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Año 10 • No. 407 • Julio 19 de 2010 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Mamíferos marinos:
unos tienen cáncer y 390 mil morirán este año en dos países

Japón y Canadá matarán este año más de 390 mil mamíferos marinos

En México se recupera la ballena jorobada, pero artes de pesca siguen matando grandes cetáceos

Edith Escalón y Susana Castillo
Fotos: National Oceanic and Atmospheric Administration

Ballenas, delfines, focas, manatíes, osos polares. Los mamíferos marinos son sin duda uno de los grupos animales más carismáticos del mundo; sin embargo, su capacidad de generar simpatías no los ha librado del mayor depredador del plantea: el hombre.

Según reporta la Comisión Ballenera Internacional, en los últimos 30 años y a pesar de la moratoria global que lo prohíbe, tres países (Islandia, Noruega y Japón) han matado más de 21 mil ballenas. Este año, con la autorización expresa de los gobiernos, 40 mil delfines serán masacrados en la isla japonesa de Taiji, y 350 mil focas en Canadá. A diferentes escalas, los mamíferos marinos enfrentan constantes amenazas –captura con fines recreativos, cacería, enmallamientos, contaminación–, y además, sufren las consecuencias del cambio ambiental provocado también por el hombre.

Tan sólo en México hay más de 42 especies en peligro de extinción y cuando menos una que habitaba en nuestro territorio (la foca monje) ha desaparecido para siempre del planeta. A pesar de las acciones de conservación de las últimas décadas, ni científicos ni grupos ambientalistas han logrado detener o controlar las amenazas, y a excepción de algunas especies, las perspectivas para este grupo animal son desalentadoras.

Este panorama fue planteado en la Universidad Veracruzana (UV) por los especialistas en el estudio de los mamíferos marinos, en la XXXII Reunión Internacional de la Sociedad Mexicana de Mastozoología Marina (Somemma), una asociación civil fundada hace más de 30 años que enfrenta hoy –más allá de generar conocimiento puntual– el enorme reto de contribuir a una estrategia global para su conservación.

Más problemas que soluciones
La tierra sin humanos, documental transmitido en Latinoamérica por The History Channel, plantea que es posible que los mamíferos marinos sobrevivan al hombre y que su ecosistema se regenere 150 años después de que la actividad humana cese. Claudio Campagna, de la Wildlife Conservation Society, consideró que este planteamiento minimiza la gran responsabilidad que la sociedad tiene sobre el cambio global: “Es una pena pensar que extinguido el hombre se solucionará el problema”.

Por ahora, reconoce, el diagnóstico es desalentador. “No hay manera de resolver las principales amenazas para una decena de especies: como habitan áreas inmensas del océano, no se pueden cuidar con áreas marinas protegidas, la custodia se limita a agrupaciones terrestres o costeras de reproducción; usan aguas internacionales en su ciclo de vida y eso complica las acciones de conservación, las administraciones pesqueras son poco eficaces y el cambio climático agudiza los problemas”.

Cáncer, enfermedad emergente en lobos marinos
Karina Acevedo-Whitehouse, de la Universidad Autónoma de Querétaro, reportó los resultados de estudios realizados en la costa oeste de Estados Unidos, donde científicos han encontrado cáncer en grupos de lobos marinos cercanos a la costa de California.

“El cambio ambiental (no sólo climático) y la interacción con grupos humanos ha acentuado los problemas de salud a los mamíferos marinos, los cuales han empezado a presentar alteraciones genéticas, mutaciones y procesos degenerativos como el cáncer, inmunosupresión y otras enfermedades.”

Dijo que los mamíferos marinos, por estar en el tope de las cadenas alimenticias, son especies particularmente vulnerables al cambio global, de ahí la importancia de desarrollar más estudios para entender cómo les afectan los cambios ambientales y potencialmente predecir las consecuencias que pueden generar en su salud.

Florida, un “callejón sin salida” para los delfines
Randall S. Wells, de la Sociedad Zoológica de Chicago, presentó el caso de una comunidad de delfines en la Bahía de Sarasota, Florida, los cuales parecen ocupar un “callejón sin salida” ecológico, pues a pesar de la contaminación y el calentamiento progresivo de esas aguas, los animales siguen viviendo en el sitio desde hace más de medio siglo.

Advirtió que los delfines que permanecen en aguas que se calientan y son cercanas a poblaciones humanas pueden encontrar cada vez menos alimento y estar más expuestos a biotoxinas, patógenos y contaminantes que pueden afectar su supervivencia y éxito reproductivo. “Necesitamos detectar las señales del cambio climático y priorizar acciones de manejo”.

Dijo que la investigación con este grupo inició en 1970, cuando identificaron una comunidad con cerca de 150 delfines, los cuales han parido al menos cinco generaciones que habitan el área a lo largo del año. La mayoría (96 por ciento) son identificables y se conoce la edad (hasta 60 años), el sexo y el linaje materno de muchos de ellos.

