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Año 10 • No. 418 • Octubre 25 de 2010 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

El arte de la laudería en la UV

Sólo unas 15 instituciones del mundo ofrecen acreditación de nivel superior y están en Corea, Suecia, Escocia, Australia, Estados Unidos, Canadá, India o Italia


Marcelo Sánchez Cruz • Fotos: José Manuel Ramírez

La laudería –nombre dado al oficio de la talla de madera para construir instrumentos de cuerda frotada– ha trascendido en el tiempo, más allá de una labor artesanal a un arte de notables criterios de refinamiento y perfección de los productos elaborados.

El trabajo del laudero exige una preparación multidisciplinaria, pues para alcanzar los resultados deseados se debe contar con conocimientos en diferentes áreas científicas como biología, química y matemáticas; en disciplinas artísticas, al requerirse tener nociones de la ejecución de instrumentos, y en las artes plásticas, por la talla de madera, entre otras.
La creación de instrumentos como los violines, violonchelos, contrabajos y guitarras poco ha variado en más de cuatro siglos, muchas de las técnicas empleadas entonces se reproducen en la actualidad para ofrecer la nitidez, fuerza y sonoridad requerida en las piezas elaboradas.

Sin embargo, esta tradición de pasar las mismas técnicas y criterios de trabajo de generación en generación ha limitado las posibilidades de algunos artesanos para desarrollar instrumentos especiales para ejecutantes con necesidades particulares, como niños o adolescentes que no tienen el físico exacto para los instrumentos que se fabrican, existiendo solamente medidas estándares.

Actualmente hay alrededor de 60 escuelas de laudería reconocidas que incluyen nivel técnico o cursos de perfeccionamiento avanzado, pero sólo unas 15 ofrecen acreditación de nivel superior, y estamos hablando de instituciones en Corea, Suecia, Escocia, Australia, Estados Unidos, Canadá, India, hasta la Civica Scuola di Liuteria de Milán y la Scuola Sezione di Liuteria de Cremona, las dos más antiguas e importantes.

La Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana (UV), consciente del gran valor artístico del proceso de la laudería y preocupada por la revitalización y perfeccionamiento de las técnicas empleadas en la elaboración de instrumentos, forma ya parte de este selecto grupo de instituciones de enseñanza al llevar a cabo su primer Diplomado en Laudería, impartido por Nahum Landa, capacitado en la Scuola Sezione di Liuteria de Cremona, Italia.

Iniciado en junio de este año, y planeado para concluir a finales de septiembre, el diplomado permitió que los participantes conocieran los criterios tradicionales en la elaboración de violines y ampliaran sus conocimientos gracias al trabajo de investigación realizado por el maestro Landa.

“El objetivo general del diplomado es que cada uno de los participantes salga con el conocimiento teórico, las capacidades técnicas y las destrezas necesarias para la construcción de un instrumento, además de criterios de proyección que les permitan, a quienes así lo deseen, aplicarlas en la construcción de instrumentos diferentes”, comentó Landa.

La oficialización de un arte
La convicción general es que los primeros violines datan de la década de 1540, construidos por Andrea Amati (1500-1577) en Cremona. Existe documentación de dos violines de tres cuerdas que creó entre 1542 y 1546; el primer violín de cuatro cuerdas está fechado en 1555. Se especula que la familia Medici buscaba un instrumento con la calidad de un laúd, lo que dio nombre al oficio.

El violín de inmediato se hizo popular entre la nobleza, quienes se encargaron de favorecer su construcción a mayor escala. Se tienen registros de que el rey Carlos IX de Francia ordenó a Amati la construcción de toda una orquesta en la segunda mitad del siglo XVI. Actualmente, aún se conservan 14 de esos instrumentos.

Sin embargo, esta popularidad también generó que las investigaciones de proporción matemática –realizadas por Amati para obtener la calidad de sonido esperado– se diluyeran en el tiempo dando paso al plantillismo, o aprendizaje mediante moldes, que es la técnica de enseñanza que prevalece en la actualidad.

En el diplomado que ofrece la UV se retoman los principios matemáticos en la fabricación de violines para establecer un método basado en escalas y proporciones, perfeccionado por Nahum Landa, que facilita la creación de instrumentos de diversos tamaños, sin comprometer la calidad del resultado sonoro.

“Nuestro objetivo es elevar el nivel académico en la construcción de instrumentos, ser una escuela especializada en el perfeccionamiento del trabajo; establecemos los criterios de la proporción áurea manejada por los primeros fabricantes, lo que permite crear instrumentos de diversos tamaños sin comprometer el resultado”, explicó.

De buena madera
Los conocimientos de un maestro laudero no se limitan al proceso para la fabricación de un instrumento; es importante conocer los tipos de madera empleada, pues de la elección correcta depende conseguir un sonido de mejor calidad y se deben considerar criterios como el peso específico y densidad, ya que si es demasiado pesada puede verse muy bien en el instrumento pero no dará la resonancia adecuada, y de ser muy ligera puede vencerse ante la tensión ejercida por las cuerdas del instrumento.

