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Año 10 • No. 415 • Octubre 4 de 2010 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Y así pagar nuestra deuda histórica

Debemos abandonar la visión gubernamental sobre el indígena

El INEGI lo califica como indio bilingüe y que no tiene nada que ver con la realidad, consideró el antropólogo Benjamín Maldonado en el foro “México: los Centenarios a debate”

Alma Espinosa

Para pagar nuestra deuda histórica con los pueblos indígenas se debe redefinir al indígena, dejando atrás la noción del INEGI que lo califica como indio bilingüe y que no tiene nada que ver con la realidad, consideró el antropólogo Benjamín Maldonado en el foro “México: los Centenarios a debate”, en el marco de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) de la Universidad Veracruzana (UV).

Al respecto, Natividad Gutiérrez Chong académica de la UNAM e integrante del Sistema Nacional de Investigadores nivel 2, comentó que después del indigenismo viene la posibilidad de que los pueblos indígenas tengan el control de su cultura.

“En México somos bastante ignorantes con respecto a los pueblos originarios. Se trata que éstos retomen su cultura en sus propios términos y para ello necesitan como toda sociedad una estratificación social”, expresó la académica en la mesa “Diversidad y multiculturalismo”.

Ante el público reunido en el auditorio de El Ágora de la Ciudad comentó que las culturas indígenas han estado bastante golpeadas y tratan de sobrevivir en un ambiente hostil y discriminatorio. Frente a eso se necesita que estos pueblos, a través de su propia gente no de antropólogos o lingüistas sociales, sean los que digan cómo hacer las cosas.

En su participación, Antonio Castells i Talents, del Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación de la UV, destacó la gran tradición del discurso del gobierno en lo que se refiere a los indígenas. En su intención de disfrazarlos, a ellos les causa una esquizofrenia porque dicen: “El gobierno me está pegando para que deje de ser, pero también me está diciendo lo mucho que sirve ser indígena”.

El Estado por un lado ataca partes como la religión, la organización social y la lengua que puede traer poder a las comunidades indígenas; sin embargo, valora partes que son folklóricas y que ve como inofensivas e indispensables para la sociedad mexicana. Otras cosas inofensivas son la comida, el vestido y algunas partes de la música que no tienen un contenido muy profundo.