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Año 10 • No. 416 • Octubre 11 de 2010 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

México, de los que menos invierten en ciencia: Ruy Tamayo

En las últimas décadas del siglo XX y la primera del XXI, no se ha incrementado la inversión en este sector

Reanuda la UV la cátedra en reconocimiento al científico mexicano

David Sandoval

México sigue siendo uno de los países de los cinco continentes donde se invierte menos en desarrollo científico y tecnológico, destacó Ruy Pérez Tamayo, profesor emérito de la UNAM y Medalla al Mérito Universidad Veracruzana (UV) en 2004, al platicar con estudiantes en la Facultad de Biología de esta casa de estudios.

Al abordar la historia de la ciencia en México durante las últimas décadas, comentó: “En toda la segunda mitad del siglo XX nunca se estableció una política nacional de ciencia y tecnología a largo plazo, aunque cada gobierno proclamó sendos programas sexenales de desarrollo de ciencia y tecnología que tampoco se cumplieron”.


Cada uno de los presidentes que se han sucedido desde tales épocas han prometido que al final de su sexenio el presupuesto para ciencia y educación alcanzaría el uno por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que la UNESCO ha recomendado a países en desarrollo invertir cuando menos el 1.5 por ciento del PIB.

“En diferentes sexenios, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) se manejó como un botín político e
incluso tuvo un director general que declaró lo siguiente, lo cito: ‘Yo de eso de la ciencia y la tecnología no sé nada’. Y procedió a demostrarlo convincentemente durante los próximos seis años: se llamaba Edmundo Flores.”

Durante la crisis económica de los años ochenta, el presidente De la Madrid solicitó a la Academia de la Investigación Científica, hoy Academia Mexicana de Ciencias, una propuesta para aliviar la situación de la comunidad científica que se estaba desintegrando por la misma recesión.

La Academia, continuó, presentó un proyecto ante la Secretaría de Educación Pública, posteriormente se aprobó y firmó el decreto mediante el cual se creaba el Sistema Nacional de Investigadores (SNI); en el proyecto original la Academia se había propuesto para manejar el SNI, entre otras cosas, para evitar su burocratización.

Pérez Tamayo precisó también que “el único presidente de México, aparte de Porfirio Díaz, que se interesó en la ciencia y la tecnología y la apoyó en distintas maneras fue Carlos Salinas de Gortari, y yo no soy salinista pero hay que reconocer lo que hicimos”.

Sin embargo, el interés de la iniciativa privada en el desarrollo científico y tecnológico en el país siguió siendo mínimo o prácticamente nulo, “su participación en el gasto en ciencia y tecnología nunca rebasó el cinco y 10 por ciento de sus inversiones y casi todo se canalizó a patrocinar proyectos a corto plazo y en escala menor, sin carácter competitivo”, explicó.

“En México no existe la tradición de establecer fundaciones privadas que tengan entre sus objetivos el apoyo a proyectos científicos, por esta razón el peso casi total del desarrollo de la ciencia recae en el sector público, que tampoco ha considerado, con los hechos, a la ciencia como una prioridad nacional”, concluyó el investigador.