Dirección de Comunicación
Universitaria
Departamento de Prensa
Año 10 • No. 446 • Junio 13 de 2011 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

La libertad de expresión
no se celebra, se garantiza: periodistas

Los medios son más útiles para la sociedad cuando el periodismo
se ejerce con independencia de criterio: Carlos Resa

En México se ejerce un periodismo especulativo, de ocurrencias,
mas no demostrativo: Arturo García Niño

Es grave el sistema de complicidades que de manera discrecional
aplica el Estado con los comunicadores: Raciel Martínez

Medios electrónicos e impresos le indican al público a quién deben
odiar: al SME, a Gómez Urrutia y López Obrador: Jaime Avilés

Susana Castillo Lagos

El pasado 7 de junio, Día de la Libertad de Expresión, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) informó algo que para los periodistas ya no es noticia: México es el país más peligroso de América Latina para ejercer este oficio.
Frank La Rue, designado desde 2008 por la ONU como relator especial para la Promoción y Protección del Derecho a la Libertad de Opinión y de Expresión, declaró que del año 2000 al 2010 han muerto al menos 66 reporteros y otros 12 se encuentran desaparecidos.

Según la organización internacional Reporteros Sin Fronteras (RSF), del 2000 a la fecha en México han muerto 73, ocho de ellos, asegura, son originarios de Veracruz. Pero desde 2005 el país ya era señalado internacionalmente como una de las naciones latinoamericanas donde había más periodistas asesinados.

En esa época, a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) le preocupaba que de 2004 al año citado hubieran matado a ocho y desaparecido a uno. Pasó poco más de un lustro y asesinaron a otros 65. En 11 años, son ya 73 los periodistas muertos. En promedio, casi siete vidas por año transcurrido.

En un comunicado, RSF indicó que más de la mitad de los comunicadores ejecutados “investigaban asuntos relacionados con el narcotráfico y que no se ha arrestado ni juzgado a ninguno de los autores intelectuales de esos crímenes”.

La misma organización plantea que el fortalecimiento del combate al crimen organizado (que inició en 2006) y la violencia derivada de éste, han vuelto más vulnerables a los medios de comunicación ya que son presionados “para publicar o no cierta información”.

El efecto que ello ha tenido es reflejado en una investigación de Article 19 –agrupación que forma parte de una campaña global por la libertad de expresión– y del Centro Nacional de Comunicación Social, según la cual en el primer trimestre de 2009 casi el 65.2 por ciento de las agresiones contra los periodistas provinieron de las autoridades, el 8.7 por ciento del crimen organizado y un porcentaje similar de los partidos políticos.

Por ello, no es extraño que el miércoles 8 de junio, desde Miami, la SIP exclamara: “Es urgente frenar el alto grado de impunidad que prevalece en el país y que deteriora los principios de libertad de prensa y de expresión”.
Así, de un lado de la balanza se encuentra “el mejor oficio del mundo”. Del otro, asesinatos, desapariciones, amenazas, hostigamiento y falta de garantías.

¿Qué celebrar?
“La libertad de expresión no se celebra, se garantiza”, expresó Carlos Resa Nestares, integrante del Consejo de Administración de Radio Televisión Española (RTVE).

“Como actor extranjero, aunque viví cuatro años en México, que el gobierno celebre la libertad de expresión me parece curioso. El gobierno no debe celebrarla sino garantizarla.”

El especialista en televisión planteó que los medios de comunicación tienen una función importante de cohesión social “que debe ejercerse con responsabilidad” y que la información que proporcionan debe caracterizarse por ser certera, plural y objetiva.

Los medios privados, dijo, tienen por objetivo ganar dinero “y a veces la disyuntiva entre responsabilidad y ganar dinero puede ser muy grande”.

Su visión al respecto, “que es la de cualquiera que pertenezca al servicio público audiovisual en Europa”, es que “deben existir una televisión y una radio públicas que consigan anclar al sector privado”.

Ello porque “actúas como una especie de referencia para los medios privados a la hora de conformar los contenidos y la programación. En ese sentido pienso que son muy útiles al conjunto de la sociedad”.

Carlos Resa señaló que “este aspecto sólo puede darse cuando se garantiza a la radio y a la televisión pública una independencia de criterio tanto a la hora de programar como a la hora del manejo de la información”.



Carlos Resa Nestares

Complicidad vs. transparencia
Raciel Martínez, investigador en medios de comunicación y académico de la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI), opinó que el Estado no debería celebrar la libertad de expresión.

En México “somos proclives al rito, al mito y al mitote. En todo caso se tendría que garantizar las condiciones adecuadas para el pleno ejercicio de tal la libertad”.

Aunque no le da tanto peso a la celebración y ésta no es algo que le irrite, “lo grave es el sistema de complicidades que de manera discrecional aplica el Estado con los comunicadores. Eso sí bloquea de forma grave el ejercicio de la libertad de expresión”.

Desde su perspectiva, la relación entre medios y el Estado tendría que transparentarse para, de esa manera, propiciar un sano ambiente de libertades.

Respecto a aquellos medios que manejan la información en apego a interes comerciales o compromisos políticos, dijo que “la información como mercancía no necesariamente impide la libertad de expresión. Lo que hace la información como mercancía es vulgarizar el proceso informativo”.

