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Ciencias Agrícolas lleva el conocimiento al campo
Estudiantes y académicos, a través del proyecto “Rescate del patrimonio biocultural del maíz para su mejoramiento productivo”, impulsan la producción, comercialización y consumo del grano en la región
"Cuando eres de campo no tienes ningún tipo de información. Como estudiante aprendes nuevas cosas, que a su vez puedes explicar a las personas de la comunidad. Ésa es mi responsabilidad: compartir la experiencia y que no se quede nada más en los salones”: Juan José Colorado Elox, de Coyopolan
"Nosotros, los ingenieros agrónomos y de otras carreras, tenemos
que elevar la producción del campo y darle impulso para un mejor desarrollo a nivel comunidad y en una escala mayor”: Colorado Elox |
Karina de la Paz Reyes
“Si luchamos por nuestros cultivos podemos salir adelante, porque somos el país productor del maíz criollo y necesitamos impulsarlo”, enfatizó Verónica Huerta Quiroz, de familia campesina y estudiante de Ciencias Agrícolas. La joven es además integrante del proyecto “Rescate del patrimonio biocultural del maíz para su mejoramiento productivo”, con el que estudiantes y académicos de esta institución buscan impulsar la producción del grano, así como su comercialización y consumo en la región.
De acuerdo con el estudio “Factibilidad de alcanzar el potencial productivo de maíz de México” –dirigido por Antonio Turrent, investigador del Instituto Nacional
de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP)– de octubre de 2012, el déficit actual
de maíz en el país es del orden de 10 millones de toneladas anuales, por las que se paga 2.5 mil millones de dólares al año.
“El incremento en los precios
de los productos agrícolas y
la creciente dependencia alimentaria de México han elevado el costo
de importación de alimentos hasta 20 mil millones de dólares por año y, a la vez, ha incrementado el déficit de la balanza agrícola. México importa la tercera parte de su consumo aparente de maíz mayoritariamente de Estados Unidos (EU), mientras tres millones de productores generan la mayor parte del maíz blanco que se usa para tortilla y también en muchas otras formas de consumo pluricultural como alimento.
“Los déficits de rendimientos son altos entre los productores pequeños y medianos de maíz, con productividad global estimada en 57 por ciento de su potencial. ¿Puede México reducir este déficit mediante tecnologías ya conocidas y empleadas en el país para recuperar su autosuficiencia en maíz? La revisión exhaustiva de la literatura indica que sí hay una alta probabilidad de lograrlo”, plantea el estudio (http://anec.org.mx/noticias/noticias-de-interes/noticias-de-interes-pdf/factibilidad-de-alcanzar-el-potencial-productivo-de-maiz-de-mexico/view).
Verónica Huerta Quiroz |
El maíz transgénico
El problema no reside sólo en el déficit del producto alimenticio más importante para el campo mexicano (y, por ende, la dependencia de EU), también está latente la amenaza de sembrar maíz transgénico –es decir, modificado de forma genética– principalmente por la empresa transnacional Monsanto, lo que ha generado controversia y oposición de parte de científicos y sociedad civil organizada, pues México
es considerado el centro de origen del grano.
El Gobierno Federal –a través de las secretarías del Medio Ambiente y Recursos Naturales y de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa)– ha autorizado la siembra experimental –todavía no comercial– de maíz transgénico en “terrenos controlados y totalmente aislados” y en estados donde “no hay maíz criollo”.
Las entidades contempladas para estas siembras son Chihuahua, Sinaloa, Tamaulipas, Sonora y Jalisco. Ambas secretarías de gobierno justifican que se trata de entidades donde no hay maíz criollo y que los permisos cumplen con todos los requisitos fijados en la Ley de Bioseguridad sobre organismos genéticamente modificados. |
Acerca del maíz transgénico en Veracruz, María de los Ángeles Muñoz González, académica de Sociología e integrante del Movimiento Agrario Indígena Zapatista (MAIZ), comentó que este grano alterado genéticamente entra por el puerto de Veracruz.
“Anualmente son más de 10 millones de toneladas que ingresan a nuestro país no sólo para uso industrial, sino también comestible –el maíz amarillo–”, precisó.
Añadió que en el portal oficial de la Sagarpa se informa sobre las empresas que están interesadas en la introducción del maíz transgénico en el país, como Monsanto.
“Hay una solicitud que nos afectaría bastante, también de Monsanto: la siembra de más de 300 mil hectáreas en el estado de Tamaulipas, vecino de Veracruz, y obviamente ese maíz transgénico contaminaría maíces nativos, sobre todo de la zona de la Huasteca.”
La labor de la UV
En este escenario y condiciones, la UV trabaja para contribuir en revertir las amenazas planteadas por los expertos y la sociedad civil organizada.
El académico e investigador de Ciencias Agrícolas, Miguel Ángel Escalona Aguilar, explicó que el propósito es que la gente de la ciudad revalore los maíces como una fuente de alimentación accesible.
“Desafortunadamente por la cuestión del mercado hemos perdido la noción sobre el maíz como un alimento básico. Lo vemos como
un alimento de subsistencia, es decir, no nos importa toda la cuestión tradicional que hay atrás del maíz”, dijo.
Otro de los propósitos es realizar un trabajo de recuperación de este patrimonio biocultural. “Tenemos que impulsar proyectos productivos enfocados a
los procesos locales y para eso un elemento importante es mejorar el rendimiento”, añadió.
