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A Leonora Carrington todavía le falta
hacer y conocer muchas cosas, pero entre ellas destaca su interés
por descubrir qué hay después de la vida: Me
falta saber qué es lo que hay del otro lado de la muerte,
pero eso aún no lo sé, dice esta eterna apasionada
del arte y la magia, la ciencia y los astros y el acontecer de los
animales o las rocas.
Como
si fuera una sacerdotisa de su propio libro negro plenamente surrealista,
Carrington llegó a Xalapa entre bruma y sombras, acompañada
de espirales, gatos, chamanes, gnomos, perros y duendes de bestias
amorfas que la siguieron desde el viejo continente en su viaje a
México hace más de medio siglo.
Durante
lo que resta de febrero, la Galería Universitaria Ramón
Alva de la Canal albergará La virtud de ciertas bestias,
una colección de grabados, esculturas, dibujos y acuarelas
de Leonora Carrington y su hijo, el también patólogo
Pablo Weisz Carrington. Se trata de un sorprendente muestrario de
figuras mágicas, rebeldes e impredecibles que no pasan desapercibidas.
Sobre la obra de su hijo, la artista octogenaria de sorprendente
lucidez comentó que le es muy difícil hablar
de ella: Lo único que lamento es que él no esté
aquí. Estoy muy impresionada de que en Xalapa todo el mundo
sea tan amable. Además, se han mostrado muy receptivos a
la obra de mi hijo Pablo. Leonora Carrington nació
en 1917, en Lancashire, Inglaterra. Su padre fue un industrial inglés
y su madre, de origen irlandés, estimuló su imaginación
con cuentos de hadas y otras historias. Carrington se nutre de la
literatura de lo absurdo, lo siniestro y lo sobrenatural, así
como de fábulas y relatos épicos de dioses nórdicos.
Estudió durante un tiempo en la Chelsea school of Art de
Londres, y en 1936 ingresó a la academia de arte del pintor
purista Amédée Ozenfant.
Durante
esa época descubrió libros sobre alquimia y esoterismo,
y entró en contacto con el surrealismo. Su madre le regaló
el libro El surrealismo, de Herbert Read, en cuya portada aparecía
el cuadro de Max Ernst Dos niños amenazados por un
ruiseñor. En 1936 conoció Max Ernst, en Londres;
juntos parten a Francia, donde viven dos años, y participan
en la efervescencia del surrealismo.
La
relación entre Carrington y Ernst significó un intenso
intercambio estético que enriqueció a ambos; ella
le mostró obras de M. R. James y Lewis Carroll, él
la introdujo al pensamiento de Jung y a las tradiciones literarias
del romanticismo alemán y francés. En 1938 participan
en la Exposición Internacional de Surrealismo en París
y Amsterdam.
La
virtud de ciertas bestias estará abierta al público
hasta fin de este mes en Zamora 27, zona centro de Xalapa. Una exposición
de primer nivel que vale la pena ser apreciada.
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