:00 a 12:00 los sábados) no alcanzan para cubrir la demanda o retrasan los resultados, ninguna cuenta con un traductor permanente a lengua indígena, falta equipo, suministros y medicamentos; además, son atendidas por enfermeras o pasantes de medicina que sólo están un año en la localidad y no por médicos adscritos al sector salud (excepto en las cabeceras municipales) que aseguren la continuidad de los programas prioritarios de salud pública.

“Mucha gente simplemente no va al doctor y prefiere alternativas para la atención médica como ir a la consulta de 20 pesos en las farmacias de similares”. Así, sin dinero para transporte, una persona puede caminar dos o tres horas para llegar de su comunidad a la clínica, la atienden cuando menos en tres horas más, y para confirmar o descartar tuberculosis debe volver tres días seguidos con tres muestras de expectoración, que probablemente no sirvan para el diagnóstico porque las altas temperaturas –frecuentes en la región– la inutilizan durante el recorrido. Eso siempre y cuando en la clínica no haya desabasto de los vasitos colectores…

Muertes imperdonables
Aunque la prevalencia de la tuberculosis es baja en comparación con enfermedades crónico degenerativas como el cáncer o la diabetes, Elda Montero advierte que la salud no puede ni debe reducirse a porcentajes: “Si lo hacemos, corremos el riesgo de encubrir las diferencias sociales y económicas que están provocando esos casos; además, de acuerdo con la Organización Panamericana de Salud, cuando una enfermedad es curable y prevenible, una sola muerte es demasiado”.

Por las condiciones y estrategias de atención en las clínicas, y las económicas y culturales de los pobladores, actualmente hay una atención deficiente a este problema de salud, el mismo que hace casi dos décadas: “Un estudio muestra que en 1993, en Veracruz, 69.7 por ciento de las personas que fallecieron por tuberculosis tenían una clínica de salud en su propia localidad, y la mitad de ellas incluso fueron diagnosticadas el mismo año en que fallecieron o el anterior”.

  Tuberculosis en náhuatl y popoluca
Como parte del proyecto, financiado por los Fondos Mixtos de Veracruz, el equipo realizó un video que documenta el conocimiento que tienen los médicos tradicionales de la región sobre la tuberculosis pulmonar. Además, para difundir información sobre el cuadro clínico y el diagnóstico de la tuberculosis, grabaron un cortometraje y un audio en náhuatl y popoluca que ya ha sido distribuido en algunas localidades, clínicas rurales, el hospital de Tonalapan y presentado en reuniones comunitarias, con el apoyo de los estudiantes de la UVI-Selvas, las brigadas universitarias y las representantes del DIF de los cuatro municipios que participan en el estudio.
  Ir a la clínica, una pérdida de tiempo: pobladores
Un aspecto importante en la detección oportuna de la tuberculosis pulmonar es que la persona con tos y expectoración consulte los servicios de salud; es decir, el diagnóstico dependerá, en parte, de la confianza que se establezca entre la población y los servicios de salud de la región.

“Lamentablemente no la hay”, advierte Montero, como pudo constatar el equipo de investigación de la UV, que incluyó el estudio en 13 localidades de menos de dos mil habitantes y con rezago social medio y alto. Con el apoyo de estudiantes de la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI), sede Selvas, realizaron una encuesta, talleres, observación, entrevistas a profundidad, pláticas informales y anotaciones en diarios de campo para conocer la trayectoria que sigue una persona con tos en la búsqueda de la recuperación de la salud.

Para la población, ir a las clínicas es una pérdida de tiempo, en ocasiones cuando llegan ya no “alcanzan” citas, los hacen esperar de tres a cuatro horas, no siempre les dan tratamiento gratuito por el desabasto, convierte al intento de atención en un gasto de transporte, a ello suman la descortesía que perciben por parte del personal de algunas clínicas, y el gasto que representa, sobre todo para mujeres indígenas popolucas, hacerse acompañar de otro miembro de la familia que les apoye en la traducción al español.

Después del estudio, los universitarios concluyeron que para mejorar la calidad de la atención en los servicios institucionales de salud es necesario solicitar abasto de medicamentos, dotar a las clínicas y al hospital de especialidades de infraestructura necesaria, crear, establecer condiciones específicas para atender a indígenas y campesinos, tener horarios flexibles en las clínicas, y contratar intérpretes nahuas y popolucas para atender a la población monolingüe.

“Sólo así la población recuperará la confianza en los centros de salud y significará un gran apoyo al personal médico y de enfermería que brinda sus servicios en el área rural de la sierra y que se encuentra en dificultades para brindar atención a la población que acude a solicitar sus servicios”, comentó la investigadora.