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Año 11 • No. 493 • Septiembre 3 de 2012 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Cátedra Gonzalo Aguirre Beltrán 2012

Emociones y sentimientos, formas de acción simbólica

Juan Antonio Flores Martos, de la Universidad de Castilla-La Mancha, dictó conferencia de la cátedra auspiciada por la UV y el CIESAS

“El pensamiento de Aguirre Beltrán sigue siendo absolutamente acorde desde la antropología de las emociones”, afirmó

David Sandoval

El sustentante de la Cátedra Gonzalo Aguirre Beltrán 2012, Juan Antonio Flores Martos, profesor e investigador de la Universidad de Castilla-La Mancha, de España, impartió una conferencia magistral sobre la importancia de las investigaciones realizadas por el destacado médico y antropólogo, así como la relación con su propio trabajo y la antropología de las emociones.

La cátedra, creada por la Universidad Veracruzana (UV) y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), recibió en la presente edición al académico español, licenciado en Antropología y Etnología de América y doctor en Antropología Social por la Universidad Complutense de Madrid.

En el Salón Azul de la Unidad de Humanidades, Flores Martos dictó la conferencia “Antropología de las emociones. Indicaciones de uso en investigaciones veracruzanas”, donde planteó que existe una práctica muy habitual, “etnocentrista pero también cronocentrista entre nosotros los occidentales: la de naturalizar las emociones, trasladándolas sin preocupación de una cultura a otra a través de un sistema de transmisión ciego e impermeable a las condiciones sociales existentes que las rodean”.

El ponente advirtió que las emociones son una forma de acción simbólica: “Además de una clara manufactura histórica, social y cultural, las emociones y sentimientos son formas de acción simbólica, ya que la emoción se entrelaza de modo íntimo con el compromiso del yo que participa en dicha acción, en condición estrecha con otros aspectos de la estructura social y de sentidos contextuales”.

Para la antropología, hablar de emociones es hablar de enculturación, de socialización, de educación en un sentido amplio, y desde la perspectiva antropológica la esfera de las emociones “compete a la educación y se adquiere según modos particulares desplegados en la socialización y no son algo más innato de lo que puede ser la lengua, es decir, que no hay componente genético sino que es un proceso educativo”, precisó.

Desde los trabajos pioneros en la década de los ochenta por la antropóloga Michelle Rosaldo, se plantea que “conviene también olvidarse de esa falsa convención y oposición entre las emociones como asuntos del corazón y los pensamientos como asuntos de la mente y la razón, por tanto racionales”.

Nace la antropología de las emociones
El nacimiento oficial de la antropología de las emociones, continuó, se sitúa en 1986 cuando Catherine Lutz y Georges White publican un artículo donde formulan por primera vez un marco comparativo para el estudio
de las emociones.

Flores Martos expresó su perspectiva del tema y la relación con su trabajo en la entidad: “A partir de mi trabajo de campo en Veracruz y como he tratado en alguna de mis publicaciones anteriores, trato a las emociones como una variable clave en el proceso de conocimiento, de descubrimiento etnográfico y como un factor de naturaleza epistemológica y metodológica de primer orden, tanto en el proceso del trabajo de campo como en el de análisis, reflexión y escritura del texto antropológico”.

En los últimos seis años ha trabajado y reflexionado sobre el modo en que las emociones, “al tiempo que nos acompañan, nos componen y a veces incluso hasta nos contaminan en nuestra situación de campo; mediante un trabajo de gestión emocional pueden aclarar nuestra lente etnográfica y nos ayudan a acceder, a conocer y a comprender cuestiones que de otro modo, sin esa implicación emocional, quedarían fuera de nuestro alcance”.

Interés compartido con el inspirador de la cátedra
El académico hizo referencia a los aportes de Aguirre Beltrán en torno al análisis de las emociones, “en su magna obra Medicina y magia, el proceso de aculturación y la estructura colonial, Gonzalo Aguirre Beltrán escribió con detalle los efectos traumatizantes del terror en la población de la Nueva España por la administración colonial y ejemplificó en numerosos procesados que la angustia prevalente es el origen de la neurosis y la psicosis en mestizos, mulatos e indios, quienes manifiestan vívidamente la internalización en el más profundo subconsciente de normas de conducta y preceptos autoritarios que les hacen sentir culpabilidad”.

El interés de Aguirre Beltrán por la angustia en el mundo indígena surge desde sus primeros trabajos en los años cincuenta, aseveró Flores Martos, “sorprende mucho cómo las investigaciones y preocupaciones de Aguirre Beltrán dialogan 50 años después de un modo fresco, afinado, con un trabajo publicado recientemente de una antropóloga española, Isabel Neila Boyer”, quien ha trabajado en Chiapas entre la población tzotzil un fenómeno llamado “me’vinik”, una metáfora sobre la salubridad en la vida moderna.

