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Año 10 • No. 406 • Julio 12 de 2010 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Entrevista con André-Louis Perinetti

El teatro ha estado en crisis desde los clásicos griegos

Mientras exista un ser humano que hable con otro, existirá el teatro

El teatro es el espejo de la sociedad. Pero dependiendo de la inclinación, vemos el reflejo que proyecta

Marcelo Sánchez Cruz

El director teatral André-Louis Perinetti es considerado como uno de los hombres más influyentes en el desarrollo del teatro contemporáneo a nivel mundial. Vanguardista y activista político en la Francia de los años sesenta, desde el escenario impulsó a toda una generación de creadores que ahora son reconocidos como importantes figuras del teatro internacional.

Su labor por la difusión teatral lo llevó a ser nombrado Secretario General del Instituto de Teatro Internacional (ITI) de la UNESCO, en 1983, desde donde procuró la divulgación del arte escénico en los cinco continentes.

En la actualidad funge como Presidente Emérito del ITI y continúa su labor de difusión, particularmente en África. En entrevista exclusiva para el periódico UniVerso, Perinetti habla del teatro actual y de las perspectivas que se vislumbran para este arte.

Al finalizar la primera década del siglo XXI, ¿cuál es el panorama del teatro, en el contexto actual de las artes escénicas?

Es un asunto de múltiples aristas, pues la evolución del teatro no es la misma en todo el mundo; en Europa y América Latina tenemos muchos vínculos que hacen que lo que tiene validez allá sea válido también aquí, quizá con un rezago de cinco o 10 años, pero hay mucha similitud.

Sin embargo, existen culturas donde el teatro y las artes escénicas en general no han tenido el mismo desarrollo, particularmente en África y en Asia. Si aceptamos la premisa de Antonio Gala, autor español que afirma que el teatro es el espejo de la sociedad, vemos que estas sociedades en evolución crean un teatro diferente porque son diferentes.

Siguiendo con la analogía de Gala, a mí me gusta pensar la idea de que ese espejo se inclina en diferentes ángulos y dependiendo de esa inclinación es como vemos el reflejo que proyecta.

Esto significa que no solamente hay teatros diferentes en continentes diferentes, sino que existe una diferencia de enfoque. Y tomar todas estas vertientes para definir un contexto del teatro actual es muy complicado.

Ahora, con referencia a la evolución del teatro como arte, considero que el desarrollo tecnológico ha afectado a otras artes como la música, la plástica y el cine, sin duda, pero el teatro no ha sido modificado esencialmente. Es cierto que tenemos medios de comunicación más rápidos que facilitan el intercambio de influencias y hacen que las temáticas varíen un poco, pero esto no afecta el desarrollo de lo que se hace en escena.

Continuamente escuchamos que el teatro está en crisis; sin embargo, yo siempre he dicho que esta crisis viene desde los clásicos griegos. No debemos espantarnos por ello. Cierto, es el reflejo de la sociedad y por ello es un arte arcaico; no obstante, mientras exista un ser humano que hable con otro, existirá el teatro. Eso también lo digo seguido y este criterio, paradójicamente, nos hace modernos, pues en esta dimensión humana podemos digerir y absorber la evolución contemporánea más rápidamente que en otras disciplinas.

¿Ha sido desplazado el teatro de su lugar como cronista de la realidad social por otras expresiones como el cine y la televisión?
Esta situación es muy interesante pues sí han modificado el teatro, pero hay que analizar un poco cómo lo han hecho.
Primero, indudablemente, en su público. El público tiene una percepción diferente; nuestros hijos no tienen la misma respuesta que nosotros ante las cosas pues su entorno ha cambiado. El criterio hacia tendencias más visuales ha sido una gran influencia de la televisión y el cine.

Segundo, en cierta medida, el teatro se ha liberado de algunas cosas que antes tenía que contar para el simple entretenimiento, pues esta función ha sido tomada por la televisión y el cine; de la misma manera que en el siglo XIX la fotografía liberó a la pintura de ser un registro anecdótico, así la televisión y el cine permiten al teatro buscar otro tipo de expresión más allá del entretenimiento cotidiano, adquirir un carácter de mayor introspección social y divulgación. Creo que ésa es básicamente la influencia que estos medios han tenido.

