Año 2 • No. 53 • febrero 25 de 2001 Xalapa • Veracruz • México
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  Bestias carringtonianas
Gina Sotelo Ríos
 

A Leonora Carrington todavía le falta hacer y conocer muchas cosas, pero entre ellas destaca su interés por descubrir qué hay después de la vida: “Me falta saber qué es lo que hay del otro lado de la muerte, pero eso aún no lo sé”, dice esta eterna apasionada del arte y la magia, la ciencia y los astros y el acontecer de los animales o las rocas.

Como si fuera una sacerdotisa de su propio libro negro plenamente surrealista, Carrington llegó a Xalapa entre bruma y sombras, acompañada de espirales, gatos, chamanes, gnomos, perros y duendes de bestias amorfas que la siguieron desde el viejo continente en su viaje a México hace más de medio siglo.

Durante lo que resta de febrero, la Galería Universitaria Ramón Alva de la Canal albergará La virtud de ciertas bestias, una colección de grabados, esculturas, dibujos y acuarelas de Leonora Carrington y su hijo, el también patólogo Pablo Weisz Carrington. Se trata de un sorprendente muestrario de figuras mágicas, rebeldes e impredecibles que no pasan desapercibidas.

Sobre la obra de su hijo, la artista octogenaria –de sorprendente lucidez– comentó que le es muy difícil hablar de ella: “Lo único que lamento es que él no esté aquí. Estoy muy impresionada de que en Xalapa todo el mundo sea tan amable. Además, se han mostrado muy receptivos a la obra de mi hijo Pablo”. Leonora Carrington nació en 1917, en Lancashire, Inglaterra. Su padre fue un industrial inglés y su madre, de origen irlandés, estimuló su imaginación con cuentos de hadas y otras historias. Carrington se nutre de la literatura de lo absurdo, lo siniestro y lo sobrenatural, así como de fábulas y relatos épicos de dioses nórdicos. Estudió durante un tiempo en la Chelsea school of Art de Londres, y en 1936 ingresó a la academia de arte del pintor purista Amédée Ozenfant.

Durante esa época descubrió libros sobre alquimia y esoterismo, y entró en contacto con el surrealismo. Su madre le regaló el libro El surrealismo, de Herbert Read, en cuya portada aparecía el cuadro de Max Ernst “Dos niños amenazados por un ruiseñor”. En 1936 conoció Max Ernst, en Londres; juntos parten a Francia, donde viven dos años, y participan en la efervescencia del surrealismo.

La relación entre Carrington y Ernst significó un intenso intercambio estético que enriqueció a ambos; ella le mostró obras de M. R. James y Lewis Carroll, él la introdujo al pensamiento de Jung y a las tradiciones literarias del romanticismo alemán y francés. En 1938 participan en la Exposición Internacional de Surrealismo en París y Amsterdam.

La virtud de ciertas bestias estará abierta al público hasta fin de este mes en Zamora 27, zona centro de Xalapa. Una exposición de primer nivel que vale la pena ser apreciada.