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Año 11 • No. 499 • Octubre 15 de 2012 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Dulce María Cinta Loaiza

Una mujer de ideas largas

La UV cumplió mi sueño de ser maestra: Cinta Loaiza

Relató los sucesos que marcaron su vida desde la niñez a la actualidad

Karina de la Paz Reyes

“A mí me gusta la docencia y finalmente la Universidad Veracruzana (UV) me cumplió ese deseo de ser maestra”, expresó orgullosa Dulce María Cinta Loaiza, quien llegó a esta capital hace más de tres décadas para estudiar en la Escuela Normal “Enrique C. Rébsamen”, aprobó el examen teórico pero no el físico, por su discapacidad a causa de la poliomielitis que padeció en la infancia. Fue por esta razón que ingresó a la recién fundada Facultad de Economía de la UV, lo que marcó el inicio de su vida académica.

Como parte del programa “Mujeres de ideas largas”, que impulsa la Secretaría Académica de la UV, el jueves 4 de octubre se le rindió tributo a Cinta Loaiza, adscrita al Instituto de Salud Pública, por su destacada trayectoria en la docencia e investigación.

El evento se realizó en el auditorio de esa entidad académica, el cual lució abarrotado. Entre los presentes estuvo el ex rector y titular de la Defensoría de los Derechos Universitarios, Emilio Gidi Villarreal, y la vicerrectora del campus Córdoba-Orizaba, Beatriz Rodríguez Villafuerte, así como familiares y amistades de la homenajeada.

El mundo mágico de María
Entrevistada públicamente por la académica Elsa Ladrón de Guevara, relató que de su niñez –cuyos primeros años transcurrieron en el puerto de Veracruz– hubo sucesos que fueron decisivos para lo que es hoy en día: la pérdida de su madre, que le ayudó a valerse por sí misma, y la discapacidad que adquirió por la poliomielitis que padeció, lo que la mantuvo en cama mucho tiempo y propició su primer encuentro con los libros, amor que todavía conserva.

Además, la enfermedad también favoreció que desarrollara su capacidad de observación. El valerse por sí misma, ser amante de los libros y muy observadora, es algo que ha perdurado a la fecha, “y así voy a morir”, expresó gustosa.

Otro hecho significativo en su niñez fue que, por razones familiares, la trasladaron a vivir con su abuela paterna a San Andrés Tuxtla. Ahí se introdujo en un mundo completamente diferente, conoció cómo la gente se curaba con yerbas el mal de amores, la mala suerte o las enfermedades físicas. Incluso lo aprendió de su tía paterna.

Además, “vi a los indígenas de esa región, bajaban de las rancherías de los alrededores con sus blusas brillantes y los canastos en la cabeza para vender sus productos en el mercado. Era un mundo al que yo no estaba acostumbrada, yo venía de refrigerador, plancha eléctrica”, compartió.

En la escuela primaria, que en esa época se estilaba que fuera de un solo sexo, el primer problema que enfrentó Cinta Loaiza fue cuando decidió integrar un equipo de beisbol, pues sus profesoras la recriminaron; sin embargo, logró su cometido a tal grado que un 20 de noviembre el colegio desfiló con su equipo de beisbol de niñas.

Fue en esta etapa que germinó su deseo de ser maestra, mismo que perduró durante sus estudios de secundaria que regresó a cursar a Veracruz, en el Ilustre Instituto Veracruzano.

Dicho está de paso, fue en la secundaria que le nació su afición a las artes dramáticas y donde organizó el primer paro ante el maestro de matemáticas, porque éste no quería a las mujeres. “Decía que las mujeres no éramos buenas para matemáticas”, rememoró.

La estudiante, la académica
En aquellos tiempos no se requería el bachillerato para ingresar a la Normal Veracruzana, así que recién egresada de la secundaria Dulce María se trasladó a Xalapa para cumplir su ideal: ser maestra. No obstante esto no fue posible.

“La única vez en mi vida que me he sentido discriminada por mi incapacidad fue en la Normal Veracruzana, pues pasé el examen de admisión, pero no el físico y no me admitieron”, expresó.

Posteriormente, ingresó a la preparatoria “Benito Juárez”, así como al Conservatorio de Música
de la UV, donde fundó la primera mesa directiva.

Concluida la preparatoria, su meta era ingresar a la carrera de Derecho; sin embargo, por consejo de uno de sus maestros de preparatoria formó parte de la primera generación de la Facultad de Economía, aunque su padre se enteró al término del primer semestre.