El paraíso antártico de los mamíferos marinos
Contrario a lo que sucede en el norte, el cono sur se perfila más como un paraíso para los mamíferos marinos. Ahí, poblaciones de ballenas, focas, leones marinos y gran parte de 22 especies de mamíferos marinos registrados en aguas antárticas han empezado su recuperación, según refirió el investigador chileno Anelio Aguayo Lobo, del Instituto Antártico Chileno.

Manifestó que la clave ha sido dar prioridad al estudio de los mamíferos marinos y su conservación, como evidencia el crecimiento de las iniciativas: “Los estudios de Chile en mamíferos marinos antárticos se iniciaron en 1965, primero con censos de especies, luego con un campamento transitorio, posteriormente con programas de marcación y estudios poblacionales, cada paso intensificó las acciones. El campamento se transformó en Estación Científica y luego en Área Antártica Especialmente Protegida”.

Desde entonces, las observaciones, estudios, monitoreos y exploraciones han sido permanentes, no sólo de Chile, sino de sus asociados, entre ellos Estados Unidos, Brasil, Ecuador, Colombia, Panamá y Costa Rica.

En México, contrastes
México es un país de contrastes. Mientras aumenta el número de crías de ballena jorobada en el Pacífico –lo que habla de una recuperación de sus poblaciones–, crece la mortalidad por artes de pesca en el mismo litoral.

De acuerdo con Roberto Moncada e Iyari Espinoza, del Instituto Tecnológico de Bahía de Banderas, Nayarit, la abundancia de la ballena jorobada ha presentado una importante recuperación en el Océano Pacífico: “Su densidad aumentó 6.16 por ciento en promedio cada año entre 2001 y 2009, y la densidad de crías 22.69 por ciento en promedio anual en el mismo periodo”.

En contraste, se encuentran mortalidad de grandes ballenas por interacciones con artes de pesca en el mismo litoral, que de acuerdo con Jorge Urbán R. y Lorenzo Rojas-Bracho son una de sus causas de mortalidad por, a su vez, causas antropogénicas más importantes. “Entre 2001 y 2010 se conocen 39 reportes de enmallamientos de ballenas en México, todos en el Pacífico mexicano”.

Aseguraron que en México no existe una red encargada de monitorear e informar sobre estos eventos, por ello propusieron que la Somemma en conjunto con las autoridades correspondientes desarrollen e implementen un programa de monitoreo, entrenamiento y rescate de ballenas enmalladas en México.

Otro rubro que ocupa a los investigadores es el análisis de los riesgos que existen para los mamíferos marinos que llegan a las costas nacionales. Gisela Heckel, del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), reveló que la ballena gris tiende a adaptar su corredor migratorio a la actividad humana, y que las construcciones marinas no representan una potencial amenaza para la especie.

Horacio de la Cueva, después de una investigación realizada por el Colegio de la Frontera Norte y el CICESE, en Baja California Sur, Jalisco y Nayarit, demostró que el mercado mexicano de observación de ballenas puede ayudar no sólo al cuidado de los ecosistemas marinos, sino a regular esta actividad turística mediante la expedición rigurosa de permisos.

Derrame en el Golfo, consecuencias inevitables
El pasado 20 de abril, la explosión y el posterior hundimiento de una plataforma petrolera en el Golfo de México provocó el derrame de, al menos, 33 mil barriles del crudo por día, alcanzando hasta el pasado domingo 11 de julio la cifra de 425 millones de litros de petróleo vertidos en esa región.

Las consecuencias negativas para el ecosistema y los mamíferos marinos serán inevitables, según señalaron los científicos Randall S. Wells y Anelio Aguayo: “Entrarán en contacto con la mancha de petróleo, pues ésta forma una capa en la superficie del mar donde ellos necesitan salir a respirar”. En consecuencia, animales sufrirán inanición y morirán por asfixia.

Wells agregó que los daños en la piel también serán parte de las secuelas inmediatas. Respecto de los efectos posteriores, expresó: “Todavía no se sabe con exactitud qué pasará con su alimentación, pues tendrán que consumir peces que también estarán intoxicados con el petróleo”. Es un hecho que en la región afectada habrá una gran mortalidad de fitoplancton y zooplancton, lo que repercutirá en toda la cadena alimenticia.

¿Quiénes son los mamíferos marinos?

Los mamíferos respiran aire, amamantan sus crías y viven la mayor parte o la totalidad de sus vidas adaptados al mar. Según los científicos, son el resultado de la evolución de diversos grupos de animales terrestres que volvieron al mar hace unos 66 millones de años. Entre ellos se encuentran los sirénidos: focas, lobos marinos, morsas y manatíes; y los cetáceos: ballenas, cachalotes, belugas, narvales, marsopas y delfines.

The Cove, la masacre de delfines en Japón

The Cove es un documental protagonizado por un grupo real de activistas que gracias a un arriesgado trabajo de espionaje reveló la matanza de miles de delfines que se desarrolla por las noches y sin testigos en el pequeño pueblo de Taiji, Japón, y que el gobierno de ese país pretende encubrir. El film, estrenado en enero de 2009, recibió el Oscar como mejor documental en 2010 y cerca de 50 premios internacionales. Hasta ahora, la película ha sido vetada en Japón.