Ante la pregunta, ¿los homosexuales nacen o se hacen?
El aprendizaje es fundamental
para definir la preferencia sexual
Es un tema muy controversial y debe trabajarse con mucha precaución, sobre todo al exponerse ante la sociedad: Genaro Coria
Investigadores del Programa de Neurobiología presentarán sus resultados en publicación internacional
David Sandoval |
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La información que se tiene para saber cuándo y cómo se forman las preferencias sexuales, homosexual o heterosexual, es que existen las bases innatas; es decir, nace un individuo, el cerebro se organiza desde los genes y ahí ya tienes un cerebro que puede ser masculino o femenino, ahí empieza un camino. No obstante, una pregunta que ha estado presente es sobre el aprendizaje, ¿qué tiene que ver éste elemento en la determinación sexual? A esta tarea están dedicados los investigadores Genaro Coria Ávila, Jorge Manzo Denes y Luis I. García Hernández, junto con los estudiantes Rodrigo Triana, Félix Montero y Tamara Cibrián del Programa de Neurobiología de la Universidad Veracruzana (UV).
Lo que descubrimos con este trabajo y logramos demostrar en ratas, como modelo para el estudio del comportamiento, que el aprendizaje juega un papel crucial para que un individuo forme su preferencia de pareja”, explicaron los investigadores.
“En el laboratorio trabajamos con ratas, como un animal que tiene muchas similitudes con los seres humanos; entender sus cerebros y cómo forman sus preferencias nos puede ayudar a entender cómo son otros animales y los seres humanos”.
Las emociones liberan dopamina
Mediante el experimento, ratas que eran heterosexuales cambiaron a homosexuales, al manipular un neurotransmisor llamado dopamina, “nosotros tomamos el receptor tipo D2 porque es un neurotransmisor muy involucrado en la motivación”; por ejemplo, “cada vez que un muchacho se emociona al ver una muchacha, estos receptores se están activando con la liberación de dopamina, son los que nos producen la motivación sexual, la capacidad de predecir recompensa, la capacidad de emocionarnos y la capacidad de memorizar que algo importante va a suceder”.
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Neurobiología es la rama del conocimiento que se encarga de estudiar al cerebro y a todo el sistema nervioso en general, integrando diversas disciplinas que abarcan desde la biología molecular hasta la conducta animal y humana, pasando por tecnologías modernas como la informática y las neurociencias computacionales, y utilizando modelos que van desde insectos hasta humanos.
Tomado de la revista electrónica e-Neurobiología. |
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Partiendo del condicionamiento pavloviano, respecto a los descubrimientos del científico ruso Iván Pavlov (1849-1936) en el siglo pasado, Coria detalló: “Cuando manipulamos este neurotransmisor con una inyección de una sustancia que llamamos agonista y activa los receptores tipo D2, su motivación y su capacidad de retención incrementaba, así como su capacidad de ver estímulos sexuales; lo expusimos a tener frente a él a otro macho y después nos resultó interesante que cuando se le daba oportunidad de elegir entre un macho y una hembra receptiva y con la que puede tener sexo, como el macho es con el cual había convivido durante ese periodo de gran motivación, finalmente se iba con éste y pasaba mucho tiempo con él”. |
Encontraron que en un primer nivel se desarrollaba una preferencia social: le gustaba estar con el otro macho, pasar el tiempo juntos. “Lo interesante es que cuando el otro macho era experto sexual y habían convivido en la misma caja, el otro macho influía en que la preferencia social se convirtiera en sexual”, detalló.
De la preferencia social a la sexual
Tal descubrimiento nos permite plantear una analogía, explicó, “tú puedes formar una preferencia social con alguien, porque tu sistema dopaminérgico estaba activado y aprendes a preferirlo por tu motivación, si el otro es igual de inexperto que tú; pero si el otro es un experto sexual, lo más probable es que en esta interacción se forme una preferencia homosexual”.
Los hallazgos en ratas nos dicen que pueden aprender una experiencia homosexual sin importar que haya una hembra receptiva, “ellos preferirán al macho y si es experto montaban más entre ellos, tenían más erecciones, todo en conjunto indicaba una preferencia homosexual”.
Cabe precisar que así ocurre con ratas macho, agregó, porque con ratas hembra sucede de forma diferente, “hicimos experimentos tratando de inducir homosexualidad entre dos hembras pero no lo logramos con este modelo; ello sugiere que la homosexualidad entre dos mujeres y dos hombres lleva dos rutas neurológicas distintas”.
“Todos hemos escuchado ejemplos de personas que han sido heterosexuales y de repente algo pasa en sus vidas y decidieron probar la homosexualidad, en algunos casos es transitoria”, añadió. “Con nuestras ratas es transitoria, dura solamente 45 días; esto es muy interesante porque entre los humanos hay casos semejantes”.
¿Cuáles podrían ser las implicaciones en los seres humanos?, Coria Ávila respondió: “Hay que tener mucho cuidado en la interpretación, pero una posible explicación, si tomamos en cuenta que el cerebro de las ratas dice mucho del cerebro de los humanos, es una gran posibilidad que el cerebro de los humanos también puede aprender estas preferencias sexuales a pesar de que tenemos una maquinaria cerebral desde nacimiento.
”Dependiendo de cómo somos expuestos y cómo esté funcionando con más o menos dopamina del tipo D2, si estamos en la exposición a una persona del mismo sexo bajo esta influencia dopaminérgica, al principio social, y dependiendo de cómo sea la interacción, es un solo paso hacia la preferencia homosexual”, explicó.
