Dirección de Comunicación
Universitaria
Departamento de Prensa
Año 10 • No. 429 • Febrero 8 de 2011 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

“En junio pasado (de 2010), Alan Rusbridger, editor de The Guardian, me llamó por teléfono y preguntó, misteriosamente, si podía arreglar una comunicación segura. No realmente, confesé. The Times no tiene líneas telefónicas encriptadas o un cono de silencio. Bien, entonces podemos hablar con circunspección. De manera enredada dejó caer una proposición inusual: una organización llamada Wikileaks, un grupo secreto de vengadores antisecrecía, se había hecho de una sustancial suma de comunicaciones clasificadas del gobierno de Estados Unidos.
“El líder de Wikileaks, Julian Assange, un excéntrico ex hacker australiano de nacimiento y sin residencia fija, había ofrecido a The Guardian medio millón de despachos militares desde los campos de batalla de Irak y Afganistán. Podrían ser más, incluyendo un inmenso paquete de cables diplomáticos confidenciales. The Guardian habría sugerido –para incrementar el impacto y al mismo tiempo para compartir la labor de manejar tal paquete– que The New York Times fuera invitado a compartir el exclusivo botín. La fuente había aceptado. ¿Estaba interesado?
“Lo estaba.
“(…)
“Para el fin del año, la historia de esta violación de la seguridad había dejado atrás a la historia del contenido de estos documentos secretos y generado la especulación de que algo –el periodismo, la diplomacia, la vida tal como la conocemos– ha sido profundamente cambiado para siempre.”

Juan Carlos Plata

Con estas líneas abre el texto Dealing with Assange and the secrets he spilled, publicado en el sitio de Internet del The New York Times el 26 de enero –y que es el artículo de portada de The New York Times Magazine, fechada el 30 de enero– y firmado por Bill Keller, editor ejecutivo del diario.

A estas fechas es prácticamente imposible que un ser humano no sepa qué es Wikileaks y que no haya escuchado, leído o visto noticias relacionadas con la filtración y publicación de cerca de un millón de documentos secretos del gobierno de Estados Unidos que involucraban a casi todo aquel país que tenga algún tipo de relación con la superpotencia.

Académicos e investigadores de la Universidad Veracruzana (UV) analizan, más allá del espectáculo mediático, las consecuencias, la trascendencia y las implicaciones del sitio creado por Julian Assange y su labor.

Para el académico, periodista y actual secretario académico de la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI), Arturo García Niño, “se ha perdido mucho el análisis en la pirotecnia mediática y no se ha visto que en el fondo esto no genera cambios sustanciales ni en el ámbito de la transparencia, ni en el acceso público a la información, ni en la generación y difusión de la información a través de los medios. Si acaso, el único valor que se le puede adjudicar al escándalo es que, en este caso particular, en lugar de que se enteraran 50 se alcanzó a 50 millones de personas. Nada más”.

De acuerdo con Antoni Castells i Talens, investigador del Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación (CECC) de la UV, el escándalo de Wikileaks sí representa un antes y un después pero sólo por su impacto global. “A las filtraciones de material confidencial estamos acostumbrados incluso en México –de vez en cuando salen videos o conversaciones telefónicas de políticos–; a lo que no estábamos acostumbrados a que una sola filtración fuera de ese tamaño y que afectara a muchos países del mundo y a buena parte del cuerpo diplomático Estados Unidos”.

Celia del Palacio Montiel, directora del CECC, aseguró que Wikileaks “sí es un parteaguas muy importante y que a partir de su existencia se contarán las cosas de una manera diferente. No creo que haya algo ni remotamente parecido a esto, en cuestión de medios, ni en cuestión de difusión de información. Además, Internet no había llegado a su máximo potencial sino hasta ahora. Y sobre todo, nos ha enseñado el potencial que tiene la red para fines políticos y sociales”.

¿Una nueva manera de informar?
Del Palacio Montiel sostuvo que el escándalo Wikileaks puede modificar muy seriamente la manera de informar de los periódicos tradicionales, “prácticamente obligarlos o impulsarlos a mejorar sus procesos de investigación y de seguimiento de la información. Labores que eran parte fundamental del periodismo pero que se han perdido en el trascurso de los años”.

Y explicó que Wikileaks no sale de la nada, sino que es producto de una dinámica que busca la eliminación de las fronteras para la información que en Internet se ha generado desde hace tiempo.

