Se trata de convivir, de una manera diferente, con el entorno
Huerto UV impulsa acciones sustentables
para recuperar espacios comunes
Susana Castillo
En agosto de 2010, un grupo de jóvenes y académicos de la Universidad Veracruzana (UV) coincidieron en la inquietud de poner en marcha un proyecto para recuperar espacios comunes y convivir, de una manera diferente, con el entorno.
Así, surgió Huerto UV, organización comunitaria que además de ocuparse de una hortaliza en la zona de invernaderos de la Facultad de Ciencias Agrícolas, da talleres sobre ecotecnias e impulsa una red de bioconstrucción.
Miguel Ángel Escalona, académico de la Facultad, explicó que Huerto UV nace tras una plática que tuvo con un grupo de alumnos de diferentes entidades (Derecho, Humanidades, Agronomía, Biología, Arquitectura) interesados en impulsar acciones sustentables mediante actividades específicas.
“Yo tenía un proyecto de arquitectura urbana y periurbana, nos conocimos y colectivamente lanzamos el proyecto”, relató.
Éste, dijo, está integrado por cuatro elementos articuladores: la parte operativa, capacitación, investigación y la generación de materiales de divulgación, publicaciones y materiales documentales.
La parte operativa está conformada desde cuatro perspectivas. La separación y manejo de residuos, que está vinculada al consumo consciente y crítico, así como el aprovechamiento de residuos orgánicos para la producción in situ, por ejemplo haciendo una composta.
“Y ésta es una palabra muy importante. Lo que nosotros decimos es que cuando separas tus residuos y los mandas al camión de la basura pierdes el elemento de conciencia. Cuando los separas y los gestionas en tu propia casa se modifican tus hábitos de consumo porque te cuestionas qué hacer con tanta basura.”
Su propuesta, que no es innovadora sino diferente, destaca que la gestión debe empezar en el lugar en donde se originan los desechos. “Las ecotecnias son un elemento fundamental: enseñamos a producir alimentos, a captar y almacenar agua de lluvia, a construir deshidratadores y estufas solares y baños secos”, comentó.
El académico especificó que la producción de alimentos abarca plantas aromáticas, medicinales, hortalizas y árboles frutales, “de tal manera que en un espacio puedas tener diferentes opciones para obtener, en la medida de lo posible, una parte de tu alimentación”.
Este proyecto universitario se dinamiza mediante núcleos para compartir experiencias en donde se reúnen personas con el interés de incorporarse al proyecto y, a la par, se producen cápsulas de video, manuales y guías para que la gente tenga información. Ello porque “muchas veces se interesan en el tema pero no saben cómo hacerlo”.
Aprender haciendo
Otro elemento importante en Huerto UV es la capacitación, y para ello tienen talleres casi permanentes los sábados: “Son siete cursos, tres de ellos están reconocidos por Educación Continua y así los participantes reciben una constancia. Estos siete cursos están basados en todo el proyecto”.
Se hace una reflexión sobre el consumo, se habla de la separación y manejo de residuos, se explica cómo hacer una composta de materia orgánica –con todas sus variantes– y se enseñan el diseño y manejo del huerto, manejo de problemas fitosanitarios, propagación de semillas y las ecotecnias ya mencionadas.
“El proyecto se articula de tal manera que todo está vinculado: investigación, capacitación y acción”, aseguró Escalona. Asimismo, mencionó que el otro elemento operativo –aparte de los núcleos para compartir experiencias– son las huertas urbanas, espacios públicos de producción y formación: “Esto es, puedes tener un espacio en un área común en donde todos se unen para hacer su hortaliza”.
El académico precisó que las huertas urbanas son espacios donde la gente va a aprender, como la que está en la Facultad de Ciencias Agrícolas. “Nuestro ideal es tenerla en un espacio público, en un jardín, en la USBI, en donde no sea exclusivo, como el de aquí, que si vas por la calle ni te enteras que hay una huerta. En cambio, si vas a hacer ejercicio y entonces ves a otras personas trabajando tal vez se interese y preguntes cómo puedes participar”.
El ideal es que todos los elementos que contribuyen a la producción de alimentos estén a la vista del público: “Como un menú para que ellos elijan qué es lo que les interesa”.
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Miguel Escalona opinó que la tecnología y el conocimiento siempre se desarrollan a gran escala. En consecuencia, en Huerto UV, a través de las ecotecnias, estos desarrollos se adaptan al ámbito de la pequeña unidad.