Dicha entidad universitaria fue fundada por Roberto Bravo Garzón y entre su grupo de profesores se encontraba María de la Luz Aguilera. Ambos se convirtieron en piezas fundamentales de la vida académica de la homenajeada.

Tras dos años de carrera profesional, Cinta Loaiza sufrió la muerte de su padre y, por ende, enfrentó la disyuntiva de estudiar o trabajar. Por intervención de Aguilera, Bravo Garzón le ofreció ser directora de la biblioteca de la Facultad de Economía por las tardes.

Por tal motivo, se colocó en una dinámica de estudiar por las mañanas, trabajar por las tardes, y por las noches siguió siendo “tameme” (ayudante, becario) de Aguilera, lo que la inició en la investigación.

“Esa acción marcó mi vida en adelante, yo soy lo que soy gracias al apoyo de la maestra María de la Luz Aguilera y del maestro Roberto Bravo Garzón”, acentuó.

Cabe añadir que su paso por la licenciatura no diluyó su veta dramática. Así, cotidianamente asistía “religiosamente” a la misa de medio día en la catedral; no faltaba a comer a casa de los familiares que le daban alojamiento; estudiaba y trabajaba en el día, investigaba por la noche y se dedicaba al teatro en las madrugadas, porque en ese entonces se trataba de algo “marginal”.

Este ritmo de vida, a pesar de la época, nunca causó conflicto alguno con sus caseros. “Nunca me cuestionaron lo que estaba haciendo. Tenía yo libertad, imagínense, llegaba yo a casa a las tres de la madrugada, algo que no era muy adecuado para la sociedad xalapeña”, relató.

Otro de los sucesos que también marcó la vida de Cinta Loaiza fue el movimiento estudiantil de 1968, pues aunque no se involucró en comités de huelga, sí participó como trabajadora de la UV.

“Lo que me tocó vivir es que se llevaron a nuestros maestros, los metieron a la cárcel, a muchos de ellos los golpearon. Al día siguiente de que el ejército entró al centro de Xalapa, encuentro rotas todas las puertas de la Facultad de Economía, todos los papeles de la biblioteca tirados. Ésa es una vivencia que también marcó mi vida, aunque no como a los que realmente estaban involucrados.”

El sueño cumplido
Entre 1972 y 1973, Cinta Loaiza se trasladó a Estados Unidos –en la efervescencia de los movimientos feministas– para realizar la Maestría en Ciencias Bibliotecarias en la Universidad Western Michigan.

En 1976 se conformó el Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores, Económicos y Sociales de la UV, al cual se integró y más adelante dirigió.

Posteriormente realizó la Maestría en Sociología en la Universidad de Wisconsin.

Otro de los méritos que se le atribuyen es la creación –junto con Bravo Garzón– de la Dirección General de Bibliotecas.
Asimismo, cuando Bravo Garzón fue secretario de Educación de Veracruz, sumó a Cinta Loaiza a su equipo de trabajo, etapa de la que recuerda cosas como ésta: “Ahí me peleé por plazas. Entré al mundo sindicalista y de estructuras burocráticas. Crecí profesionalmente, aprendí muchísimo”.

En épocas más recientes realizó su Doctorado en Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid. Desde 1997 es investigadora del Instituto de Salud Pública, donde dice sentirse feliz, “con un gran compañerismo, en casa”.

A lo largo de su vida académica y de investigación ha destacado como divulgadora de los temas que aborda; ha enarbolado luchas como la de violencia de género, los derechos civiles en materia de salud, la problemática de la obesidad infantil, entre otros, todos ellos desde la perspectiva de la prevención a fin de atender de raíz estas problemáticas y lograr erradicarlas.

Cabe recordar que el programa “Mujeres de ideas largas” inició en marzo con Mercedes Gayosso y Navarrete, continuó en abril con Beatriz Torres Flores, en mayo con Leticia Tarragó, en junio con Angélica García Vega, en agosto con Martha Moreno Luce y en septiembre con Dulce María Cinta Loaiza. El 18 de octubre, a las 12:00 horas toca el turno a Ana María Mora Palacios, en el Salón Azul de la Unidad de Humanidades y en noviembre a Carmen Blázquez Domínguez.

Las coordinadoras de “Mujeres de ideas largas” son Leticia Mora, Socorro Moncayo, Sara Ladrón de Guevara y Esther Hernández Palacios, estas dos últimas también estuvieron presentes en el homenaje a Cinta Loaiza.