Comentó que en el teatro lo que vale es la experiencia de comunicación humana, ¿es válido hacer grabaciones de las obras para preservar un registro histórico?
Ésa es una pregunta que no tiene respuesta fácil, pues depende de lo que queremos entender por teatro. De entrada, hay un tipo de teatro que es fácil de grabar: el teatro de texto, que se puede establecer en escenas determinadas y es adecuado a ver en un solo plano. En ese sentido, podemos considerarlo algo no muy diferente a un acercamiento televisivo o cinematográfico al teatro.

No obstante, existe otro teatro, ése en el que el director busca comunicar más allá del texto, en el que se debe entender el momento y la emoción, que sería imposible grabar pues los elementos del mismo no son transferibles a ningún tipo de registro.

Creo que en ese caso es válido hacer registros del trabajo teatral, sobre el trabajo de un director, para poder decir a lo que llega en escena; se puede mostrar cómo es que alcanza ese resultado, pero eso ya no es teatro, es un documental.

¿Es posible conciliar el lenguaje y los intereses del teatro comercial con los del teatro de propuesta y de investigación?
En abril de este año se entregaron los Premios Moliere –el equivalente al Oscar para el teatro francés– y Laurent Terzieff, reconocido actor de 75 años, recibió el premio por su actuación en dos puestas en escena: El vestidor, pieza contemporánea de Ronald Harwood, y Filoctetes, la tragedia griega de Sófocles.

Terzieff en su discurso de aceptación comentó algo que de cierta forma responde a la pregunta: “No hacemos teatro comercial o no comercial, hacemos teatro no comercial y comercial”, es decir, no debe ser una separación, es una conjunción.

En mi vida siempre estuve del lado del teatro de propuesta, pero me parece que la división hecha entre éste y el tetro comercial es una falla de base, eso no tiene lugar de ser. Lo que se debe considerar siempre es la calidad, la honestidad de las puestas. Si encontramos teatro destinado al gran público que tiene un lenguaje auténtico, es de reconocerse tanto como aquel que busca experimentar nuevos criterios.

Volvemos a la analogía del espejo, en el teatro comercial podemos encontrar excelentes ángulos de reflexión que sirven de referencia para hacer muy buenos espectáculos y también podemos encontrar en el teatro de propuesta reflejos que por una u otra razón se quedan muy pobres y no muestran nada.


En su opinión, ¿qué papel juegan expresiones como el teatro comunitario y el teatro indígena en el discurso actual del arte escénico?
En este sentido, voy a tomar una posición un poco conservadora, pues primero debo reconocer que no estoy familiarizado con lo que se está realizando en el teatro indígena latinoamericano; sin embargo, he tenido oportunidad de estar muy cercano a otras expresiones culturales en las que se maneja una teatralidad. Es posible tener un espíritu creativo, pero si no se ha trabajado en una forma sistemática, ordenada y metódica, no estamos creando arte. El teatro es una obra de arte, es como un cuadro que está terminado.

Por ejemplo, en el teatro de intervención en África hacen representaciones políticas, y si alguien no está de acuerdo con lo que uno de los actores dice, se levanta y lo reemplaza; eso es muy bueno a nivel social, pero no es teatro: es una expresión cultural, no debe confundirse.

En mi opinión, no hay que confundir la creación y la creatividad, considero que no todo mundo puede hacer teatro, es necesaria una formación, toda una preparación y un criterio específico. Sé que esto suena un poco reaccionario, pues actualmente hay muchas corrientes que defienden que todo es cultura, y es cierto, sin embargo, no todo en la cultura es bueno.

¿Por qué se debe seguir presentando teatro clásico?
Bueno, de entrada, a mí me fascina ver representaciones de teatro clásico pero nunca lo he hecho, más que nada por humildad; empecé muy tarde y tenía mucha prisa. Y no es que los clásicos no fueran de mi interés, pero para que una obra clásica funcione es preciso encontrar las analogías necesarias para adecuarlas a la época actual, esas adaptaciones significan un tiempo y un esfuerzo que quizá no me supe dar en su momento.

Una de las grandes ventajas del teatro clásico, como Shakespeare o Moliere, es que es universal, cósmico, y siempre reflejará una verdad actual. Por eso es necesario hacerlo, siempre y cuando se tengan los actores y las actrices de calidad que lo puedan representar, si no, los resultados pueden ser lamentables. Y acá volvemos a la importancia de la formación: todo siempre está en las bases.