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Testigos
silentes de dramáticas transformaciones climáticas
y ambientales, las cícadas son, ante todo, sobrevivientes
de un mundo que ahora sólo podemos imaginar y, por tanto,
un enigmático ser vivo presente en nuestro hábitat
cuyo estudio tiene un valor incalculable para la ciencia.
Estas
plantas que convivieron con los dinosaurios hace aproximadamente
200 años, durante la era Mesozoica, pueden ser confundidas
por su altitud y apariencia con una palmera y en otra de sus especies
lucir a semejanza de un pequeño helecho, pero a diferencia
de ellos, las cícadas poseen estructuras reproductivas conocidas
como estróbilos o conos, muy parecidos a los que producen
los abetos o los pinos.
Dedicado
al estudio de estas plantas por más de dos décadas,
Santiago Mario Vázquez Torres, del Instituto de Investigaciones
Biológicas de la UV, responde a la pregunta obligada de cómo
y por qué las cícadas han sido capaces de sobrevivir
a través de todos estos años, argumentando que se
trata de plantas muy resistentes, que se sobreponen a bajas y altas
temperaturas y que soportan situaciones extremas de carencia de
agua.
"Incluso
algunos naturalistas aventuran la hipótesis de que, al menos
parcialmente, podrían ser una explicación de la desaparición
de los dinosaurios herbívoros, pues actualmente se sabe que
estas plantas contienen las sustancias carcinogénicas naturales
más potentes que se conocen".
Acertada
o no, esta afirmación sugiere estudios muy oportunos en torno
a la toxicidad de las cícadas, que tienen en una especie
de mariposas y en otra de escarabajos muy primitivos a sus principales
depredadores. Cómo procesan estos organismos las sustancias
tóxicas de estas plantas podría ser, en opinión
de Mario Vázquez, una línea de investigación
de gran interés para la farmacología, la bioquímica
y otras disciplinas médicas relacionadas con el combate al
cáncer.
Actualmente
se conocen 200 especies de cícadas en todo el mundo, aunque
no se puede asegurar que sean todas las que existan. De ellas, alrededor
de 50 se encuentran en México, lo que sitúa a nuestro
país en el segundo lugar en diversidad de especies, luego
de Australia.
Tan
solo en el estado de Veracruz existen 15 especies diferentes, entre
las que destaca la Zamia fufuracea, una especie endémica
que gracias al trabajo de propagación desarrollado en distintas
comunidades rurales, a iniciativa de Mario Vázquez, ya no
se encuentra en peligro de extinción.
El
investigador explica que al percatarse de que varias especies de
cícadas, natural o artificialmente, se encuentran en franco
peligro de extinción, decidieron propagarlas en condiciones
rústicas, no sólo para su conservación sino
también para su posible comercialización. "Primero
tratamos de convencer a un grupo de campesinos de la Cuenca Baja
del Papaloapan para que fueran nuestros aliados en esta aventura,
porque nadie lo había hecho antes. Finalmente conseguimos,
con ayuda de ellos, sembrar mil plantas de Zamia furfuracea y luego
de ocho largos meses todavía no había resultados;
cuando estábamos a punto de darnos por vencidos, al noveno
mes, germinaron todas y a los dos años eran plantas totalmente
atractivas para su comercialización".
El
rápido desarrollo de esta especie, añade el académico,
parece ser una excepción entre todas las cícadas conocidas,
pues en la mayor parte de los casos hay que esperar muchos años
para ver el crecimiento de una de estas plantas. "Hay especies
que para que produzcan por primera vez sus estructuras reproductoras
pueden pasar quizá cien años. Parecen no tener ninguna
prisa, viven despacio y muchísimo tiempo, a algunos individuos
se les ha calculado más de tres mil años de edad".
Dado
el éxito que obtuvo la siembra por semillas de la Zamia furfuracea
se organizaron otros grupos de campesinos -ya sea invitados por
el investigador y su equipo de trabajo o a iniciativa de ellos mismos-
en Nueva Victoria, Toro Prieto, Playa Hermosa y Roca Partida, entre
otras comunidades, de manera que en la actualidad existe alrededor
de medio millón de plantas de esta especie.
"También
debemos reconocer que desafortunadamente no hemos podido encontrar
el mecanismo más adecuado que permita comercializar esa producción,
para cerrar el círculo completo de la investigación
básica aplicada y el aprovechamiento de este recurso, pero
estamos trabajando muy duro en eso".
Por
su belleza y singularidad, la comercialización de las cícadas
es un asunto sencillo, sin embargo, debido a que durante años
ha existido el mercado negro en todo el mundo, la compra-venta se
vuelve un proceso difícil.
Mientras
en centros comerciales exclusivos en nuestro país una planta
de este tipo se vende hasta en tres mil pesos, según nos
refiere Mario Vázquez, los campesinos reciben apenas diez
pesos por extraerlas de su medio natural y entregarlas a un intermediario.
En el extranjero, ni qué decir: tan sólo en la década
de los ochenta, las cifras de saqueo de la especie Veracruzana Zamia
furfuracea alcanzaba el orden de 40 toneladas al mes para satisfacer
la demanda de la jardinería en Estados Unidos.
"Muy
a menudo se ven vendedores ambulantes ofreciendo las puntas de los
tallos con su penacho de hojas, pero estas puntas raramente enraízan
y son un engaño al comprador". La consecuencia de esta
actividad de decapitación sobre las poblaciones naturales
es la baja o nula producción de semillas, lo cual trae consecuencias
graves para su sobrevivencia.
Respaldo
invaluable
El
trabajo de investigación sobre la biología de
las cícadas que Mario Vázquez realiza, siempre
ha contado con importantes apoyos externos, como los proporcionados
por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y por
la GZT, una asociación alemana que desde hace más
de una década demuestra su confianza en el proyecto
de preservación y propagación de este grupo
de plantas aportando recursos para su continuación.
Recientemente, la GZT seleccionó este proyecto entre
más de 500 trabajos de todo el mundo, para que fuera
expuesto, junto con otros 21 trabajos, en un foro mundial
celebrado en Bonn, Alemania, cuyo propósito es promover
trabajos exitosos de desarrollo sustentable.
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Una distinción sin precedentes...
Hace
más de dos décadas que Santiago Mario Vázquez
Torres mantiene un fuerte vínculo académico,
centrado en el estudio de las cícadas, con la Universidad
Federico II de Nápoles, institución que después
de hacer una minuciosa revisión de la trayectoria curricular
del investigador, le otorgó el grado de doctor Honoris
Causa en una sesión solemne en la que estuvieron presentes
el Senado Académico y el rector Guido Trombetti.
Con esta distinción, la más alta que confiere
una universidad, Mario Vázquez se convierte en el primer
académico de nuestra casa de estudios que recibe un
reconocimiento de este tipo de una institución extranjera.
Por añadidura, la napolitana es una de las universidades
más antiguas y prestigiadas de Europa; en sus 400 años
de vida, sólo ha otorgado tres doctorados Honoris Causa,
contando el que recibió nuestro investigador.
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