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Año 10 • No. 469 • Enero 30 de 2012 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Escribir es un estado mental y de
concepción del arte: Antonio Ramos

No he infantilizado los libros que escribo para niños”

Redacción Universo

Antonio Ramos Revilla es un joven escritor que se caracteriza por una producción constante y variada, ya que incursiona en varios géneros y su narrativa lo ha hecho merecedor de varios reconocimientos, como el Premio Nuevo León de Literatura 2003, el Premio Nacional de Cuento Joven Julio Torri 2005 y el Premio Nacional de Literatura Salvador Gallardo Dávalos en 2007.

Tras el éxito que ha obtenido en sus publicaciones dirigidas para niños y su incursión en narrativa para adultos con El Cantante de Muertos (novela presentada en la FILU 2011), Antonio Ramos Revilla habló sobre su experiencia con la literatura.

¿Desde dónde te colocas para escribir literatura infantil, es complicado?
Veo la literatura infantil desde un sitio imaginario en el cual este adulto es niño. Mis personajes infantiles, al menos en las novelas, han sido niños viejos. Son niños conscientes de lo que les pasa, lo reciben, lo sufren y pronto llega el análisis, y en ese sentido son niños viejos.

No ha sido complicado porque la literatura infantil es literatura y lo mismo que funciona para la literatura para adultos funciona para la literatura para niños; esto es, claridad en lo que quieres contar y saber convertir las palabras en un mundo cálido para el lector, y en ese sentido no he tenido diferencia.

No he infantilizado mis libros, no tienen diminutivos. Hasta ahorita no hay maripositas que hablan con ciempiés; al contrario, es una literatura que me gusta mucho. Me han dicho que utilizan mis libros en algunos seminarios para ejemplificar cómo no se debe escribir para niños porque no tienen finales felices, uno sí tiene final feliz pero todo el transcurso de la novela trata sobre secuestro infantil. He procurado respetar tanto a mis niños lectores tanto como he respetado a mis lectores adultos.

¿En tu literatura no te interesa tratar temas familiares que sufren los niños, como el divorcio?
No, no creo. Sí hay una literatura didáctica en que se les enseña a superar ciertos conflictos, sobre todo de la muerte, porque hay pocos libros que se dediquen al tema. Hace tiempo leí un libro de una autora sueca sobre un niño cuya amiga muere, es un libro triste pero esperanzador al final.

En la vida hay que aceptar que las cosas no siempre salen bien y creo que mucho de nuestro conflicto como seres humanos es que no aceptamos las cosas. En mi literatura para niños he hecho eso, los he respetado mucho, no los trato como niños sino como lectores. Por supuesto que hay un tratamiento, sí hay riqueza de lenguaje pero procuro no ocupar palabras que no van a entender.

Tengo niños y niñas lectores que les envío los textos antes de publicarlos y si todos ellos dicen que no entienden una palabra uso un sinónimo. Hay que procurar llegarles a los lectores y evitar que se les complique por el uso de palabras que no conocen.

…pero es también una oportunidad para meter una o dos palabras nuevas…
Claro, las voy metiendo y aunque no tiene un fin didáctico la vuelvo a utilizar para que tenga una explicación. Además hay siempre niños más inteligentes que otros y se presta a eso. Son niños muy inteligentes.

Háblanos más de la novela que trata sobre secuestro
La novela se llama Reptiles bajo mi cama. Todos los niños son aparentemente huérfanos y cada determinados meses van a adoptarlos personas en carros o camionetas negras; ellos juegan a ver quién se va. Un niño le dice al otro: “Pues yo quisiera que viniera mi papá en una bicicleta”, y le pregunta: “¿Cómo en una bicicleta teniendo la camioneta?” Él contesta: “Porque así me llevaría en la bicicleta y escucharía su respiración cuando me va llevando y sentiría el aire”. Son niños así, muy sensibles al mundo que los rodea.