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México, considerado cuna del maíz, importa la tercera parte de su consumo de este grano mayoritariamente de Estados Unidos, mientras tres millones de productores generan la mayor parte del maíz blanco que se usa para tortilla |
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Por lo tanto, se busca implementar un proceso
de mejoramiento participativo. La idea es que las colectas de maíz que logren hacer los estudiantes de Agronomía sean sembradas en diferentes parcelas y los productores evalúen el potencial productivo, “a fin de que sean ellos quienes enseñen a los estudiantes de qué manera producen tradicionalmente su maíz”.
Asimismo, continuó, se busca que los estudiantes adquieran tres elementos fundamentales: el científico, en el sentido de mejorar la selección de los granos; el diálogo con los productores, para aprender los diferentes saberes –tanto el científico de la UV, como el empírico de los productores–; y que logren una investigación-acción, derivada de convivir con la gente, percibir la problemática y generar alternativas.
“El proyecto pretende mover
esta noción de la producción
y el consumo local. Pensamos que una de las estrategias que nos puede ayudar para salir de la crisis alimentaria –que se evidencia cada vez más en el país y el estado– es la producción y el consumo local de alimentos”, subrayó el académico.
A manera de ejemplo, dijo
que en los últimos 10 años disminuyó el consumo de frijol y en ese mismo periodo se incrementó el de comida industrializada –como sopas instantáneas–, lo que indica problemas nutricionales muy importantes en la sociedad.
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¡En ese sentido, consideró que a la sociedad le corresponde consumir los alimentos regionales; es más, se pronunció porque la política pública fomente la conservación del patrimonio biocultural, la apoye e incentive “no como una cuestión anecdótica, sino de seguridad alimentaria”.
Los protagonistas
Alumnos de Ciencias Agrícolas de la UV reiteraron su propósito de reivindicar el papel del campo y, sobre todo, del maíz en el país desde sus comunidades. Los testimonios coinciden en que, a la fecha, el grano ha dejado de cultivarse y quienes aún continúan esta práctica lo hacen simplemente para autoconsumo.
José Juan Colorado Elox, del quinto semestre de Ingeniería en Agronomía, expresó: “Soy de campo y desde chico mis papás
me enseñaron a producir. Sé cultivar el maíz, es lo que más me gusta y lo seguiré haciendo. Además es importante hacer producir el campo, pero con un buen manejo para no dañar el medio ambiente que de por sí está muy debilitado”.
Colorado Elox destacó que gracias a la UV ha aprendido a aprovechar mejor los terrenos que cultiva desde niño en Coyopolan, su comunidad de origen: “Cuando eres de campo no tienes ningún tipo de información. Como estudiante aprendes nuevas cosas, que a su vez puedes explicar a las personas de la comunidad. Ésa es mi responsabilidad: compartir la experiencia y que no se quede nada más en los salones”.
El universitario lamentó el deterioro en que se encuentra el campo mexicano, por tal motivo “nosotros, los ingenieros agrónomos y de otras carreras, tenemos que elevar la producción del campo
y darle un impulso para un mejor desarrollo a nivel comunidad y en una escala mayor”.
En su comunidad, el maíz sólo se produce para autoconsumo, la mayoría de los productores no tienen el enfoque de comercializarlo. “Dentro de mi comunidad hay muchas personas a las que no les gustan las tortillas de máquina y eso nos ayuda a mantenerlo un poco”, justificó.
El productor Gerardo Huerta Rodríguez, de Piedra Parada, municipio de Cosautlán, explicó que si bien no ha dejado de cosechar maíz criollo, lo hace sólo para autoconsumo.
“Es un maíz para la tortilla, es muy sabroso”.
Aclaró que se dedica al campo, principalmente al cultivo de café para comercialización y de maíz para autoconsumo, pero lo alterna con trabajo temporal en Guadalajara, de empacador
de guayaba.
“El campo está abandonado, totalmente abandonado. Está muy difícil para sobrevivir. Todo lo que uno compra para invertir está caro y lo que se saca es menos. Desde hace 15 años está abandonado”, lamentó.
La hija de Gerardo, Verónica Huerta Quiroz, decidió estudiar Agronomía en la UV, actualmente cursa el primer bloque de su carrera profesional y lo hace con el firme propósito de reivindicar el campo en su comunidad.
“Me gusta mucho lo que es la naturaleza, el campo, nuestros cultivos y saber de dónde viene lo que nosotros consumimos, ya que ahorita hay muchos alimentos que no sabemos qué daños nos pueden causar a largo plazo.
”Como vengo de una comunidad, allá estamos rodeados de naturaleza y cultivamos el maíz, el café y eso me impulsó a estudiar Agronomía. Más adelante me gustaría adquirir otros conocimientos de mi carrera. El hecho de que la situación del campo mejore depende de nosotros como ciudadanos, si luchamos por nuestros cultivos sí podemos salir adelante, porque somos el país del maíz criollo y necesitamos impulsarlo.”
Como parte de este proyecto, los alumnos de la experiencia educativa Biodiversidad, junto con el apoyo de académicos, realizaron la Expo Maíz “Una sola especie, diferentes razas”, en el parque Los Berros de esta ciudad capital.
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