Dos tipos de madera son los más comunes a la hora de fabricar un violín: pícea para la tapa y arce para el fondo y la voluta, o parte superior del brazo; el diapasón es de ébano, madera muy resistente; las clavijas y el cordal se hacen mayormente de ébano o jacaranda ya que desde allí se afina el violín.

El proceso de selección de un árbol para obtener madera de violín es muy específico: De cada 100 árboles cortados probablemente uno tenga las condiciones necesarias para emplearse en laudería. Estos árboles no son tratados con el procesamiento industrial de la madera común, sino que son sometidos al mismo procesamiento artesanal que se ha conocido desde el siglo XVI.

Las mejores maderas para la fabricación de violines provienen de los bosques de Europa Oriental, aunque también se obtienen buenos resultados con maderas producidas en los bosques montañosos del noroeste de Estados Unidos y Canadá, cultivados en altitudes de entre mil 800 y dos mil metros sobre el nivel del mar; la madera de ébano para el diapasón proviene de África, de la palmera datilera.

Estas particularidades hacen que un juego de madera especial para violín, que consta de tres piezas, pueda fluctuar en
el mercado entre los tres mil y los ocho mil pesos, dependiendo si se consigue fresca, en cuyo caso el laudero deberá contar con las condiciones adecuadas para que seque, o ya seca y lista para usarse; en ambos casos, la madera es tratada con químicos especiales que no afecten sus condiciones físicas y que la preserven del ataque de agentes dañinos.

Sobre este aspecto, es de igual importancia el empleo de barnices adecuados para la protección del instrumento terminado. Las mezclas especiales empleadas para la terminación de violines son celosamente guardadas por los más reconocidos fabricantes, pues aseguran añaden características particulares al desempeño sonoro de la madera.
Todos estos criterios han sido impartidos a detalle en el diplomado para que los participantes conozcan tanto los criterios técnicos como las condiciones del material que se necesita.

El arte de hacer una obra de arte
El cuerpo del violín posee una forma abombada, con silueta estilizada determinada por una curvatura superior e inferior con un estrechamiento a la cintura en forma de C; ésta es la figura clásica que admite pequeñas modificaciones dependiendo del criterio del fabricante.

Las tapas del violín se modelan manualmente con formón y cincel, mediante suaves curvas al interior y exterior de la madera para proporcionar la característica de abovedado. Los aros, que van alrededor del violín dando la silueta, son de poca altura y se moldean mediante la exposición al calor, sobre un molde de hierro.

El mástil posee cierto ángulo de inclinación hacia atrás respecto al eje vertical, longitudinal y se remata por un caracol llamado voluta. La estructura interna del violín la constituyen dos elementos fundamentales en la producción sonora del instrumento dados por la barra armónica y el alma; la primera corre a lo largo de la tapa justo debajo de las cuerdas graves; la segunda está ubicada justo debajo del pie derecho del puente donde se ubican las cuerdas agudas.

Todo lo anterior fue el trabajo realizado en cuatro meses por los 21 asistentes al Diplomado en Laudería, aunado a toda la teoría especializada del maestro Landa.

Profesionalizando la enseñaza
El Diplomado en Laudería es el primer paso que da la Facultad de Artes Plásticas de la UV en su intención por profesionalizar la enseñanza del violín, buscando generar un espacio para el desarrollo de este arte y estimular la investigación.

“La mayoría de las escuelas de laudería de la actualidad se encuentran envueltas en un halo de misticismo, preservando la fabricación de instrumentos como un criterio casi sagrado, y eso le hace mucho daño al oficio.

Si abriéramos la puerta a la investigación multidisciplinaria, tendríamos el aporte de especialistas no sólo en acústica, música o botánica, que son algunas de las materias obvias, sino de matemáticos e ingenieros, para perfeccionar el diseño y las proporciones de los instrumentos; de químicos, para la elaboración de barnices y sustancias de preservación, y de físicos, para determinar nuevas cualidades del instrumento, por ejemplo”, expresó Nahum Landa.

Carlos Torralba, director de la Facultad de Artes Plásticas, manifestó que en un futuro próximo la UV planea crear la Licenciatura en Laudería, la cual estará basada en cuatro ejes académicos para la formación de un profesionista integral.

“La intención es que el estudiante adquiera habilidades y destrezas en el arte de la construcción de instrumentos, que sería el eje técnico académico; a nivel musical se le brindaría la formación básica y media en ejecución, para conocer las características de sus piezas; una formación científica aplicada en la construcción de instrumentos que incluya ciencia básica, física acústica y biología, y tecnología de la madera, y las asignaturas del área de formación básica.”