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No resulta fácil tratar de explicar,
reflexionar y analizar a profundidad y con sinceridad la propia
práctica estudiantil, las vivencias y sentimientos desarrollados
en el transcurso del proceso son considerablemente importantes ya
que modifican comportamientos y modos de actuación que no
pueden ser previstos al inicio del estudio en cualquiera de sus
modalidades.
Desde
mi perspectiva personal aportaré algunas de las vivencias
más íntimas poco consideradas en ocasiones para propósitos
de evaluación pero que sin embargo le dan un significado
más profundo a esta experiencia. Todo comenzó a partir
de una convocatoria de la Universidad Veracruzana a participar en
un programa de doctorado en educación, mismo que se generó
a partir de un convenio de nuestra Universidad con la Universidad
Nacional de Educación a Distancia
(UNED) de Madrid, España. Había dos programas a los
cuales inscribirse: Didáctica y Métodos de Investigación
y Diagnóstico en Educación y únicamente se
ofertaban 15 lugares para cada uno. Nos dimos a la tarea de reunir
los requisitos exigidos en la convocatoria, entregarlos a las autoridades
correspondientes, cruzar los dedos y esperar ser seleccionados entre
todos los que participáramos, que fueron muchos por cierto.
Posteriormente fuimos informados de que habíamos
quedado en el selecto grupo que haría efectivo el convenio
mencionado. Queremos pensar
que, además del factor suerte tuvieron que ver en esa decisión
los méritos académicos logrados a lo largo de nuestra
trayectoria profesional.
Así,
tuvimos nuestras primeras reuniones, una con las autoridades de
la uv, en la que firmamos un convenio en el cual nos comprometimos
con el proyecto, así como el compromiso de corresponder a
la oportunidad brindada. Por otro lado, la reunión con un
representante de la uned, ahí nos fue presentado el programa
del doctorado, los requisitos y la mecánica de trabajo en
el mismo.
La
primera sorpresa fue la de vernos rodeados por la diversidad de
compañeros que conformamos el grupo: psicólogos, pedagogos,
antropólogos, veterinarios, odontólogos y que, además,
provenían de todas las regiones en que se encuentra distribuida
la uv. Lo cual jugó un papel importante posteriormente para
el subsiguiente trabajo en equipo.
Luego,
la explicación del programa y la primera advertencia: concéntrense
desde el principio en lo que será su tema de tesis, los cursos
que constituyen el programa de doctorado son fáciles de resolver.
Después de este primer encuentro, de reunir los requisitos,
documentos y de llevar a cabo toda la tramitología correspondiente
al caso, estuvimos listos para tener nuestros primeros cursos. Muchas
preguntas se agolpaban en torno al hecho: cómo serán
los maestros, cuál es su forma de exponer y
evaluar, qué tan estrictos serán, son doctores todos
ellos y europeos, cómo son los sistemas de enseñanza
por allá, en fin, todo un mar de dudas y expectativas.
Tuvimos
entonces nuestro primer encuentro con ellos: Ramón, Catalina,
Carmen y Elvira. Su forma de exponer, su personalidad, su cultura,
sus valores, los materiales y los sistemas de evaluación
todo resultaba novedoso. Comenzamos así nuestro proceso de
ajuste. Luego, la realidad: el reencuentro con estudiar, ese encuentro
consigo mismo con tus alcances y limitaciones, con tus dudas de
si podré con este paquete, en fin, todo lo que se va descubriendo
en el proceso del aprendizaje autónomo. No hay reglas para
el estudio, solo las que tu mismo te impongas: hora de estudio,
resolver cuestionarios, hacer resúmenes, etc.
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