Esto es parte de tu sensibilidad, de cómo ves el mundo. ¿Cómo se impregna el autor en sus libros?
Con los detalles y con ver que en la vida hay cosas muy feas, pero también hay momentos e imágenes cálidos y yo procuro en mis novelas meter todas estas imágenes. Soy un escritor muy visual, sí me meto en la cuestión del subconsciente, el inconsciente, pero procuro siempre que el lector vea las cosas.

Al principio era exageradísimo porque hasta relataba todo, era híper descriptivo, que alguien llevaba una tina y traía las manos así, se le notaban las venas y hasta que el agua se chorreaba y caían las gotitas; hasta que me dijeron ¡ya! He ido aprendiendo a moderar dónde describir.

¿Cómo te ha ayudado la moderación para que tu literatura infantil no sea aburrida?
Hay mucha literatura infantil publicada que creo que no es muy buena, y es por el afán de educar y de seguir como las pautas normales de literatura infantil, que es usar los diminutivos y la fabulación excesiva, y por fabulación me refiero no al hecho de crear sino de recordar la fábula tipo francesa donde un loro le dice a una zorra, etcétera. Claro que hay cosas que se salvan.

También has sido reconocido por tus cuentos, ¿qué opinas acerca de los escritores nacidos en la década de los cincuenta y sesenta que están regresando a este género, considerado por la crítica literaria como menor?
Cuando piensas en la literatura por grados y empiezas a hacer una taxonomía de lo literario para saber qué es lo más importante, en ese momento te das cuenta que quien hace esas graduaciones tiene un concepto erróneo de lo que es escribir.

Escribir es un estado mental y de concepción del arte en el cual no importa si escribes un cuento, una novela, todo tiene el mismo valor, siempre y cuando tenga calidad y transmita algo; de lo contrario puedes escribir un gran poema que nadie entiende.

Es muy dado en este país a pensar que los poetas son mejores que los narradores, o que los novelistas son mejores que los cuentistas, pero en realidad es una variación del género, pero al final importan todos al mismo nivel.

Creo que las modas han tenido más que ver con el mercado, las editoriales han hecho que los libros de cuento no sean tan publicitados como las novelas porque el mercado va hacia allá. Qué bueno que los autores de los cincuenta y sesenta han vuelto a recuperar el género porque ahora hay una gran generación de cuentistas mexicanos, como Iris García Cuevas, Juan Gerardo Aguilar y Carlos Velásquez que tiene dos libros de cuentos.

Mientras el mercado no vuelva a leer cuento, vamos a seguir teniendo estas cuestiones del cuento no como marginal, pero sí como los libros raros de los autores que publican novela. Tengo amigos que han publicado novela y que la editorial les decía “Sí te vamos a publicar tus cuentos pero primero la novela”. Luego ya no le publicaban los cuentos y le volvían a publicar una novela.

Creo que un caso raro es un autor que ha sido consistente publicando libros de cuentos: Eduardo Antonio Parra, quien tiene: “Los límites de la noche”, “Parábolas del silencio” y “Sombras detrás de la ventana” que son sus cuentos reunidos, pero son pocos los escritores.

Después del éxito y la satisfacción de la literatura infantil, ¿por qué vas a la novela para adultos?
Soy un autor que ha estado huyendo constantemente de su trabajo anterior. Mi primer libro es uno de cuentos fantásticos y según yo de estructura. Mi segundo libro es cuento realista con argot pandilleril y de la calle; mi siguiente libro fue para niños; después una antología de ensayos, poemas y texto breve; después fue una novela de aventuras sobre un barco pirata maya.

He ido huyendo de mi trabajo anterior porque también creo que el autor debe reinventarse. A veces tenemos autores que publican un buen libro de cuentos o una buena novela y la siguiente es lo mismo. Está bien, pero uno tiene que reinventarse. Trato que cada libro nuevo sea para mí una aventura nueva.