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Año 12 • No. 501 • Octubre 29 de 2012 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Detrás de la adicción hay una necesidad cerebral

David Sandoval

Para comprender cómo funcionan las adicciones es necesario considerar el aspecto relevante de la neurobiología, afirmó Hugo González Cantú, coordinador de la Clínica de Trastornos Adictivos del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”, al participar en el Primer Foro Académico de Investigación-Acción en la Prevención del Consumo de Drogas de la Universidad Veracruzana (UV).

“La importancia de esta variable, la neurobiología, en el desarrollo de las adicciones permite entender que las personas que sufren adicciones no es que se les haya metido un duende, un demonio o un espíritu maligno que los transforma y hace que consuman, sino que detrás de ello hay toda una cuestión biológica y cerebral muy importante que apenas se está dilucidando realmente”, expuso Hugo González.

Al participar en el evento organizado por la Maestría en Prevención Integral del Consumo de Drogas del Instituto de Ciencias de la Salud de la UV, el especialista refirió que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) los problemas derivados del abuso de sustancias “tienen en común el consumo de una o varias y los estados clínicos clásicos son: la intoxicación aguda, el uso perjudicial, el síndrome de abstinencia y el síndrome de dependencia; cada uno de ellos tiene mecanismos neurobiológicos muy peculiares”.

Explicó que si la persona repite el consumo durante un determinado número de veces se genera el fenómeno llamado tolerancia y “es básicamente la adaptación que hace el cerebro ante el estímulo externo; por otro lado, cuando la sustancia se suspende, después de usarla por cierto tiempo las neuronas que se habían adaptado a recibirla se desadaptan, provocando una respuesta neuronal a la ausencia”.

La biología, el medio ambiente y las sustancias se combinan en mecanismos cerebrales que tenemos todos, añadió, y que pueden producir una adicción; empero, advirtió, “no quiero ser reduccionista, desde luego que la parte social y la parte de la sustancia en sí son importantísimas, pero también si no consideramos al cerebro, no nos haríamos adictos, es un componente básico”.

En ese sentido, comentó que Nora Volkow, psiquiatra egresada de la UNAM, quien actualmente ocupa la dirección del Instituto Nacional sobre el Abuso de las Drogas de Estados Unidos, sostiene que “la adicción a las drogas es una enfermedad cerebral que puede ser tratada, y a lo largo de su carrera se ha dedicado a estudiar las imágenes cerebrales que están dando una pauta para conocer los mecanismos del cerebro, tan intrincados, que hacen a una persona adicta”.

González Cantú hizo notar que “tenemos esta noción mediática que en el tema de las sustancias es el todo o nada: o eres sobrio, sano y saludable, o eres adicto, consumidor, etcétera; en realidad lo que vemos en la práctica clínica es que esto es un continuum que inicia en el no uso, pasa por un uso inicial, donde a no todos les gusta, eso también es una realidad, a algunos sí les gusta y seguirán consumiendo, en la mayoría de los casos en un contexto social, cuando haya oportunidad; luego habrá personas que les guste más y procurará más ocasiones de consumo”.

La adicción se conceptualiza como “un ciclo donde se va incrementando de manera progresiva una desregulación de los mecanismos cerebrales relacionados con la recompensa y la antirrecompensa que resulta de un estado emocional negativo, es decir, una persona consumidora siempre va a oscilar entre el efecto positivo cuando consume la sustancia, pero tarde o temprano tendrá un efecto negativo cuando baje su efecto”, detalló el ponente.

“La persona adicta comienza a tener una visión escotomizada, como si viera a través de un tubo, es una etapa en la que su atención cerebral está enfocada a buscar y usar la droga y sus mecanismos cerebrales se van alterando de tal manera que se registra una baja función de los lóbulos frontales, que son como una especie de freno, baja también un receptor llamado D2, que es receptor de dopamina e incluso hay estudios que mencionan una disminución de la sustancia gris”.

El especialista reconoció también que “las sustancias tienen un efecto mucho más potente, se calcula que entre dos y tres veces más potente que los estímulos naturales, y es posible verlo en la práctica clínica, el consumidor prefiere estar consumiendo a hacer otras cosas, incluso tener relaciones sexuales, que son de los estímulos más placenteros para el ser humano”.