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Año 10 • No. 415 • Octubre 4 de 2010 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Aseguraron investigadores de la UAM

Festejo del centenario en 1910 buscó eclipsar descontento social

Las tarjetas postales emitidas en la época de Porfirio Díaz exaltaban la modernidad del Estado mexicano

Susana Castillo Lagos

El festejo por el centenario de la Independencia de México, que el otrora presidente Porfirio Díaz realizó en 1910, fue “un acto performance del Estado para eclipsar el descontento acumulado y la exclusión, en un gesto propagandístico –hasta entonces– inédito”, expresaron Felipe Victoriano y Alejandra Osorio, autores del libro Postales del Centenario. Imágenes para pensar el Porfiriato, presentado en la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU).



Felipe Victoriano


Alejandra Osorio
El volumen, editado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), contiene decenas de tarjetas postales emitidas durante el régimen de Díaz, quien se mantuvo en la presidencia del país durante 30 años.

Los investigadores parten de la idea de que las imágenes deben ser pensadas como texto, y que con base en ellas se puede realizar un análisis histórico sustancioso.

Explicaron que en el Centenario de la Independencia Nacional, la tarjeta postal tuvo una función fundamental: publicitar el progreso de México. En 1900, explicó Alejandra Osorio, este “primer medio realmente masivo de comunicación” experimentó un boom a nivel internacional, mismo que fue aprovechado por el régimen porfirista.

Así, mundialmente se difundieron imágenes de la vida cotidiana, destacando la modernización de las vías de comunicación, el alumbrado, la pavimentación, así como los medios de transporte –automóviles, y trolebuses.

También había algunas postales que mostraban el control social del régimen, por ejemplo una de la cárcel de Juárez y otra del manicomio de La Castañeda. Las fotografías del México típico formaron parte del catálogo de la época, al igual que las de tipo familiar.

Parte importante de esa producción fueron las imágenes de la celebración del centenario, entre las que estaban las del desfile militar, las del “Grito”, y las de la iluminación del zócalo, hecho que para esos años era “majestuoso” pues no todas las casas contaban con energía eléctrica.

Felipe Victoriano recordó que sólo dos meses después de la pomposa fiesta estalló la Revolución. En su opinión, “los organizadores del centenario lo imaginaron en función de los temores que se proyectan como una catástrofe irreversible. El último acto del régimen de Díaz consiste en producir la última instantánea de esa época, una imagen que resumiera los logros de la modernización y su fuerza racionalizadora, y en cuyo esplendor se invocara la unidad simbólica de un pueblo en paz”.