“Evaluamos contenedores, abonos orgánicos, agentes de biocontrol pero todo a nivel micro. Eso nos abre una ruta de investigación muy interesante.
La otra línea de investigación la llamamos indicadores para la sustentabilidad. Esto es, evaluar el cambio de percepción de los actores sobre una vida sustentable a partir de participar en un proyecto como éste”.
Huerto UV articula todo este trabajo con los mercados orgánicos locales, como el tianguis agroecológico en Xalapa, “donde invitamos a productores locales y regionales que producen sin químicos a que nos compartan no sólo sus
alimentos sino también su experiencia”.
Los universitarios están integrando una propuesta para hacer un sistema de información geográfica que permita que en un mapa digital –que será compartido públicamente– se pueda identificar dónde hay una huerta urbana para ir a aprender.
“Ésa es la idea del sistema de información, que interactuemos la producción y el consumo de manera local”, sostuvo.
Red de eco-construcción
Otro proyecto que es impulsado por Huerto UV es la integración de una red de bioconstrucción. Ellos parten de que con barro, agua, arena, fibras, un par de manos y otro de pies, se puede edificar prácticamente cualquier cosa.
Ejemplo de ello es la Casa de las Semillas, ubicada junto al huerto que tienen en la Facultad de Ciencias Agrícolas campus Xalapa, la cual se está erigiendo a partir de una técnica ancestral llamada “cob”.
Además de ésta, existen o tras como el bahareque, paja encofrada y malla romboidal, explicó Manolo Ruiz, fundador de Tojcha Tlalli, organización dedicada a la eco-construcción.
El asesor y colaborador de Huerto UV en este proyecto fue alumno de Patrick Hennebery, uno de los bioconstructores más reconocidos de América.
Ruiz comentó que este tipo de construcción también es conocida como la “arquitectura de los pobres”, simplemente porque se emplean materiales naturales y locales. “Siempre se busca utilizar lo que esté alrededor del sitio donde se va a construir. Afortunadamente en Xalapa y la región el barro es abundante. La paja puede sustituirse por excremento de ganado o por residuos forestales, como las hojas secas de los pinos”, mencionó.
Otro aspecto importante de la edificación con estas técnicas es que implican responsabilidad ambiental, justicia social y cooperación, dijo: “El primer punto porque no utilizamos cemento ni plástico; el segundo, porque cualquier persona tiene derecho a tener una casa y con estas técnicas cualquier persona puede construir una propia”, agregó.
Respecto de la cooperación, dijo que la construcción con tierra hace necesaria la participación de varias personas; por ejemplo, si se tratara de un grupo de 10 o 15, primero se forman equipos de dos o tres para juntar los elementos básicos (agua, barro, paja y arena), colocarlos en una lona y revolverlos o amasarlos con los pies. Después, entre todos, van dando forma a los muros con sus manos.
Posteriormente se tiene que esperar a que sequen y cuando ello sucede ya se puede empezar a recubrirlos –también con una mezcla especial– para darles el acabado final, “como se haría en cualquier casa”.
En cuanto a los cimientos, Manolo Ruiz explicó que éstos pueden ser de piedras grandes o fragmentos de concreto reciclado (como el de la Casa de las Semillas), pegados con una pasta hecha con piedra de cal.
Miguel Escalona lamentó que en México la bioconstrucción de casas o edificios de más de un piso no esté reglamentada y destacó que por ello hace falta mucha investigación en la materia.
“Nosotros al construir en pequeña escala estamos experimentando e investigando para contribuir a que en futuro todas estas técnicas, practicadas en zonas rurales de México y en diversos países del mundo, puedan ser utilizadas por más gente.
”Aunque por fortuna hay en la UV otras iniciativas con las que nos estamos articulando, por ejemplo con la Facultad de Arquitectura, con Luis Montiel, quien tiene una experiencia muy fuerte en el uso del bambú para la construcción. Si Arquitectura tiene todo un avance en el manejo de ecotecnias y nosotros estamos haciendo otras cosas, podemos trabajar en paralelo.”
Escalona subrayó que éste es el reto al interior de esta casa de estudios: “Que en vez de estar haciendo cosas individuales y proyectos personales, sean institucionales, sumando las capacidades técnicas, científicas y humanas que tiene la Universidad como patrimonio”.
Para conocer más sobre este proyecto
se puede establecer contacto con los
universitarios a través de Facebook,
buscándolos como Huerto UV |
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