Dijo que México debe unirse contra la violencia
Un combate de ideas vale más
que un combate de armas: Le Clézio

Jean-Marie Gustave Le Clézio |
David Sandoval
México vive una situación muy difícil pero no es tiempo de guerra, más bien es tiempo
de reunirse, de hablar y
tratar de crear un frente de resistencia contra la violencia, expresó el Premio Nobel de Literatura 2008, Jean-Marie Gustave Le Clézio al presentarse con el historiador Jean Meyer en el Hay Festival Xalapa.
Destacó además que México es un país de alto nivel cultural e intelectual, “ha sido un faro para América Latina y hasta para Estados Unidos durante los años treinta; era ejemplar por la riqueza de las ideas, contradictorias, pero un combate de ideas vale más
que un combate de armas.
”Ahora veo a México
como un país donde hay
que celebrar el valor del arte
y de la cultura, más que todo
el valor de la interculturalidad,
del encuentro entre comunidades, entre gente, entre idiomas y regiones para que esta unidad sea de nuevo posible”, opinó Le Clézio.
Conversó acerca de su afinidad con los historiadores y el hábito de escuchar: “Lo que tengo de común con el historiador, que es un hábito mío para concebir un libro, es que no puedo escribir sin que alguien me lo haya contado primero, eso es típico en la investigación del historiador; todos los libros que yo he escrito, sin excepción, fueron libros que me habían sido contados por amigos, en conversaciones de café, o en el caso de los cuentos de La fiebre, eran pequeñas historias que me habían ocurrido o me habían sido relatadas por mi familia o por amigos”.
Fue la suerte que trajo a Le Clézio a México, dado que radicaba en Tailandia durante la época de la guerra de Vietnam y Estados Unidos lo había convertido en “el lupanar del ejército americano y a mí no me gustaba nada vivir en la ciudad de Bangkok, había una especie de vulgaridad y hostilidad constante”.
Encontró a México como “un país pacífico, un país de libertad, de humor, de elegancia. Mi encuentro también fueron dos obras, la primera fue La relación de Michoacán que empecé a traducir y me enseñó mucho la relación que hay entre el pasado de leyendas y una realidad cotidiana, es un texto admirable”; por otro lado, la obra de Juan Rulfo, “no es una suerte si ambos libros provienen de ese occidente tan extraordinario en México, de violencia a la vez que de cultura, de religión, de ateísmo, de oposiciones constantes”.
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