Aprendizaje, crucial en la preferencia sexual
Ante la pregunta, ¿los homosexuales nacen o se hacen?, Coria Ávila planteó que “la respuesta implica ambas cosas; ese 50 por ciento que depende del aprendizaje es muy importante y lo que comprobamos en ratas con este neurotransmisor es la importancia de su papel”.
La combinación de cómo nacimos, más o menos masculinizado o feminizado, lo que uno aprende en sus experiencias, es lo que nos convierte en individuos únicos, con preferencias únicas y una manera de pensar; eso depende de ambas cosas, de los genes y del ambiente, dijo.
El cerebro funciona con un 50 por ciento de los genes y un 50 por ciento de lo que va aprendiendo, explicó, “si eres 50 por ciento heterosexual hay menos probabilidades de tener experiencias que lleven a experimentar lo homosexual, pero aun así estas experiencias pudieran convertir al individuo y cristalizar en una preferencia homosexual”.
Si lo llevamos al plano humano en cómo formamos preferencias y si lo transponemos a la sociedad, se hace más interesante porque en México y en el mundo se trabaja con leyes y convenios que dependen de los derechos humanos y ante la pregunta si la homosexualidad nace o se hace, nosotros creemos que son las dos cosas, recalcó.
“Seguramente la base genética innata nos prepara hasta un 50 por ciento, y el otro 50 por ciento será para las experiencias y cómo son cristalizadas en quién es uno como individuo. |
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”¿Qué implicaciones tendría afirmar su origen en el aprendizaje? Por ejemplo, legislar la adopción o el matrimonio, ya que muchas personas están defendiendo las bases innatas de la preferencia sexual porque es menos complicado.”
Cuando el aprendizaje juega un papel tan importante, la línea que separa a la heterosexualidad de la homosexualidad se vuelve borrosa, se hace un tema controversial, dijo, “¿hasta dónde se aprende y hasta dónde se está naciendo con determinada preferencia? Es un tema muy controversial y debe trabajarse con mucha precaución, sobre todo al exponerse ante la sociedad”.
Experiencias prolongadas forman preferencias
Todo lo que nos gusta tendemos a aprenderlo y en ese sentido tenemos una capacidad de preferir una pareja con base en cómo nos sentimos, dijo, “la moraleja sería: si tienes un sistema dopaminérgico suficientemente activado, porque la emoción fue muy grande y hubo una gran recompensa, el cerebro liberará grandes cantidades de dopamina, y si es una experiencia prolongada probablemente se formará una preferencia”.
Cabe mencionar que desde hace más de 20 años el Manual de Psicología y Psiquiatría, a nivel internacional, removió a la homosexualidad como una enfermedad, pues hasta los años ochenta se le consideraba como una anormalidad; actualmente se le denomina como orientación sexual, no se considera y no se debe considerar una enfermedad, manifestó el investigador.
¿Adictos a alguien?
Se cree que pueden existir adicciones hacia personas, advirtió Coria Ávila, “se puede ver en personas jóvenes, cuando están en una fase de enamoramiento, una etapa muy adictiva, generada por la gran cantidad de dopamina tipo D2 que está activando, brindando sensaciones de euforia. Esta interacción es lo que va logrando hacer más fuerte al enamoramiento; es exactamente lo que hicimos de manera artificial en nuestro laboratorio, orientado hacia un mismo sexo”.
Si esto fuera así, en cuanto a las primeras experiencias sexuales de los individuos masculinos con la misma edad, el cerebro está liberando grandes cantidades de dopamina y si estas repeticiones fueran suficientes, cabe la posibilidad que se formen preferencias, en un principio de tipo social; sin embargo, dependiendo de la interacción, estas preferencias podrían trascender a un tipo sexual.
Las posibles implicaciones se reflejarían en nuestra vida cotidiana, con preferencias a lugares, a personas, y todo tipo de preferencias condicionadas que uno se pueda imaginar, apuntó.
Publicarán en el Pharmacology, Biochemistry and Behavior
La investigación que Universo publica, también será presentada por journal internacional Pharmacology, Biochemistry and Behavior, dada la importancia que reviste esta investigación como Programa de Neurobiología que refleja dos años de trabajo en un modelo con el cual se trata de entender cómo se forman las preferencias sexuales de los individuos.
Los editores del journal consideraron el trabajo como un parteaguas con respecto a plantear cómo elegimos a una pareja; “planteamos que el aprendizaje sí cuenta y puede ser hacia el mismo sexo, si las circunstancias cerebrales y ambientales lo permiten.
”En el artículo estamos sugiriendo que tenemos un sistema de recompensa modulado por dopamina, en sus niveles del uno al cinco; este sistema evoluciona para que si algo nos gusta o conviene, aprendamos a preferirlo: el sexo nos gusta, por lo tanto nos da la reproducción; la comida nos gusta, por lo tanto nos da energía; el miedo no nos gusta, pero nos protege; agredir a alguien no es bueno, pero nos da estatus”, apuntó.
“Al preguntarnos si de manera natural podría ocurrir, sabemos también que hay drogas que actúan sobre la dopamina como la cocaína y las anfetaminas, sustancias que actúan directamente sobre el sistema dopaminérgico; en ese sentido, individuos que de manera artificial incrementan la actividad dopamínica de su cerebro y pasan suficiente tiempo con alguien, es probable que desarrollen preferencias hacia ese individuo, así como se forman las adicciones, es un ejemplo de condicionamiento pavloviano”, detalló el académico.
Coria Ávila comentó también que una versión abreviada fue publicada por el journal del programa de Neurobiología de la UV, ubicado en la página de internet www.uv.mx/eneurobiologia, donde se publicó una revisión de los comportamientos neuronales.
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