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Año 10 • No. 448 • Agosto 8 de 2011 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Éxito rotundo del Ballet Folklórico en Bellas Artes

El mano a mano con la Universidad de Colima fue lleno total
en el máximo recinto de las artes escénicas de México

La función fue un emotivo homenaje a la trayectoria de
Rafael Zamarripa, director del Ballet de la Universidad de Colima

Marcelo Sánchez Cruz

La memorable audición que el Ballet Folklórico de la Universidad Veracruzana (UV) ofreció la noche del sábado 9 de julio en un programa mano a mano con su símil de la Universidad de Colima en el Palacio de Bellas Artes, el máximo recinto de las artes escénicas en México, inscribió una página dorada en el trabajo de difusión de las artes realizado por la máxima casa de estudios de Veracruz.

Esta presentación fue significativa por varios motivos; el primero, combinar a dos de las principales agrupaciones representantes del folklor mexicano por más de 40 años; además, se rindió un merecido homenaje al maestro Rafael Zamarripa en reconocimiento a su trayectoria artística de más de 40 años promoviendo la danza folklórica.

La gestación de este intercambio de miradas en el manejo del folklor se dio en 2009, cuando la Coordinación Nacional de Danza del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) invitó a los directores de ambos ballets a una presentación para celebrar sus trayectorias en septiembre de 2010 en el Teatro Julio Castillo; sin embargo, el fallecimiento del maestro Miguel Vélez Arceo, director fundador del Ballet de la UV, en junio de ese año, motivó que se dedicara el festival a su memoria.

Así, se encontraron, por una parte, el Ballet Folklórico de la UV, que preserva el objetivo planteado por su creador, Miguel Vélez Arceo, de un trabajo de profunda labor de investigación antropológica-etnocoreográfica sobre las tradiciones populares y las danzas relacionadas con ellas, para representarlas lo más fielmente posible.

Por la otra, el Ballet de la Universidad de Colima, dirigido por Rafael Zamarripa, que aprovecha investigaciones igual de detalladas y precisas para sintetizar las tradiciones populares en cuadros coreográficos que, manteniendo el respeto a los pasos tradicionales de las danzas folklóricas, emplean mayores recursos escénicos en aras de un espectáculo de sólidos resultados.

El evento dio inicio con una breve ceremonia donde Carmen Bojórquez, coordinadora nacional de Danza, en representación de Teresa Vicencio, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), reconoció las significativas aportaciones que el maestro Rafael Zamarripa ha hecho a la difusión de la danza folklórica a nivel nacional e internacional. De igual manera, el maestro Ángel Ciro Silvestre García hizo llegar un reconocimiento al maestro Zamarripa.

Al agradecer el reconocimiento, notoriamente emocionado pero sin perder la humildad y el buen humor que le caracteriza, Zamarripa expresó su satisfacción por la función, señalando que incluso hubo reventa de boletos, lo que era un presagio del éxito del espectáculo.

Así dio inicio la función: el majestuoso telón de cristal con la imagen de los volcanes Popocatepetl e Iztaccihuatl realizado en 1909 por la casa Tiffany’s de Nueva York por orden del arquitecto italiano Adamo Boari, se levantó para dar paso al Ballet Folklórico de la Universidad Veracruzana.

Con las notas del violín huasteco del Tlen Huicani, las voces de los cantores entonaron Nimbe, el himno Totonaco, para armonizar la estampa de Boda en el Totonacapan; inmediatamente después, la Feria de Corpus en Papantla, con una Ofrenda presentada al ritmo de la flauta y el tambor y la Danza de Moros y Cristianos; la solemnidad en los rostros de los bailarines, la emotividad y precisión en sus movimientos capturaron al público que se volcó en aplausos al aparecer, al final del cuadro, la cruz de los Huahuas girando en honor a los cuatro puntos cardinales.

Los rostros serenos y solemnes de los bailarines cambiaron por la pícara sonrisa de la zona norte del estado cuando los sones huastecos inundaron la sala, el Tlen Huicani huasteco ahora hacía sonar el violín y la jarana al compás de La Presumida y El Caimán, en cuyos puentes musicales el maestro Antonio Hernández Meza improvisó un par de décimas en honor a Rafael Zamarripa, detonando nuevamente el aplauso de la audiencia.

De repente, el retumbar de una batería y un solo de saxo trasladaron a la audiencia al Veracruz de Agustín Lara para una noche al compás de Su majestad el danzón. La oscuridad del escenario se vio interrumpida por una luz cenital que iluminaba un solitario farol bajo el cual apareció una bailarina de largo cabello rizado con un entallado vestido de noche, a la cual se le unió el maestro Honorio Castro, responsable de la enseñanza de Danzón en el Ballet, para interpretar en un solo el arreglo de la Serenata de Schubert y dar paso a Nereidas, interpretado por cuatro parejas ataviadas a la usanza del Veracruz de gala de los años cuarenta, a quienes relevaron seis parejas más, provocando nuevamente el aplauso del público con las sensuales y dinámicas ejecuciones propias del rey de los bailes.

Se acerca el cierre del primer acto, los Sones de Tlacotalpan hacen su entrada con el arpa y la jarana de la mano del grupo Tlen Huicani, ahora liderados por su titular el maestro Alberto de la Rosa, quien tomando el centro del escenario del teatro de Bellas Artes improvisó algunas coplas llenas de admiración y afecto para el homenajeado de la noche, así como para el público asistente a esa memorable función.

Se apagan las luces y las integrantes del ballet toman el escenario equilibrando una veladora encendida en la cabeza para bailar La Bruja; la precisión de sus movimientos, su coordinación al unísono y la bella estampa que presentan, detona nuevamente el aplauso generoso del público asistente.

Los ánimos de la audiencia estaban más que gratamente exaltados cuando al escuchar los primeros acordes de La Bamba el aplauso volvió a surgir de manera espontanea. Los intérpretes respondieron con una interpretación técnicamente impecable, cargada de una gran dosis de emoción y cadencia.

La participación del Ballet Folklórico de la UV cerró con El Zapateado, pieza donde se hace gala de la maestría y virtuosismo alcanzado por los bailarines, al ser ellos mismos parte principal del acompañamiento musical y donde cada pisada debe ser precisa; el energético entusiasmo que se sentía en el escenario se transmitía directamente a la audiencia, que despidió a los integrantes del Ballet en una ovación de pie.

Tras el intermedio, la compañía del Ballet de Colima ejecutó Perro de Fuego, Los Chinacos, Jaraberos de Nochistlán y Jalisco.

Para el cierre de la noche, las compañías aún tenían reservada una gran sorpresa: cuando los amplios vuelos de las faldas de la estampa jalisciense del Ballet de Colima revoloteaban en un oleaje multicolor en el Jarabe Tapatío, el escenario se vistió de blanco con los bailarines de la UV ataviados en sus trajes de jarochos, sumándose al interpretar el Son de la Negra, los hombres de Veracruz con las mujeres de Colima y viceversa en una fiesta de hermandad y alegría.

La ovación para las dos compañías llegó a ser prácticamente un estruendo cuando los directores de ambos ballets se reunieron en el centro del escenario y se abrazaron orgullosos, en una muestra de lo que la combinación de talento y amor al arte y al folklor de nuestro país puede lograr.