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En la actualidad los hongos alucinógenos
son usados como drogas o consumidos por algunos grupos étnicos
de México en platillos exóticos. Aunque los hongos
alucinógenos son muy variados, no todos son usados para dichos
fines, las especies usadas comúnmente son Psilocybe caurelescens
var. mazatecorum, Psilocybe hoogshageni y Psilocybe mexicana; éstas
poseen psilocibina y psilocina, sustancias activas que reaccionan
en el sistema nervioso del hombre y hacen efecto aproximadamente
media hora después del consumo. Los síntomas, que
duran de tres a seis horas varían dependiendo la persona,
pero por lo general se observa relajación, sudoración
abundante, escalofríos, cambio de humor, pérdida de
algunos sentidos y percepción de alucinaciones coloridas.
La ingestión de hongos alucinógenos no crea hábitos,
ni presenta efectos acumulativos, lo cual hace posible el uso de
las sustancias activas por científicos, médicos y
psicólogos para el control de enfermedades mentales como
la esquizofrenia.
Durante años, arqueólogos, etnobotánicos e
investigadores de otras ciencias pasaron por alto el importante
papel que tienen los hongos en la cultura mexicana y especialmente
los hongos alucinógenos; su estudio resultaba complicado
debido a los mitos creados desde la conquista por los españoles,
quienes hicieron grandes esfuerzos por ocultar dicha importancia.
Científicos modernos han estudiado el caso a fondo y ahora
se sabe que los indígenas utilizaban hongos alucinógenos
en ceremonias religiosas (llamadas veladas) para comunicarse con
sus dioses; eran usados comúnmente, y no eran vistos como
algo dañino.
La palabra Náhuatl usada para designar a los hongos alucinógenos
es Teonanacatl, palabra que se ha traducido de varias maneras como
son: "hongo maravilloso", "hongo sagrado" y
"carne de dios", esta última traducción
fue hecha por los monjes durante la colonia, quienes pensaron que
los indígenas utilizaban a los hongos en ceremonias análogas
a la eucaristía católica, lo cual causó gran
exaltación y descontento entre los colonizadores.
Los mayas preclásicos esculpieron figuras de hongos en donde
se pueden observar personas, animales o cráneos humanos.
Se han encontrado cerca de trescientas figuras en el sur de México,
Belice y Guatemala.
Xochipilli quien fue considerado durante mucho tiempo príncipe
de las flores, es ahora reconocido por algunos científicos
como el príncipe de los enteógenos (alucinógenos),
se piensa que su representación en piedra asemeja a un hombre
en estado de éxtasis, sobre un pedestal adornado con grecas
en forma de hongos. Asimismo, existen representaciones de hongos
en algunos murales en las edificaciones de Teotihuacan.
Durante los años 50 una pareja de investigadores extranjeros,
realizó varios viajes a México para documentar las
prácticas religiosas con hongos, a su vez publicaron diversos
artículos incluyendo uno en la revista "Life",
el cual ocasionó que personas de todo el mundo se interesaran
en el tema y visitaran nuestro país con el propósito
de ser partícipes de las famosas veladas. Sin embargo aunque
esto llamó la atención de otros países, el
excesivo entusiasmo por los hongos, trastornó las tradiciones,
haciendo difícil hoy en día encontrar ceremonias que
conserven el sentido original.
A pesar de que existen investigadores y científicos mexicanos
interesados en los hongos alucinógenos y su trascendencia,
tristemente se hace evidente que son extranjeros quienes dan mayor
importancia a este tipo de temas. Por esta razón, invito
a los lectores a que tomen un momento para conocer y acercarse a
las riquezas tanto naturales como culturales que posee nuestro país.
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