Gonzalo Aguirre Beltrán

“Lo que intento sugerir es que el pensamiento de Gonzalo Aguirre sigue siendo absolutamente acorde para encarar lo que tenemos aquí delante de nuestros ojos”, resaltó; “desde la perspectiva de la antropología de las emociones constituye un excelente análisis que complementa la atención que la antropología mesoamericanista y americanista en general han dedicado al análisis de enfermedades culturales más conocidas”.

Jarochos: entre el estereotipo y la liberación
Respecto a su investigación, en la que aborda la percepción de los habitantes del puerto de Veracruz, Flores Martos manifestó que “los jarochos o veracruzanos del puerto han sido modelados largamente con una óptica externa nacional pero también de los extranjeros; se inventaron un estereotipo, que es una fisiología jarocha con rasgos definidos en lo corporal, lo emocional, lo sexual, que los ancla en el terreno de las pasiones, de la emotividad, de
una propensión al exceso”.

Dichos elementos son atributos sinónimos y consensuados de la identidad de los habitantes del puerto de Veracruz y forman parte del estereotipo de los jarochos en la taxonomía clasificatoria nacional, es decir, la que se elabora fuera de la entidad.

“Lo más interesante es que dicho estereotipo los veracruzanos del puerto lo han internalizado, lo han hecho suyo y lo exhiben con orgullo identitario”, observó, “lo que me sorprendía desde que llegué a la ciudad en 1993 es que las familias, los amigos, los interlocutores me hablaban de que estaban obsesionados –de alguna forma– por encontrar la liberación, buscaban liberarse de cuestiones fundamentalmente emocionales en un sitio donde supuestamente las pasiones y los deseos fluían”.

En su libro Portales de múcara. Una etnografía del puerto de Veracruz, editado por la UV en 2004, plantea cómo una cultura urbana, veracruzana en este caso, canaliza y exhibe modos y expresiones tradicionales y populares para regular o conducir las emociones en los espacios públicos.

Detalló que en el Zócalo o el Parque Zamora ocurren el baile de “danzón abierto” o las “tertulias de danzón” y citó de su libro lo que ocurre en dichos eventos: “Personas de extracción social popular o humilde se visten de indumentaria de salón, y en sus bailes exhiben el placer de ‘enfrenarse’ como dicen ellos, de refrenarse, ejecutando una disciplina rítmica de la contención en medio de un contexto festivo”.


Juan Antonio Flores Martos, reconocido como titular de la Cátedra Gonzalo Aguirre Beltrán 2012

Complejo traducir la emoción en palabras
Pensar la emoción, hablar de sentimiento, se antoja algo más difícil, ya que atrapar la energía emocional y traducirla en palabras es tarea harto compleja, aseguró Flores Martos; “quizás alguno o alguna de ustedes haya podido zambullirse en una marea emocional desde otra perspectiva distinta a la convencional, la antropológica social en este caso”.

Comentó que después de leer un texto del novelista Enrique Vila-Matas decidió realizar su trabajo de investigación en Veracruz y en junio de 1993 impartió una conferencia en la Facultad de Antropología de la UV, “fue en ese momento cuando conocí, gracias a la invitación de los académicos, en esta misma Unidad, a don Gonzalo Aguirre Beltrán.

”En aquel momento no sospechaba las emociones que experimentaría en compañía de las familias, amigos e informantes que trataría y conocería al cabo de varios años; no sabía entonces que para mí el mejor café del mundo sería el veracruzano y que mi desayuno favorito, y con el que sueño cada que estoy fuera de aquí, serían los huevos tirados. Tampoco sabría la enorme suerte que tendría con los colegas de mi profesión y académicos que me honrarían con su amistad y confianza.”

Finalmente, agradeció la distinción recibida de sustentar la cátedra: “Lo que no podía imaginar ni en mis mejores sueños es que algún día pudiera recibir este honor, la Cátedra Gonzalo Aguirre Beltrán, y sentir el orgullo que siento al compartir estos minutos de su atención”.

En la conferencia estuvieron presentes los integrantes de la Comisión Bi-institucional de la Cátedra: Porfirio Carrillo Castilla, secretario académico, y Sara Ladrón de Guevara, directora del Museo de Antropología, por la UV; Carmen Blázquez Domínguez, directora regional del CIESAS-Golfo, y María Teresa Rodríguez López, profesora investigadora del mismo.