Por su parte, Castells i Talens opinó que la repercusión en los medios de comunicación no será mayor. “Lo que puede pasar es que aparezcan más Wikileaks. Un Wikileaks mexicano, por ejemplo, en el que se pueda dar a conocer videos, grabaciones o documentos que en vez de llevarse a un medio específico, se publiquen en un sitio que lo haga accesible a quien quiera. Esto supondría un cambio”.

El investigador del CECC dijo además que es muy probable que los periódicos sigan operando de la misma manera que lo han hecho hasta ahora, beneficiándose de las filtraciones hechas por intereses políticos.

Sobre ese particular, García Niño dijo que más allá de la “alharaca y el escándalo, no creo que cambie paradigmáticamente la manera de conducirse de los medios. Los documentos que llegan a manos de Assange son generados desde dentro de los organismos de seguridad estadounidenses, exactamente igual que como sucedió con el caso Watergate –escándalo en el que se comprobó que el comité de reelección de Richard Nixon espiaba a sus contrapartes demócratas y que obligó a Nixon a renunciar a la presidencia de Estados Unidos y que fue publicado por Bob Woodward y Carl Berstein en el Washington Post con ayuda del hoy casi mítico informante Garganta profunda–. No hay diferencia alguna en la forma de adquirir y manejar la información”.

Transparencia: ¿para atrás o para adelante?
Para la directora del CECC, en lo que respecta a lo que le significará este escándalo a los procesos de transparencia, hay dos escenarios posibles: el optimista, “en el que se contempla la posibilidad de
–como dijo Umberto Eco– que se dé un fenómeno de Big Brother a la inversa, en el que los ciudadanos observan permanentemente al poder; y otro, más oscuro, en el que se podría intentar la censura en Internet, que al parecer no es posible, pero que se podría intentar por diferentes medios”.

Para Castells i Talens, más allá de Wikileaks, la tendencia global es hacia una menor transparencia. “En Estados Unidos y en casi todo el mundo, la idea general es generar mecanismos que restrinjan el acceso a la información. Creo que no habrá cambios sustanciales pero sí es probable que se use el caso Wikileaks como excusa para hacer cada vez menos probable la diseminación de información por medios legítimos”.


Arturo García

Celia del Palacio

Antoni Castells

Además, el investigador llamó la atención, para el caso particular de México, sobre la utilidad de que exista mayor información disponible para los ciudadanos en un país en el que reina la impunidad, en el que el sistema no opera de forma democrática y con un estado de derecho sumamente débil.

García Niño se declaró optimista en cuanto a que esto pueda incidir positivamente en la generación de nuevas políticas de transparencia. “En Estados Unidos la ley dice que después de determinado tiempo los documentos secretos del gobierno deben ser puestos a disposición de quien lo requiera, el escándalo Wikileaks puede propiciar que se acorte el tiempo en el cual estos documentos se puedan consultar. Quiero creer que esto obligará a los estados a actuar de otra manera y ayudar a que se ponga a disposición de los ciudadanos, con mayor celeridad, su información. Pero también es posible que se pongan más candados a la información”.

Información confidencial
Para el secretario académico de la UVI, resulta encantador que se balconee a un conjunto de funcionarios a nivel mundial y que ellos no tengan nada que decir, “pero si se revisan los archivos de la prensa nacional e internacional, nos daremos cuenta que mucha de esa información se ha manejado en diferentes momentos. La diferencia es que ahora tenemos el documento que lo avala. Los historiadores cuentan hoy con un conjunto de documentos para reconstruir la historia del espionaje de Estados Unidos en los últimos tiempos”.

Además, puntualizó que podemos tener la plena seguridad que las prácticas del gobierno, en primera instancia el estadounidense, seguirán siendo las mismas en cuanto al manejo y resguardo de información privilegiada porque es cuestión de seguridad nacional y como ciudadanos tenemos que reconocer eso. No pasará que los gobiernos enseñen las tripas”, sostuvo García Niño.

Pero Castells i Tallens va más allá: “Es obvio que los gobiernos necesitan tener información confidencial para su propio funcionamiento, pero muchas veces en ese paquete de información confidencial incluyen cosas que han hecho mal, errores, ejemplos de su ineficacia o corrupción”.

Aseguró también que lo que sí ha cambiando mucho es la privacidad y lo que es secreto. “Antes una conversación entre dos personas era muy difícil que saliera a la luz, ahora esta conversación es muy probable que sea a través del teléfono celular o por Internet y a estas alturas hay que aceptar que cualquier conversación que se lleve a cabo mediante un sistema electrónico ya no es privada. Se puede guardar mejor o peor, pero ya no es privada y tarde o temprano es probable que se dé a conocer”.