En aras de ganar la noticia, agregó, los medios han faltado a su ética y en por ello que se puede decir que “la libertad de expresión sí es afectada ya que en la medida que los intereses empresariales y los acuerdos prevalecen, se ocultan distintas dimensiones de los problemas”.

Frente a los monopolios informativos, expresó, algunos comunicadores se ciñen a esos intereses. Empero, las nuevas tecnologías generan la apertura de nuevos espacios y de otras opciones para informar.

Mercancía y monopolios
La libertad de expresión ha quedado supeditada a la libertad de empresa, ya que la mayoría de los dueños de medios de comunicación, electrónicos e impresos, sobre todo, son empresarios, no periodistas. Por ello, toda la “información-mercancía” que le ofrecen al público siempre está en función de su relación con el poder, con el gobierno y con los poderes fácticos.

Tal es la opinión del periodista y articulista de La Jornada Jaime Avilés, para quien dichas condiciones han homogeneizado la información “en el sentido de que prácticamente, con una que otra excepción, todos los medios dicen lo mismo y dan el mismo enfoque a los asuntos principales de la política nacional o en las cuestiones regionales cuando se trata de los estados”.

En ese contexto, comentó, la libertad de expresión se vuelve muy relativa, “sin olvidar que definitivamente en la televisión no existe, no hay más que el punto de vista de quienes pertenecen al grupo dominante del país”. En cambio, “en la radio hay alguna que otra voz que puede ser discrepante, como la de Carmen Aristegui o la de Miguel Ángel Granados Chapa”.

Avilés sostuvo que en la prensa escrita se puede decir cualquier cosa “porque la inmensa mayoría de la población no lee, entonces no hay tanto control”. Después replanteó su dicho al expresar que hay un grupo significativo de periódicos donde también –como en la televisión– se da el punto de vista del grupo dominante.

“Todos coinciden en indicarle al público a quién deben odiar; los casos más concretos son al Sindicato Mexicano de Electricistas, al líder de los mineros (Napoleón Gómez Urrutia) y a (Andrés Manuel) López Obrador. Antes era a (Cuauhtémoc) Cárdenas y a los zapatistas.”

Sobre el tema de los monopolios, Carlos Resa sostuvo que el presupuesto de los medios públicos no es pagado por el gobierno, sino por la gente y por ello deben generarse contenidos que reflejen lo que a la sociedad en general le interesa.



Arturo García Niño



Raciel Martínez



Jaime Avilés

Expuso que a veces se malinterpreta la libertad de expresión, se piensa que criticar al gobierno es ejercerla, pero no, “la libertad debe contribuir a la objetividad y ésta, que es muy difícil de alcanzar, tiene más probabilidades de concretarse cuando se le da espacio a una pluralidad de voces”.

Lo mismo sucede con los monopolios. En México, destacó, “Televisa y Televisión Azteca encabezan prácticas restrictivas de la libre competencia, lo cual va en detrimento de la libertad de expresión”.

Corruptores y corrompidos
En opinión del periodista y ex director de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana (UV), Arturo García Niño, el gobierno celebra la libertad de expresión en un afán de acercarse a los reporteros y periodistas.

“México es un país celebratorio, se ritualiza todo aquello que tiene que ver con lo que pudiéramos considerar lugares comunes y para mí la libertad de expresión debería ser un lugar común en la vida de los mexicanos.”

Los eventos donde convergen autoridades y representantes de medios de comunicación, en donde los últimos son convalidados y reciben regalos, son “una suerte de chayote disfrazado del cual todos participan. Me parece que termina siendo un acto hasta cierto punto de mal gusto, en todos los sentidos”.

Para García Niño, “en este país la libertad de expresión no debe celebrarse sino ejercerse cotidianamente”. Agregó que en México muchos de los medios de comunicación masiva han crecido al amparo del poder, pues a ambos les conviene la posibilidad de manejar información privilegiada y “esto no quiere decir que la relación sea perversa per se, pero se puede pervertir”.

El actual Secretario Académico de la UVI destacó que hay una tradición en el país de manejar fuentes privilegiadas o confiables, lo cual ha propiciado un periodismo especulativo, que muy pocas veces demuestra. Ésta, dijo, es una autocrítica al ejercicio de este oficio, pues “si nosotros manejamos ese tipo de periodismo cedemos el terreno a la negociación con el poder”.

Añadió que “así como los periodistas deben tener relación con los grupos de poder, en el sentido del intercambio de la información, también con la llamada sociedad ampliada”, para garantizar la pluralidad.

García Niño mencionó que en el panorama nacional hay casos excepcionales de periodismo de investigación, de ése que sí demuestra, “y yo creo en este tipo de periodismo”.

En contraste, “si uno se tira un clavado al periodismo que se hace en provincia encuentra muy poco talento y muy poco oficio y mucha especulación. Encuentra una crítica al gobierno por cualquier cosa y lo que se presenta es totalmente desaseado, atropella la sintaxis, la ortografía, no es un periodismo de ideas sino de ocurrencias”.

Enseguida, citó a uno de sus autores más queridos: “Leonardo Sciascia decía que el corrompido no puede destruir el edificio del corruptor porque se le cae encima y lo aplasta”.