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Año 10 • No. 459 • Octubre 24 de 2011 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Las 150 licenciaturas adoptaron ya el MEIF

2011: clave en la innovación y calidad académica

A través del MEIF y del Proyecto Aula la UV busca que sus egresados tengan los conocimientos necesarios para que sean actores de un cambio orientado a la sustentabilidad

Susana Castillo Lagos

Las reformas educativas impulsadas desde 1999 en la Universidad Veracruzana (UV) han propiciado un proceso de transformación institucional que ya no se puede detener, de acuerdo con la secretaria de la Rectoría, Leticia Rodríguez Audirac.

Además, destacó que la comunidad universitaria está plenamente convencida de que los cambios implementados están orientados a mejorar la calidad educativa, propuesta institucional que, gracias al aval del Consejo Universitario General (CUG), no está supeditado a una administración universitaria.

Para esta casa de estudios, 2011 representa el año en que los 150 programas educativos de licenciatura adoptaron, por convicción, el Modelo Educativo Integral y Flexible (MEIF), construido desde la UV pero que refleja los principios y orientaciones que a nivel mundial todas las universidades están atendiendo.

“La transformación de los procesos educativos es de los más difíciles de lograr. Teníamos una historia muy rica en experiencias académicas que modificarla lleva su tiempo y tiene sus implicaciones”, comentó.

Una vez cumplido ese reto, lo que sigue es buscar y establecer todas las estrategias necesarias para garantizar la mejor operación de los programas y, sobre todo, atender una parte medular del proceso: la innovación de la docencia.

Un cambio necesario
A nivel internacional, 1998 representó un giro radical en los modelos educativos de las Instituciones de Educación Superior (IES), pues ese año la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) decretó la Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI, la cual destacaba la necesidad de concentrar los esfuerzos en el aprendizaje.

Dicho documento integraba “un conjunto de análisis de lo que estaba ocurriendo, a nivel mundial, en el desarrollo del conocimiento, en los avances científicos y tecnológicos, en el acceso a la información y al empleo, en la movilidad profesional, en la diversificación del perfil profesional que tienen los egresados de las universidades al incorporarse al mundo del trabajo, entre otros”, explicó Rodríguez Audirac.

En suma, dicha evaluación demostró que las condiciones eran muy diferentes a las de los años anteriores y que todos los puntos analizados estaban marcados por la interacción de los países y de sus economías; ello hizo necesario revisar cómo se estaban dando los procesos educativos, con miras a que éstos evolucionaran.

En el caso de México, “esta Declaración ha orientado los planes nacionales de educación de las últimas dos administraciones federales, los cuales han establecido la necesidad de transitar a un paradigma educativo que asegure el aprendizaje, que esté centrado en éste. También señala la importancia de flexibilizar el proceso educativo, de hacerlo más versátil y adecuado a las diferentes necesidades, y asegurar que los estudiantes puedan desarrollar estrategias de aprendizaje para que tengan la posibilidad de continuar formándose a lo largo de su desempeño profesional”.

La Secretaria de la Rectoría recordó que la Declaración de la UNESCO hace hincapié en la formación integral de los estudiantes, “pues reconoce que al momento en que intervienen en la formación de profesionales, las IES asumen una responsabilidad en la formación de ciudadanos; frente a los enormes problemas sociales y económicos a nivel mundial, se reconoce que los egresados de una universidad deben contribuir para forjar una mejor sociedad”.

Ello, agregó, implica no sólo asegurar que posean los conocimientos más avanzados sino que desarrollen actitudes, valores y capacidades para convivir con sus semejantes, trabajar de forma colaborativa y contribuir a un desarrollo sustentable, por ejemplo.

Todo lo anterior se engloba en un proceso de transformación “en el que las universidades de todo el mundo están ocupadas. Algunas empezaron antes que otras, pero todas están trabajando para adecuarse a las necesidades del mundo actual”, comentó.

La UV fue una de las primeras universidades en asumir su responsabilidad ante ese reto. Sólo un año después de que la UNESCO promulgara la Declaración, esta casa de estudios comenzó con la implantación MEIF, “que además de atender los principios ya mencionados respondía a las características de la Universidad, a su condición histórica y a su –en ese tiempo– recién nombrada autonomía”.

El MEIF también representaba la planeación y proyección de un proceso de transformación académica contemplado a largo plazo: “Una condición favorable que tiene la Universidad para ese tipo de procesos es que sea asumido de forma conjunta, por su Consejo Universitario General, y no se trate solamente de algo que responda a una gestión administrativa, sino a una propuesta institucional de largo alcance”.

El MEIF
Transitar de un paradigma centrado en la enseñanza a otro centrado en el aprendizaje generó un conjunto de reformas para la comunidad UV.

Leticia Rodríguez explicó que una parte de la transformación tuvo que ver con la construcción del currículum de cada uno de los programas educativos; otra, con cambios normativos y administrativos para que el modelo pudiera operar.

Asimismo, se ha apoyado la diversificación del perfil de desempeño de los académicos para transformar su quehacer docente. Una primera fase consistió en respaldarlos para que, además de estar frente a un grupo, impartieran tutorías y combinaran sus actividades en el aula con la investigación, ampliando su gama de funciones.

Este proceso se realizó a la par de la integración de los programas educativos. Tras 12 años de que fue establecido, hoy el 100 por ciento de los programas educativos de licenciatura ya son parte del MEIF.

“El que las facultades de manera gradual hayan participado en la construcción de su plan de estudios y todas, finalmente, ingresaran al modelo, es una evidencia de que el MEIF es asumido por las entidades, forma parte del quehacer de los académicos, ellos lo están haciendo posible y están comprometidos con su mejora, porque tenemos que reconocer que la operación del modelo ha tenido dificultades.”

Respecto a lo anterior, dijo que una transformación tan ambiciosa implica tales condiciones: “Desde cuestiones de equipamiento tecnológico hasta el financiamiento necesario para hacer una oferta educativa flexible. La diversificación del perfil académico implicó también mucho trabajo con ellos (docentes), de sensibilización, de información, y todo eso no puede darse sin problemas”.

Con el MEIF, prosiguió, “hemos logrado mejores condiciones para el estudiante a partir de la atención de su formación integral, de la adaptación a sus ritmos de aprendizaje, y de la incorporación de otras modalidades educativas”.

La deserción, definida en los indicadores nacionales como el abandono de los estudios en los tres primeros periodos de educación superior, es otro de los problemas que el modelo educativo ha ayudado a aminorar en la UV, “aunque no se ha resuelto totalmente”. La eficiencia terminal, expresó, es otro problema que se ha abatido significativamente.

La funcionaria universitaria agregó que ahora que sólo opera el MEIF hay mejores condiciones –y más posibilidades– de mejorar y depurar los horarios de los estudiantes.

Mejorar la práctica docente
La Secretaria de la Rectoría sostuvo que el Proyecto Aula engloba una serie de actividades orientadas a la innovación de la docencia.

“Cuando hablamos de la transformación integral, de la incorporación de la formación en valores, en actitudes, de la clara vinculación de la educación con las necesidades sociales, de la pertinencia que debe tener cada uno de los procesos de aprendizaje que al interior de la UV se están dando, cuando hablamos de ello nos referimos a la necesidad de tocar el corazón o el motor de una institución educativa: sus académicos”, planteó.

En tanto, Mauricio Aguirre Serena, director general de Desarrollo Académico, definió al Proyecto Aula como una estrategia para la transformación de la práctica docente.

Refirió que a partir de la puesta en marcha del MEIF, el rol de los académicos cambió y fue necesario que éstos promovieran en los estudiantes el desarrollo de las habilidades para el autoaprendizaje. A la par, tuvieron que reconocer que el desempeño profesional requiere que los sujetos estén en un proceso permanente de aprendizaje, actualización y dominio de nuevas destrezas, conocimientos y actitudes.

Para alcanzar la formación en competencias profesionales, los académicos desarrollan estrategias de enseñanza y aprendizaje que ponen a los estudiantes en contacto con los problemas y con la práctica profesional real, con un enfoque interdisciplinario y con un abordaje complejo.

Esto propiciará que, paulatinamente, los jóvenes desarrollen competencias profesionales, personales y sociales que los inserten en el ámbito laboral y social como actores de un cambio orientado a la sustentabilidad.

Aguirre Serena señaló que una de las metas del Proyecto Aula es lograr una cultura de innovación y trabajo colaborativo en el diseño de experiencias de aprendizaje.

Señaló que la participación de un académico en éste consiste en el diseño, aplicación y reporte de resultados de estrategias docentes innovadoras en sus experiencias educativas.

En la etapa de incorporación al proyecto, el académico realiza, en un periodo escolar, el diseño de una experiencia educativa con el enfoque de Aula. En el siguiente periodo aplica su diseño con su grupo de estudiantes y reporta los resultados obtenidos.

En general, dijo, los beneficios para los estudiantes son: que cuentan con experiencias de aprendizaje más acordes a sus necesidades e intereses, tienen mayor libertad y responsabilidad en procesos de aprendizaje individual y grupal, y logran aprendizajes significativos a través de problemáticas reales.

Destacó que en términos de cobertura, a través de tres grandes grupos de intervención, de los cuatro mil 587 académicos dedicados a la docencia en licenciatura, actualmente han participado en el proyecto mil 187, de los cuales 459 han concluido su participación satisfactoriamente y 728 se encuentran aplicando sus diseños.

La OCDE

Publicará en noviembre la evaluación que hizo al Proyecto Aula de la UV en mayo pasado, al considerarlo como una estrategia de innovación docente que contribuye a mejorar la calidad de la educación

A corto plazo se espera integrar a Aula a los tres mil 400 docentes que todavía no participan, ofrecer mayor número de cursos sobre los ejes del proyecto, a través del Programa de Formación de Académicos (ProFa), así como optimizar el sitio web www.uv.mx/proyecto-aula, en donde se pueden encontrar más detalles sobre esta estrategia universitaria.